10. Mantén tus ojos sobre los detalles

4.3K 275 570
                                    

   Estuve tan dolida la siguiente semana, que hice ejercicio todos los días sin falta.

   El cansancio físico y agotamiento mental que acarreaba, me generó fatiga suficiente como para que mis ojos se cerraran una vez mi cabeza hiciera contacto con la almohada. Entre los arduos entrenamientos, las entrevistas ocasionales, sesiones fotográficas, reuniones, y todo lo que acontecía en mi calendario, no tenía demasiado tiempo para preocuparme por mis sentimientos.

   Eso no era precisamente bueno.

   Hacerme cargo de mis emociones era algo que no me tomaba a la ligera. Sin embargo, mi agenda estaba tan apretada los últimos días, que el poco tiempo libre que encontraba, lo usaba para hacer pipí.

   Luego de aquella cita desastre en donde dos de las tres parejas terminamos molestos entre nosotros, me mantuve especialmente alejada de las redes sociales lo más que pude. Publicaba contenido, respondía un par de comentarios y mensajes, grababa videos o me sacaba fotos, pero la mayoría de la interacción la hacía Lory por mí. Era parte de su trabajo, y yo no podía estar más que agradecida de no enterarme sobre nada de lo que Raph Williams hacía en su día a día.

   ¿Me mataban las ganas de saber? Por supuesto, pero también me mataría ver lo lindo, profesional y dedicado que es en su vida, y no formar parte de ella gracias a mis inseguridades.

   Nigel y yo, para mi suerte, no habíamos tenido más encuentros. Intentaba evadirlo lo más que podía, excusándome con ocupaciones o cansancio que no me permitía ningún encuentro de los que a él le gustaba. Seguía totalmente enfadada, y lo sabía, así que estaba como un perro sarnoso callejero detrás de una hogaza de pan intentando compensar sus cagadas. Entre ello, me consiguió un buen contrato para modelar una marca de ropa internacional por todo un año: me regalarían prendas para publicitar, y tendría sesiones de fotos esporádicas por lo que va de meses. Eso no compensaba nada, pero no me venía mal en lo absoluto.

   Con la única que mantuve contacto después de ese fin de semana terrible, fue con Becca. Me estuvo ayudando personalmente en mi problemita con asumir hechos y mi poca capacidad para preguntar. Fue muy atenta, amable, y parecía realmente tener idea de lo que estaba hablando. Me encantaba tener personas cerca que me ayudasen a crecer.

   No es como si ya estaba reparada, pero entendí cosas que al principio no, y comenzaré a emplearlas en mi vida, con o sin Raph.

   El chico no me había escrito desde entonces. De hecho, todos los eventos a los que teníamos que vernos juntos, eran comunicados por Ross Williams directamente a Loretta; ya no me llamaba para invitarme. No fueron muchos, de todas maneras, en vista de que él y su familia estaban demasiado ocupados viajando a Estados Unidos para ir al Súper Bowl. Y no, no me escribió, o llamó, o se comunicó de ninguna forma conmigo ni una sola vez, aunque dijo que lo haría.

   Esto me afectó más que nada, pero lloré un par de noches de frustración hasta que el dolor se fue disipando. No tenía demasiado tiempo para llorar. Si lloraba, eran menos horas de sueño, y me despertaba muy temprano para ir a entrenar y desgastar toda mi energía en algo bueno.

   A pesar de que lo siguiente en la lista de cosas por hacer con Raph en público era asistir al cumpleaños de Rod y Rhea que se celebraría el próximo sábado en una especie de cabaña familiar, Ross estaba llamándome a mi celular justo cuando caminaba por el pasillo que llevaba hasta mi apartamento. Tengo que forcejear entre las llaves, mi celular y el bolso que traía desde el gimnasio para que nada se me cayese de las manos.

   —¿Hola? —respondí, sosteniendo el móvil con mi cabeza y el hombro.

   —¡Riley! ¿Qué tal? —su característica voz entusiasta me provoca una sonrisa —. ¿Estás ocupada justo ahora? He intentado llamar a Loretta toda la mañana, pero parece estar fuera de servicio.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora