CAPÍTULO 2 PARTE 2: EL JUEGO DE TIRO

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Llegamos al castillo ardiendo de curiosidad por ese nuevo evento. Los niños estaban todos ahí, a Ed lo reconocí de inmediato, niñas había muy pocas, ni una hada estaba presente y un par de adultos estaba a cargo de supervisar y organizar el evento. Las pocas niñas y algunos niños espectadores nos sentamos en las gradas  frente al castillo. La puesta de sol comenzaba su presentación y el castillo lucía hermoso acompañado de las nubes rosas, moradas y naranjas que decoraban el cielo.

—Niñas, ¿listas para la primera competencia de tiro? —dijo Rita sentándose entre Belén y yo.

—¿En qué consiste?- preguntó Belén.

—Ese instrumento se llama arco y se utiliza para lanzar las flechas de madera. Luego, está la diana, ese es el objetivo, que la flecha de justo en el centro. Gana el que esté más cerca de acertar en tres rondas —explicó nuestra amiga —. Las normas las comunicaron hace unos minutos, pero de todas formas se consiguen instructivos en casi todos los kioscos del festival, también el arco y las flechas y anunciaron que comenzaran a dictar clases.

—¿Clases dices? —me dejó asombrada aquella noticia.

—Sí, clases. En la academia será obligatorio, y aunque no será obligatorio, en el instituto también se dictará.

—Esa actividad del arco suena un poco violenta —comentó Belén con inocencia.

—Estoy segura de que lo es —añadió Rita —Ed dijo que en su reino esta actividad también se emplea en batallas, como defensa, y en la casería.

—¡CACERÍA! —exclamo Belén pálida del susto —eso sí que da miedo.

Estaba muy confundida en aquel entonces "¿Estaba Ciara enterada de esto, y si lo estaba, Por qué no nos lo había comentado?". La violencia nunca había sido valorada en Puerto Cristal y ahora querían enseñarla en la academia, introducirla en el instituto e incluso darle un lugar en el festival. Premiar una actividad que es sinónimo de batalla y cacería, no tenia sentido para mí. Además, Rita acababa de decir que Ed venía de un reino, eso no podía ser posible, los habitantes de los reinos no estaban aquí permitidos, salvo rigurosas excepciones y era evidente que Ed no cumplía con los requisitos para ello. En fin, solo eran cosas que para ese entonces no era capaz de entender, con el tiempo me he dado cuenta, Ciara tomó la mejor decisión. No debí dudar, ella siempre toma la mejor decisión.

El primer juego de tiro se inauguró con dos disparos al aire. Ruidosos disparos que no solo nos dejaron perplejas a Belén y a mí, más de uno estaba pálido del susto. Todo en aquel juego parecía ser turbio. 

—Necesito azúcar, se me ha escapado el alma del cuerpo —Belén se puso de pie temblando —. Y mi alma solo regresará si uso algodón como cebo. ¿Quieres algo Anaya?

Negué con mi cabeza, sacudí mi mano indicando que se fuera con prisa.

Dedique mi concentración al juego la hora y media que tardó en terminar. Tan atenta estaba que no note las dos veces que Belén fue y vino por algodón, también ignore todos los comentarios de Rita. Estaba asombrada por aquel juego, intente entender y aprender cada regla, lo conseguí. Cuando el juego terminó conocía cada detalle, aun así no me parecía propio. Emocionante, sin duda parecía emocionante tomar el arco y disparar, incluso en algunos momentos me picaron ganas de ir a intentarlo, pero a su vez definía aquella actividad como un juego que incitaba la violencia, instrumentos que buscaban matar, no podía estar de acuerdo con eso.

Ed y el hijo mayor de un importante hechicero estaban a la par. Solo quedaba el último tiro de Ed, su tiro definiría el resultado del juego. Segundos antes de que Ed efectuara su tiro, mire a mí alrededor. Ahora había mucha gente, las gradas no estaban repletas, pero estaban cerca de estarlo, algunas hadas estaban también de espectadoras y eso era algo tan extraño. Las hadas son defensoras de la paz, de la vida y la naturaleza, se supone que jamás estarían de acuerdo con algo como eso.

Ed me miró, cuando me di cuenta detuve mi mirada en sus ojos. Entonces me regaló una de esas sonrisas, no recuerdo ya cuantas me había regalado para aquel momento, guiño su ojo derecho y dejó que la flecha tomara su curso. Sin apuntar del todo, sin mirar, solo la dejo ir. En ese momento estaba segura, Ed había perdido el juego por completo, era mi culpa, lo distraje. Pero era lo correcto, en su reino practican tiro todo el tiempo, así que él tenía ventaja sobre el resto de los participantes que jugaban por primera vez.

...

La flecha dio justo al centro, Ed había ganado.

Algunos aplaudieron, pero la mayoría no sabía qué hacer. Todo era muy nuevo para nosotros.

—¡ESO FUE POR TI, ANA! —grito Ed abriendo sus dos brazos – HAS SIDO MI INSPIRACIÓN.

Me lanzo un beso que viajo por medio del viento. Un beso que choco contra mi cuerpo pálido del asombro. Un beso que no fue correspondido y mucho menos recibido con gracia. La expresión de Belén era idéntica a la mía. Nuestras bocas estaban tan abiertas como si estuviésemos esperando comer el bocado más grande de algodón de azúcar, nuestros ojos saltaban y nuestras manos se tornaron heladas. No podiamos creer lo que estaba pasando.

—Eso ha sido contigo Anaya —murmuro Belén cuando logro descongelarse.

—¿Qué dices? —se pronunció Rita.

—Así le dice, Ana —explicó Belén entre murmullos, si Ciara se enteraba de esto, nos haría comer poción de rana y coliflor por una semana —. Es el nombre de una princesa. Ed dice que Anaya se parece a la princesa, por eso decidió llamarla así, ella es su princesa.

—¡YA CALLATE BELÉN! —grité colocándome de pie —Las princesas que cuentan los cuentos de hadas no existen. Ciara está cansada de decírtelo.

Tomé a Belén de uno de sus brazos, antes de despedirme de Rita.

A nadie le dirigí la palabra esa noche, ni siquiera a Ciara.

Cuentos de Hadas: Historia del primer amorWhere stories live. Discover now