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Desesperante.

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Con dos semanas bajo el mandato de Sana, la empresa había mostrado cambios en todas las secciones, los empleados adoraban a el señor Minatozaki, era un hombre muy dedicado al trabajo y temperamento fuerte cuando se requería, Sana era peor, su seriedad estaba en cada momento, gritando por cualquier imperfección, los únicos alegres de su presencia eran los omegas que esperaban poder tener algo con la alfa. Jihyo admitía algo, su jefa no era simplemente alguien guapa que no tenía idea de lo que significaba estar al mando de cientos de personas, la niponaponía bastante empeño diariamente para mantener estable su empresa, claro con ayuda de Park.

La coreana estaba a poco de presentar su carta de renuncia, Sana parecía no tener piedad por nadie, pero sobre todo con ella, se sentía asfixiada por sus múltiples tareas, la única vez que recibió una actitud cordial de Minatozaki, fue el primer lunes que estuvo ahí la mayor, esta le llevó un café y le pidió disculpas por su accidente del sábado, de ahí en fuera, parecía una guerra por ver quien soportaba más, y ninguna estaba dispuesta a ceder, la alfa podía seguir viviendo con la actitud brusca de su empleada y la menor aguantaría el exceso de trabajo, no podía tomarse el tiempo de renunciar y menos con Ryujin entrando al colegio.

Como si su semana no hubiera sido mala, iba atrasada por media hora, ya podía escuchar la voz brusca de su jefa, podría haber llegado puntual de no haber sido por la rebeldía de su pequeña bebé, esa cosita linda que tenía por hija, tenía un carácter difícil de tratar, podía jurar que en un futuro sería una alfa o una omega muy dominante, solo deseaba que no fuera una idiota como su madre alfa.

Bufo por el recuerdo de esa alfa, como la odiaba, pero en el fondo le agradecía por su pequeña cachorra, era lo único bueno de esa relación tóxica.

Como se lo imagino, Sana ya estaba esperándola con un montón de papeles sobre su escritorio, la japonesa se veía irritada, incluso el piso se había llenado de su fuerte aroma que desbordaba arrogancia y atracción, pero lo último no lo admitiría la omega. Dio pasos rápidos hasta llegar a la más alta.

- ¿Tráfico de nuevo? - cuestionó la mayor con un gruñido bajo. Deseaba quejarse, tener motivos para decir que Park no era apta para un trabajo de esa magnitud, pero mentiría, la joven parecía más preparada que cualquiera de los alfas que tenían un título universitario.

- Un poco. - admitió Jihyo apenada, su altanería no la llevaría a ningún lado, por eso prefería no convivir mucho con su jefa.

- Esos papeles, los necesito antes de la hora de salida, y dígale a Jackson que lo necesito en diez minutos aquí, y que traiga a Bang Chan. - fue lo último que ordenó Sana antes de regresar a su oficina, lista para terminar la semana de buena manera, sí es que podía.

Jihyo asintió observando como la alfa se adentraba a su oficina, esa jodida oficina que gritaba Minatozaki en cada centímetro. La empezaba a detestar, había algo en la japonesa que la confundía, lo que le molestaba de Sana, era lo mismo que le gustaba. Y no tenía idea de que podía ser.

Cuando pudo respirar con normalidad, se sentó, lista para trabajar y seguir cumpliendo las órdenes de su arrogante jefa.

A los minutos, los mejores amigos de Sana llegaron, ambos saludando cortésmente a la omega antes de ir a mal influenciar a Minatozaki. Los caballeros admitían tenerle miedo a Jihyo, parecía tranquila y buena empleada, aunque meses atrás cuando llegó a la empresa no falto quien le hablara con otras intenciones, creyendo que por ser madre soltera se dejaría seducir fácilmente.

❝𝐆𝐎𝐎𝐃 𝐀𝐋𝐏𝐇𝐀❞ ¦ 𝐒𝐚𝐇𝐲𝐨.Where stories live. Discover now