De mentiras a verdades

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—¡Fitzgerald!

A los lejos veo de dónde viene esa voz y allí lo veo con su uniforme, llamando mi atención y haciendo gestos con su mano para que me acercara a él.

—¿Estás seguro de esto? —me pregunta preocupado– A penas saliste de tu turno recién.

Niego con la cabeza pero le regalo una sonrisa.

—No tienes de qué preocuparte, solo desayunaré contigo antes de que empiece tu turno y volveré a mi casa.

—Si tú lo dices te creo —responde.

Está claramente inseguro de mis palabras pero aún así confía en mí.

Me guía a un local que para mi suerte no requería caminar tanto, aún así él parecía estar muy atento en cuanto a cada paso que doy y la cara que tengo, espero no tener ojeras. Nos sentamos y simplemente ordené algo que en vez de mantenerme despierto me relajara, algo dulce y ya mientras que Fritz fue todo lo contrario. Él se cruza de brazos mirándome a los ojos, casi como si fuese un "tenemos que hablar".

—Necesito hablar de la "M" que nombraste.

—Fritz, no es para tanto —minimizo el asunto, con nervios por lo serio que parece estar.

—No, sí es para tanto. Porque no quiero seguir mintiéndote y ya no es justo si ya de partida busco ayudarte a sobrevivir en las noches.

Sigue estando serio pero esta vez parecía ser convincente y tener buenas intensiones.

—Te escucho —respondo teniendo un tono igual de serio pero claramente la situación es inquietante.

Me quedó mirando un rato solo para subir sus manos a la mesa y bajar la mirada para ver cómo jugaba inquieto con sus dedos, vuelve a suspirar con angustia.

—Mentí por una razón complicada y ya sé que te preguntas ahora, sé que eres un completo desconocido pero si te fijas últimamente nos hemos ayudado mutuamente.

Le asentí con la cabeza junto a una sonrisa honesta hacia él, sin siquiera mostrar dientes solo un leve movimiento con mis labios que simplemente me salió con naturalidad.

Hizo que reflexionara en ese instante, todo partió porque le recogí sus lentes.

—De partida no sabía cómo iniciar una conversación y puede que haya botado mis lentes apropósito pero que haya tosido ese día, eso sí fue inevitable —confiesa.

Siento mi rostro arder, me queda mirando sorprendido como si hubiese dicho algo malo.

—¡No hiciste nada malo! —alzo la voz desesperado, cambiando una posición repentinamente a tomarlo de las manos— Esta bien, eso fue ingenioso y honesto de tu parte.

—No tengo muchos amigos realmente y los amigos que tuve no significa que aún los tenga conmigo hoy en día.

—Entonces podemos ser amigos si quieres, no tienes que cerrarte en un "no" solo porque somos colegas —le sonrío—. Además hacemos un buen equipo, no me lo niegues.

—No te lo niego, es otra cosa que es... de verdad, es muy complicado para mí.

Quito mis manos y retomo mi posición inicial, dándole su espacio para que pueda hablar.

No esperaba que la situación fuera tan complicada como para que no pudiera explicarse con tanta tranquilidad, hay algo que lo tiene estancado y quisiera saber con exactitud cómo poder ayudarlo y calmarlo.

—No pregunté enseguida por tu nombre porque era a ti a quien no quería mentir al menos, ni siquiera yo me entiendo en eso.

—Mira, sea cuál haya sido en lo que me hayas mentido a parte de eso te lo perdono, es algo que te acompleja. Partamos de cero, ¿te parece?

Queda confuso ante mis palabras, claramente mi plan no podría funcionar pero necesito intentarlo.

Ojalá se pudiera parar por tan solo un segundo el mundo, que dejen respirar la mente y procesar todo con calma. Poder ver su imagen tranquila, pararme de la mesa y saber que me seguirá con la mira junto a preguntas con respecto a dónde me dirijo. Darle una pausa al mundo y poder acercarme a él sin timidez a alguna expresión que se pueda mal interpretar, todo es tan complejo sobre todo las emociones, como él me hace sentir al punto de llevarlo a una confusión que se desenlaza en saber que él estará protegiendo mi espalda y yo la de él.
¿Qué tendrá atrás de ese aspecto? ¿Lo complejo estará ligado a eso también? Se le ve tan agotado más por su mente que por su apariencia. Se ve tan solo como un apuesto hombre con piel morada, con ojeras y algunas cicatrices en su cuerpo. Digo, lo es a pesar de la condición que tiene, después de todo no soy ciego así que claro que admitiría sí llego a ver a alguien que considero atractivo físicamente. Al menos eso me digo constantemente cada vez que él viene a mi mente desde el día en que recogí sus lentes y empecé a interactuar con Fritz, si es que ese es realmente su nombre.

Estrecho mi mano hacia él.

—Hola —saludo con una sonrisa—, soy Jeremy Fitzgerald. No capté mucho el tuyo, ¿podrías decirme cuál es?

Mira mi mano, dejándola colgada por unos cuantos segundos de tanto que dudaba hasta que finalmente corresponde a un apretón de manos. Lo hace con timidez e inseguridad pero al dirigirse hacia mí me hace ver una mirada más decidida, nerviosa y un tanto a la defensiva pero que quizás no sea del todo directamente hacia mí.

—Michael... Afton. El mío es Michael Afton —responde con cierta timidez.

Pasa de una mirada a la defensiva a una de esos cachorros pidiendo con timidez que los lleves con ellos. Por un momento se me habrá ido la sonrisa pero vuelvo a sonreírle con naturalidad.

—Michael es un nombre más bonito que Fritz, no deberías ocultarlo nunca. Entonces Mike será.

Sonríe intentando reprimir una carcajada.

—Lo que tu digas, rubio.

—Seré rubio pero no tonto... Mike —sonrío burlón.

Pone sus ojos en blanco pero luego ríe inevitablemente, puede ser porque se está relajando de los nervios que tenía antes. Nunca había encontrado a alguien reír con ternura antes.

Ni siquiera tuvimos que tocar el tema de la noche de guardia que tuve, a penas me da unos nuevos concejos como para poder sobrevivir la siguiente con la información que ha tenido últimamente.
Era conversaciones que tienes con cualquier persona cercana pero algo hacia especial el momento pero no sabía qué era.

Mike tuvo que ir a trabajar y yo tenía que descansar, cada uno tomó su propio camino, antes de eso la despedida ya no sabíamos si abrazarnos o darnos un apretón de manos pero por los nervios acabamos por hacer gestos de despedida con la mano y en especial que gracias al nerviosismo no podía dejar de sonreírle.
Aún así hay algo que da vuelta mi cabezas su comentario antes de que nos dieran la cuenta. Estábamos hablando de mis padres, en especial de mi mamá deseando que conozca a una chica lo antes posible para poder darle nietos, y es allí en donde la mesera al retirarnos las tazas le queda mirando mientras ella se va.

—No sé tú pero creo que mi tipo son las rubias —comentó para luego mirarme.

Dirijo mi mirada hacia la mesera y vuelvo a mirar a Mike, confuso.

—De seguro tienes daltonismo porque ella tiene el pelo negro.

—Créeme que sé lo que digo, Fitzgerald —respondió sonriente, disfrutando mi confusión.

Aún sabiendo su verdadero nombre sigue siendo un misterio. Con la verdad al menos, pero lo sigue siendo y me interesa aún más por descubrir qué hay detrás de lo complicado. Después de todo no es una mala persona.

Detrás de las cicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora