14. No cometas los mismos errores, Riley.

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   Para el final de la semana, llegué a sentirme potencialmente mejor.

   No regresé a mi apartamento hasta el jueves. No es que me molestase la compañía de Raph, pero requería de tiempo a solas para analizar muchas cosas. Sobre mi vida, sobre Nigel, sobre lo que había ocurrido, e incluso, sobre mí y Raph.

   A veces, me costaba hacerme consciente de la magnitud e importancia de ciertas situaciones. Así como le mencioné a mi chico anteriormente, estaba tan acostumbrada a los hechos, que a pesar de que hubo violencia con mi agente la última vez, es probable que no lo hubiese tomado como algo tan espantoso por el simple motivo de que él llevaba haciéndolo por tanto tiempo que ya parecía rutinario. Eso era peor.

   Así que trabajé en mis pensamientos para afrontar la realidad: he sido abusada sexualmente y manipulada a conveniencia de Nigel Ward para su propio beneficio. Por supuesto que sabía eso, pero supongo que me lo tomaba a la ligera.

   Cada vez que Alexa se comunicaba conmigo, me daba cuenta de la seriedad del asunto.

   Ella se encargó de todo: involucró a la policía e hizo una denuncia formal en contra de mi agente por violación, estupro, acoso y violencia psicológica. Me conversó de que tendríamos una reunión importante muy pronto, y que me mantuviese serena y confiada. Lo hice, por muy difícil que fue.

   Como había prometido, Raph salió ileso del asunto. Sin embargo, tuvo que pagar más de lo previsto por la multa. Y por más, me refiero al doble de lo estipulado. Me sentí culpable, a pesar de que él intentó convencerme de que un millón de dólares valía la paliza que le dio por lastimarme, hubiese deseado que ni siquiera tuviese que pagarlos. Que no se hubiera involucrado.

   Pero de no haber sido así, yo no sería libre.

   Me encontraba tan agradecida con Raph, que no hallaba cómo demostrárselo. Decidí dedicar un tiempo para mí y averiguarlo. No sentía que le debía algo, pero sí era digno de admirar todo lo que estaba haciendo por mí sin esperar nada a cambio. Era obvio que me quería de verdad. Y yo a él. No tenía dudas de eso.

   Así que, después de un par de días sola, decidí que necesitaba ver más caras. Todavía no había salido a la calle, ni había hablado con nadie más que Raph, Alexa, Trev, y mis madres. Es por eso que, el sábado después de almuerzo, ignorando la torrencial lluvia que precipitaba a lo largo de la ciudad, llamé a un par de personas que han estado preocupadas por mí y querían verme.

   Improvisé planes, y me encontré con sus rostros sonrientes frente al lugar estipulado.

   —¡Riley! ¡Te he extrañado! —chilló ella.

   Abracé a Becca y sus brazos se sintieron cálidos y amistosos. Era grato abrazarla, porque, de alguna manera, transmitía todas las buenas energías hacia ti. Parecía ser un don que tenía.

   —Y yo a ti —admití —. Antes de que lo pregunten, estoy bien. Bueno, estoy mucho mejor.

   —Es bueno saberlo. —Roxanne me sonríe a un costado, posando su mano sobre mi hombro —. Fue una tortura esperar a que me llamaras, y no quise preguntarle a nadie cómo estabas. Prefería saberlo directamente de ti.

   —¿Por nadie te refieres a Rod?

   Rox suspira.

   —Sí, todavía no le hablo. Es un idiota.

   La verdad no lo era, pero ya se lo diría luego. El tema de su hermana menor era bastante delicado, a pesar de que Maya era mayor de edad. No sabía cómo reaccionaría Rox al respecto. Supongo que por algo Rodrick no se lo ha mencionado.

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