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BLACK

No recordaba mucho más allá de lo ocurrido anoche. El rostro preocupado de Hades se reflejaba en mi mente como un destello fugaz del cual no te puedes olvidar. La frase, o más bien, la pregunta que formuló aún rondaba por mi cabeza.

¿Qué te hicieron, pequeña?

Una simple frase que podía remover todos mis intestinos y hacerme vomitar en menos de un segundo. Recordar mi pasado nunca fue una de mis actividades favoritas. No fue lo que se dice algo perfecto. Una sábana sedosa y fina rodeaba mi cuerpo. Me levanté de la cama e intenté averiguar dónde estaba. El castillo de Hades. La habitación de Hades. El Inframundo.

Además, me sentía extraña. No sabía como explicarlo. Sentía la mirada de alguien en mi nuca. Una sensación que me ponía los pelos de punta. Hasta que la vi.

—Hola, niña.

Ahogué un grito en mi garganta, tirando de las sábanas hacia mí mientras me sentaba en la cama. Como si esas sábanas tan finas pudieran incluso protegerme de una bala.

—¿Quien...?

La chica sentada en el sofá que se encontraba frente a la cama no respondió. Supongo que yo debía descubrirlo. Era una mujer bella, de largos cabellos dorados prácticamente platinos. Su vestimenta iba a juego con su aspecto. Una túnica rosa con reflejos dorados digna de una diosa rodeaba su cuerpo perfectamente esculpido. Era bella, muy bella. Tan bella que... Oh, joder.

—Afrodita... —dije más para mí que para ella. La chica sonrió de medio lado, levantándose de su asiento para llegar hasta mí. Puso sus manos en jarras delante mío, mirándome con aire de superioridad.

—Así es.

Me quedé helada. Sí, he conocido a Hades, Zeus y Poseidón. Los que se repartieron el mundo cuando encerraron a su padre. Como dije, siempre me gustó la mitología. Afrodita se acercó a un lado de la cama y se sentó sobre esta, quedando a escasos centímetros de mí. Y entonces se me ocurrió una de las preguntas más locas que jamás pensé que llegaría a formular.

—¿Es cierto que naciste porque Cronos le cortó los genitales a tu padre?

Afrodita abrió los ojos de par en par. Sus ojos azules claros pareciendo casi blancos se quedaron fijos en mí durante un rato, hasta que sacudió la cabeza y volvió a mirarme.

—Veo que ya estás mejor. Hades estaba muy preocupado, hace horas que no despertabas.

Al parecer, mi pregunta ya tenía respuesta.

—Estoy bien. ¿Qué haces aquí?

Afrodita me fulminó con la mirada.

—Más respeto, niña. Estás hablando con una diosa del Olimpo.

—No la machaques, Afro. No lo hace con mala intención. —Cuando vi la humareda negra de Hades volví a respirar con normalidad. Justo cuando apareció ante nuestros ojos, se sentó a mi lado en la cama y me dio un beso en la frente. —Hola. —susurró.

Le devolví la sonrisa. Me giré con bastante miedo hacia Afrodita. Sería la diosa de la belleza y el amor, pero... era una mujer muy dura.

—Afro, ¿te importaría dejarnos a solas, por favor?

—Por supuesto.

La chica se quedó sentada. Sin hacer nada. No movió ni un músculo.

—Afro...

—Vale, vale. Ya me voy. —dijo la chica levantando los brazos en son de paz. —Que conste que Cronos le cortó los huevos a mi padre porque era un pelele.

INFERNUS ©Where stories live. Discover now