2

66 9 2
                                    

WHITE

La noche fue de lo más entretenida. Aunque no como yo esperaba.

Hice bien en irme de mi hogar, o de lo que mi hermano llamaba hogar, mi mundo por obligación.

Yo no lo elegí. Desde que nuestro padre hizo lo que hizo, no volvimos a saber de él. Lo encerraron, como era lógico. Más bien, lo encerramos nosotros, sus propios hijos, para que destruyera todo a su paso. Y sobretodo que no nos destruyera a nosotros.

Papá siempre fue un hombre complicado. Mamá lo quería aún con sus defectos y aún así nos maltrató. A todos. Soy el mayor de cinco hermanos, y por lo tanto soy el más incomprendido. Con mis "veinticinco años" mi hermano pequeño me reprimenda por mis actos. Mi hermano pequeño.

Capullo.

Se piensa que por ser el favorito de mamá, el niño mimado, el rey del mundo, puede hacer lo que le dé la gana.

Él no creó el imperio que yo he hecho aquí. Cuando llegué a Nueva York, se pensaba que no iba a ser capaz de sobrevivir entre toda esta gente, tan diferente a nosotros. Pues se equivocó, y del todo. He creado el mayor club nocturno de todos los tiempos. Las chicas se pelean por venir a trabajar a este lugar, ya sea para camarera o bailarina.

Hace poco, mi hermanito se pasó por aquí. Le dio tanto asco ver tanta feromona que hasta su mujer le recriminó entrar. Pero quería verme, y tuvimos una charla de lo más entretenida.

—Hermano.

Escuché a mis espaldas.

—¡Hombre, el preferido! Cuánto tiempo, hermanito. ¿No deberías estar cuidando a los demás?

—Tenemos edad suficiente como para cuidarnos nosotros solitos.

Una carcajada salió de mí.

—Por supuesto. —dije con la sonrisa malévola que tanto odiaba mi hermano. —¿Qué te trae por aquí? ¿Quieres una copa?

—Claro, ¿por qué no?

—¿Seguro? A lo mejor tú mujer nos desintegra.

—Eso fue hace siglos.

—Lo sé. Podría haber matado a nuestro padre como casi nos mata a nosotros, ¿no crees? —Se quedó callado, hasta que vi unas pequeñas marcas en sus ojos, chispeando. —Tranquilo, viejo. Estoy de broma. No seas aguafiestas.

—No estoy para bromas. Tenemos un problema.

—¿Y qué me importa a mí eso?

—Has dejado tu hogar sin protección.

—Mi hogar tiene un perro gigante capaz de morder a cualquiera.

—Entonces sin suficiente protección. Las almas son capaces de salir, y lo sabes.

Dejé la botella de whisky sobre la mesa.

—Sabes perfectamente que no quiero volver a ese lugar.

—Debes ir. Eres el rey.

—¡Hasta que mi querida mujer me engañó! —grité.

—¿Por eso estás aquí? ¿Para vengarte de ese mortal?

—Quiero desintegrarlo con mis propias manos. —dije con furia y con mi ojos volviéndose completamente rojos mientras mis manos comenzaban a echar fuego.

—No debes matar a nadie aquí. Te llevarán a juicio y sabrán quiénes somos.

—Quiero venganza. Igual que cuando encerramos a padre. ¿Es que no lo entiendes?

INFERNUS ©Where stories live. Discover now