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Suena la alarma, he soñado con él y no de la manera en que la gente aceptaría que fuese. En el sueño por alguna extraña razón era una mujer rubia siendo seducida por él, que absurda situación se imaginó mi mente. Porque no puedo, o sea me daría gracia y ternura, pero conmigo no sucedería por razones bastante obvias. Estamos siendo muy buenos amigos aunque de seguro en mi mente desearía ser una mujer para de seguro llevarlo a un paso más que eso.

En cuanto suena la alarma el teléfono empieza a sonar, contesto sin pensar.

—Buenas tardes —saludo para después soltar un largo bostezo.

—¿No quieres que te deje descansar un rato más? —se escucha preguntar tras el otro lado de la línea telefónica.

—Mike —menciono contento—, mierda que alegría que me llamas. Tuve una pesadilla —digo dramáticamente.

—¿De qué era?

Claramente suena preocupado pero aún así seguí. Llevé mi mano dramáticamente a mi frente y procedo a responderle la pregunta.

—Era una rubia siendo seducida por un guapo hombre de piel morada —respondo exageradamente, todo con tal que entienda el drama.

Él no responde, al poco rato ríe. Probablemente habrá intentado aguantarse.

Sé que en el fondo desearía que hubiese sido una broma y no verdad el haber soñado con él, pero son solo deseos absurdos que se irán eventualmente.

—Muy chistoso, Fitzgerald. Avísame cuando sea realmente una pesadilla aunque puedo hacerlo realidad si así deseas, rubio idiota.

—Le arruinas la diversión a todo —respondo pero como amaría que viera lo sonriente que me tiene, solo esperando que entendiera que es un tono amistoso siguiendo el juego que empecé.

—Bueno, el aguafiestas te trae buenas noticias.

Me siento en la cama con tal de estirarme hasta sentir una exquisita sensación por todo mi cuerpo, como si estuviese satisfecho la siesta.

—Interesante, ¿podría decirme cuál es, su majestad, rey del aburrimiento?

Camino hacia la cocina para poder hacerme algo de comer, sin antes pasar por la puerta en donde se encontraba algo por debajo de ella. La recojo inmediatamente aún manteniéndome en la llamada.

—Debería haberte llegado una carta oficial del local diciendo que este viernes en vez de turno nocturno tendrás un turno diurno y yo te reemplazaré.

Reviso la carta y era la misma a la que él se refería. La abro rápidamente y efectivamente es un milagro poder leer que no tendré que vivir un infierno más, solo esta noche y la siguiente para que después solo tenga turnos diurnos.

—Realmente lo siento si es poco pero es lo que pu...

—Es perfecto –le interrumpo casi sollozando—. Digo, perdón. Lo necesitaba y ahora no sé cómo agradecerte. Gracias, Mike. Solo tengo un problema ahora.

—¿Cuál es?

Tomo una pausa intentando respirar por la nariz que tengo tapada de mocos, las lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas lentamente y mi mente entendió lo que significaba esto,

—¿Qué hay de ti? Si te pasa algo no me lo perdono, nadie debería volver a trabajar allá de noche.

—Podré manejarlo, no tienes el porqué preocuparte por mí.

Desearía que tuviera razón pero sí, si tengo razones por las cuales su bienestar a partir de ahora me preocupa.

—¿Nos vamos a ver al cambio de turno, verdad? —pregunto ingenuo y apenado.

Detrás de las cicatricesWhere stories live. Discover now