CAPÍTULO 4 PARTE 1: Entrada del festival

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Cuando me sentí más segura que nunca, cuando al fin había tomado una decisión irreversible, Ed me dio mi primer beso. Siempre imaginé que ese momento sería especial, romántico, mágico entre flores, bajo una bonita caída del sol y con la melodía de campanitas de cristal. Mi beso no fue nada parecido a aquello que tanto idealice, en lugar de ello, fue mucho mejor.

Frente al lago Ra, bajo el vivo sol de la tarde, rodeados por el silencio del agua en calma, yacíamos él y yo, el niño de cabello rizado y la desconocida Ana, jugando a ser los protagonistas de una realidad donde podían estar juntos. Una realidad donde hablar no merecía castigo, donde intercambiar miradas y sonrisas no hacía sentir culpa e incluso podían permitirse el lujo de regalarse un beso. Aquella noche dormí ilusionada, aquel beso despertó sentimientos que no sabía que dormían en mi corazón.

—He cambiado de parecer —le comenté a Belén a una cuadra de llegar al festival —, no ignoraré más a Ed y tampoco mis sentimientos por él... quiero ser su novia.

Sonreí nerviosa al imaginar todo lo que eso podría significar.

—¡ANAYA! —Belén se detuvo en seco —¡TE HAS DESCOMPUESTO!

Los ojitos de Belén me miraban con preocupación.

—Tenemos que ir a casa, Ciara te preparara un té, estarás bien, lo prometo —tocaba mi rostro intentando descifrar mi temperatura.

—-Belén, estoy bien —aparte sus manos de mi cuerpo —Yo no puedo estar descompuesta, no soy un reloj u objeto, soy un ser, nosotros enfermamos que es diferente. No necesito té, medicina, ni un destornillador, por si pensabas proponerlo. Hablo en serio, no pretendo ignorar más mis sentimientos.

—¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

—Ayer Ed me besó —cubrí mis labios con ambas manos.

—¡OH! ¡POR TODAS LAS BRUJAS BLANCAS! —Belén empezó a saltar emocionada, fue inevitable no reír al ver su reacción —cuéntame más.

—Bueno, fue un beso muy corto —expliqué recobrando la calma —, pero muy bonito.

—Ahora que serás su novia debemos tener mucho cuidado —me tomo del brazo y continuamos caminando —Ciara nos matara cuando se entere, pero tranquila, te cubriré en todo. Es tan emocionante que una de nosotras tenga novio, me siento en un cuento de eso que suelen narrar las hadas.

—Sí, pero en esta historia no hay príncipes y princesas.

—Y que bueno que nos los hay —reímos como las niñas que éramos, reímos aliviadas de vivir en Puerto Cristal.

Llegamos a la entrada del festival, otra vez estaba repleta de seres intentando pasar. Por suerte ese día vestíamos pantalón. Pantalones color blanco y blusas floreadas que dejaban desnudos los hombros. Usar pantalón era todavía muy moderno, era una moda que apenas estaba iniciando. El pantalón femenino fue introducido en la academia por Ciara, para que las guerreras tuviesen mayor comodidad. Hadas, brujas y hechiceras estuvieron en total desacuerdo, pero las guerreras estuvieron convencidas desde el día uno. A Ciara le gustaba vestirnos con pantalón porque así muchas niñas comenzaban a utilizarlos también.

—A la cuenta de tres- ordené a Belén tomando con fuerza su mano —TREEES —grité como si estuviera dando inicio a una carrera de patos.

Nos escabullimos entre la multitud, con nuestras pequeñas estaturas el trabajo se hacía sencillo. Ya estábamos cerca de la entrada, así que de mi pequeño bolso intente sacar los tiquetes, pero falle, y cayeron al suelo.

Belén y yo comenzamos a buscarlos con apuro. Pisotones, codazos y un desagradable olor que nos perturbaba

—Tenemos que salir de aquí ahora —advirtió Belén que ahora tomaba con más fuerza mi mano. Ella tenía razón, no conseguiríamos los tiquetes en tanto rebullicio.

—¡ANA! —la voz de Ed me estaba llamando. Había decidido no ignorarlo, pero no podía revelar la identidad de Ana frente a todos los seres que estaban ahí presentes —¡ANA! ¡ANA! ¡ANA!

Belén me miró a los ojos

—Ahora no, Anaya, tenemos que salir de aquí —susurro. Mi interior sabía tanto como Belén que no había mejor opción que ignorar a Ed en ese momento.

Con esfuerzo llegamos a la entrada y el sujeto de los tiquetes pidió los nuestros

—Señor, los hemos perdido en mitad de la estampida que hay para llegar aquí —explicó Belén.

—¿Estampida? —interrogo el sujeto confuso.

—Discúlpela, Belén no sabe hablar bien a veces —conteste nerviosa.

—Sin tiquetes no entran —con firmeza y autoridad, indico el sujeto.

—¿En serio caballero? —nos sorprendió la voz pícara de Van —interesante eso de que las niñas de Ciara no puedan entrar al festival.

—¿Niñas de Ciara? —el sujeto, quien creo que no es más que un ser común, comenzó a tornarse nervioso.

Nunca había sido normal encontrar seres comunes en Puerto Cristal, pero los últimos dos años Ciara había otorgado permiso a aquellos seres que demostraban la necesidad de huir del odio y abandono que los reyes ofrecían a en sus tierras. No todos estaban de acuerdo con aquella nueva política, sin embargo, Ciara insistía en que era necesario.

"Nuevos tiempos se aproximan, nuevas batallas que pelear"

—Yo no diría que es caballero —añadió Belén —. Estoy segura de que Ciara no tendrá problema en dar uso de su rana con coliflor si se enterase esto.

—No hará falta que Ciara se entere —me gire al escuchar su voz —. Yo encontré tus tiquetes.

Era Ed.

—Anaya, eso dijiste, ¿cierto? —Belén arranco los tiquetes de las manos de Ed, mientras él y yo intercambiamos miradas y sonrisas.

—Aquí tiene, caballero —entrego Belén, los tiquetes –. Estaremos por ahí, cerca del puesto de algodón, por si gustan pasar el rato. Gracias por la ayuda.

—Buenos días, príncipe Ed —alcance escuchar que dijo el antipático sujeto cuando era el turno de Ed para mostrar sus tiquetes.

Quede muy confundida —¿Príncipe Ed? No hay príncipes en Puerto Cristal.

Cuentos de Hadas: Historia del primer amorWhere stories live. Discover now