Capítulo 5

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Camila sólo tardó unas horas en empaquetar sus cosas para mudarse a casa de Lauren. Se sentó sobre los talones y observó las cinco cajas que había llenado. Sus posesiones iban a ocupar muy poco espacio en la mansión de Lauren. Ésta le había dejado una llave y había llamado a una compañía de mudanzas que Camila había cancelado y sustituido por un taxi.

Era la primera vez que veía la casa y cuando llegó, le alegró que siguiera en Perth para poder recorrerla a solas y descubrir algo más de la mujer con la que se casaría en menos de cuatro días.

Era una casa grande pero no resultaba ostentosa. En cuanto el taxista dejó sus cosas en el vestíbulo, Camila cerró la puerta y miró a su alrededor.

Varias puertas daban al vestíbulo. Camila abrió la primera. Se trataba de un gran salón, decorado con elegancia, con sofás cómodos y grandes ventanales en los que colgaban cortinas en tonos crema. El suelo de madera pulida estaba salpicado de alfombras persas. Tras la siguiente puerta descubrió un comedor con no menos de veinte sillas delicadamente labradas. Las paredes eran de un profundo verde, rematadas en lo alto por una cenefa dorada. La cocina no era grande, pero al estar pintada de blanco resultaba amplia y luminosa, y estaba equipada con electrodomésticos de última generación.

Siguió recorriendo la planta baja lentamente. Por más que sabía que Lauren estaba fuera de la ciudad, le inquietaba la idea de entrar en su dormitorio.

Una gigantesca cama con una colcha color caramelo ocupaba casi toda la habitación. A la derecha, una puerta se abría al cuarto de baño, y otra, a un vestidor. Camila entró y contempló la ropa de Lauren colgada ordenadamente.

Tenía la sensación de estar con ella en la habitación. El olor de su piel y de su aftershave flotaba en el aire. Mecánicamente, acarició una de sus playeras y se llevó una manga a la nariz para aspirar su fragancia e imaginar que la rodeaba con...

—¿Estás buscando espacio para tu ropa?—Interrogó la ronquecina voz de Lauren a sus espaldas. Camila se volvió tan bruscamente que la camisa cayó al suelo.

—Creía que estabas de viaje—Dijo, ruborizada.

—Se ha cancelado una reunión a última hora.

—Mis cosas están abajo—Balbuceó Camila, que de pronto sentía un calor insoportable. No sabía dónde dejarlas.

—Aquí hay sitio suficiente—Lauren pasó junto a ella y empujó las perchas de una de las barras— Ponlas aquí. Mañana le pediré a la asistenta que vacíe algunos cajones.

Camila aprovechó para salir del vestidor. Lauren la siguió y observó que parecía inquieta.

—¿Te molesta compartir el armario conmigo?—Preguntó.

—No—Negó—Me preocupa compartir tu cama.

—Pero eso es lo que hacen los matrimonios—Habló sonriendo con sorna.

—Pero éste no va a ser un matrimonio normal—Replicó Camila.

—¿Por qué?

—No quiero complicar las cosas durmiendo contigo.

—Escucha, cariño. Se van a complicar mucho más si no lo haces.

—Pero me resulta tan violento... Ni siquiera nos conocemos y no sentimos nada la una por la otra..

—De eso no estoy tan segura—Puntualizó Lauren—Yo sí siento algo por ti—Camila la miró con frialdad.

—No me tomes el pelo. Lo único que sientes por mí es lujuria y por eso mismo te desprecio.

—¿Estás segura? —Cuestionó con sus ojos brillantes.

—Sí—Camila apretó los labios—Te desprecio por aprovecharte de un pequeño error y no haber sido capaz de quitarme de encima a los sabuesos de la prensa diciéndoles la verdad.

Boda por escándalo Where stories live. Discover now