Capítulo 10

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Cuando Camila se despertó estaba sola en la cama. Los pájaros cantaban en el exterior. Se desperezó. Estaba cansada y dolorida. Lauren había insistido en que un poco de actividad le quitaría el insomnio y había tenido razón, en cuanto hicieron el amor la ojiverde se quedó dormido. Ella, sin embargo, había tardado algo más y para cuando consiguió dormirse despuntaba el alba. Lauren había suspirado y se había girado hacia ella, abrazándola de un solo movimiento y ella había cerrado los ojos y se había preguntado cuántas mañanas quedarían antes de que despertara en Lauren el instinto de aventura.

Los siguientes días transcurrieron de forma similar. Camila daba largos paseos mientras Lauren trabajaba en la casa. A veces se unía a ella en el camino de vuelta y pasaba el brazo por sus hombros mientras le contaba anécdotas que le hacían sonreír.

A Camila le gustaba verla trabajar y ayudarla ocasionalmente. La admiraba lo habilidosa que era y le gustaba pasarle las herramientas y sentir el roce de sus dedos cuando la tomaba de sus manos.

Por las noches compartían instantes de una pasión que Camila nunca hubiera creído posible. Una y otra vez Lauren la arrastraba al éxtasis y sus gemidos se mezclaban hasta ser indistintamente de una o de la otra. Camila se estremecía con sólo recordar el instante en el que Lauren colapsaba, exhausta, sobre su cuerpo.

El martes llegó antes de lo que hubiera deseado y con ello, la conciencia de que perderían su intimidad y volverían a sus respectivas responsabilidades.

Viajaron en silencio y Camila se dedicó a pensar cómo podría organizar su vida laboral para seguir atendiendo a sus pacientes y reservar tiempo para su vida privada.

Cuando llegaron a la casa de Woollahra, Camila fue a abrir la puerta mientras Lauren sacaba las bolsas del maletero. Antes de que ella metiera la llave en el cerrojo, María, la asistenta, abrió la puerta y la saludó precipitadamente, hablando con un marcado acento que Camila no supo identificar.

Lauren llegó junto a ella y saludó a la mujer madura, a la que se dirigió en su lengua. Camila la miró sorprendida y ella sonrió.

—Hablo italiano desde que pasé en Sicilia seis meses—Le aclaró la razón del porqué sabía el idioma.

La mujer alta las presentó y la mujer estrechó la mano de Camila con timidez.

—María habla poco inglés—Explicó Lauren—Te enseñaré algunas frases pero por el momento, solo asiente y sonríe.

Camila obedeció y la mujer sonrió tímidamente. Lauren le dijo algo en italiano y su rostro se iluminó antes de decir unas breves palabras y marcharse.

—¿Qué le has dicho?—Interrogó Camila con curiosidad.

—Que se tome el día libre.

—¿Por qué?—Levantó la mirada hacia ella,  confundida.

Los ojos de Lauren brillaron.

—Porque quiero tenerte sólo para mí.

Y sin darle tiempo a respirar la besó apasionadamente, apoyándola contra una pared y acariciando sus senos a través de la ropa con manos ansiosas.

Lauren era como una droga para ella. Nunca se cansaba de sus besos y la necesitaba con tanta urgencia que le desabrochó la camisa para acariciarle la piel. La ojiverde separó su boca de la de ella, la tomó en brazos y la subió hasta el dormitorio. Empujó la puerta con el hombro y la llevó hasta la cama, donde la echó antes de terminar de quitarse la camisa que Camila le había desabrochado. Sus ojos no abandonaron los marrones de ella y lentamente, agachó la cabeza y metió la lengua en su ombligo, Camila, sin saber que también aquel pequeño orificio podía ser zona erógena quedó sorprendida y extasiada cuando empezó a mordisquear y lamer. Sin embargo, al tiempo que le quitaba los pantalones fue deslizando sus labios por su vientre, hasta llegar a sus femeninos pliegues y, tras separárselos, adentrarse con su lengua en la húmeda profundidad de su cuerpo, el sabor picoso y dulce de su esposa podría considerarse para ella una de las más magníficas delicias por lo cual ningún perímetro de la zona fue olvidado, lamia, succionaba y daba diminutas mordidas que hacían a la morena levantar las caderas reclamando más. Cuando Camila creyó no poder soportar más la voluptuosa excitación que su lengua le proporcionaba, Lauren recorrió el camino inverso y mordisqueó sus pezones. Camila se arqueó con cada caricia y cada pellizco, recorrida por una corriente eléctrica que la atravesaba de pies a cabeza.

Boda por escándalo Where stories live. Discover now