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WHITE

Cuando escuché música abajo me pareció extraño. Vi como todo el mundo salía y Bethany vino a avisarme, no antes sin echar un polvo rápido y salir de aquí con una sonrisa.

Me asomé por los pasillos y escuché como Bethany hablaba con Ángela. Después se fue dejando a la chica sola. Se puso a limpiar, la observé apoyado en el umbral de la puerta que comunicaba con las escaleras. Mientras limpiaba bailaba de una manera un poco tonta, haciendo de la escoba un micrófono. La escena, en cierto modo, me causó gracia.

Quise bajar para decirla que trabajase en condiciones, y entonces... bailó. Pero no de la misma manera. Se subió a una de las barras del club y empezó a hacer mil y una piruetas. No conseguí saber que me hizo, pero me hipnotizó. Y tanto que lo hizo. Esa chica se movía como si fuese una pluma, con tanta ligereza y gracilidad que me quedé embobado al verla.

Bajé sigilosamente al bar y me serví una copa mientras observaba cada uno de sus movimientos. Esta chica me había hecho algo, no sé qué era, pero no me gustaba nada. Yo nunca he estado a la merced de una mujer. Tengo que andar con más cuidado.

La canción terminó y Ángela se deslizó por la barra hasta quedar sentada en el suelo. Cuando se incorporó, tuve un primer plano de sus pechos gracias a ese maravilloso escote que llevaba. Joder... Salí de detrás de la barra intentando calmarme y esconder mi excitación.

—Admirable...

Me encontré de día en mi cama. Tumbado con la camisa negra desabrochada y la ropa de ayer aún puesta. Quise levantarme pero un dolor de cabeza atroz me detuvo. Y no solo eso, un brazo alrededor de mi torso se aferró con más fuerza. Recorrí ese brazo hasta la cabeza, girada hacia el otro lado sobre la almohada. Me fijé en las curvas descubiertas y la forma que hacían sus pechos sobre el colchón, ya que la chica estaba boca abajo. Y por último... vi su pelo...

Su pelo dorado y liso con destellos cobrizos por la luz del sol.  Se movió, quedando boca arriba, obteniendo un primer plano de sus redondas curvas.

—Buenos días, señor. —dijo aferrándose a mí de nuevo. —¿Cómo está? —me levanté de golpe y un ligero mareo me recorrió el cuerpo entero, haciendo que me volviese a sentar. —Debería tomarse una pastilla contra la resaca.

—¿Resaca? —pregunté confundido. —¿Se puede saber qué haces aquí?

—Usted me llamó, ¿lo recuerda?

—¿Yo?

—Sí, estaba... un poco bebido. Me dijo que necesitaba urgentemente mi presencia porque alguien le molestó.

—¿Que alguien me molestó?

—Sí, ¿quién era?

—Creo que si te lo pregunto es por algo. —suspiré agarrándome la cabeza con las manos. Noté unas manos aferrándose a mi espalda. —Por favor, vete de aquí.

—¿Qué? Pero...

—Eres mi empleada, soy tu jefe, y te estoy pidiendo que te vayas. —se retiró sin rechistar y me resultó incluso extraño. —¿Y ahora que te pasa?

—Pues que estoy harta de tus tratos de usar y tirar. Soy una persona, y también tengo sentimientos. —la miré confundido. Llevaba años follándomela y no me dijo nunca nada parecido. —Me voy, pero no me vuelvas a llamar para algo así. Espero que resuelvas tus problemas con quien sea.

Me quedé callado. Bethany salió pegando un portazo y yo seguía mirando a... a la nada. Decidí salir a correr. Estiré en mi habitación y salí por la puerta del callejón. Y entonces lo recordé. Will. No sabía como estaba, pero la verdad es que me daba exactamente igual. Con tal de que no haga daño a...

INFERNUS ©Where stories live. Discover now