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WHITE

Aún sigo dándole vueltas a la mirada de Perséfone. Cuando hace eso no presagio nada bueno. Me teletransporté al Inframundo para comprobar si estaba en mi castillo, como hacía la mayoría de veces que aparecía ante mí para disculparse por algo. Pero no estaba allí.

No me quedó más remedio que acudir al Olimpo. Cuando llegué me deslumbró la típica luz angelical que suele tener siempre. Me entran arcadas cuando hago ese viaje. Recorrí las calles que tenía el Olimpo por debajo y subí las escaleras de mármol para llegar a la puerta principal.

Llame más dos veces y eso ya me molestó. Zeus siempre estaba aquí en su querido castillo y ahora no responde nadie a la puerta. Seguro que están...

—¿Hades? —una voz que reconocía muy bien. Me di la vuelta y abrí mis brazos para que la diosa que tenía delante se ajustara a mi cuerpo. No tardó ni dos segundos en envolverme entres sus pequeños brazos.

—Hola, Hera.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estabas en la Tierra. Zeus me dijo que has abierto un club de chicas y una discoteca. ¿No te da vergüenza hacer algo tan indigno? —me dijo mi hermana con asco y decepción.

—Me lo dice la que se ha casado con su hermano.

—Perdóneme, señor de las tinieblas, pero usted se casó con su sobrina. No sé qué es peor.

—Hablando de mi sobrina y actual ex-mujer. ¿Sabes dónde está?

—No. No la he visto. No sé si habrá ido a ver a su madre.

—¿Dónde está?

—Cultivando algún árbol en la Tierra. Seguramente esté en Skopelos. Suele ir mucho por allí.

—Vamos.

Llegamos a la ciudad griega en menos de tres segundos. Divisamos una cabellera corta y lisa de color castaño. Mi hermana, Deméter.

—Hola, Deméter.

—¡Hades! —se acercó para abrazarme. —¿Qué tal estás?

—Bien, gracias. ¿Y tú?

—Bien. ¿Qué te trae por aquí?

—Busco a tu hija. ¿Sabes dónde puede estar?

—No, no lo sé.

—¿Puedes comunicarte con ella o saber dónde puede estar?

Hizo algo con la cabeza y frotando sus manos con la sienes se concentró para encontrarla.

—Está con una familia. No sé qué hace allí pero he escuchado un nombre.

—¿Qué nombre?

—Jhon.

—¿Jhon? ¿Qué nombre es ese? —preguntó Hera con asco.

—Uno humano. —concluí yo. —¿Puedes escuchar algo más?

Volvió a fruncir el ceño, cerrando los ojos.

INFERNUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora