29. Noticias de último minuto

1K 80 60
                                    

   Agosto transcurrió exageradamente rápido.

   La mitad del mes resultó sin problemas. A excepción de que cogí un terrible resfriado, las primeras dos semanas fueron tranquilas, sin nada interesante que acotar. Raph fue especialmente atento por todo el tiempo que duró mi gripe. Supongo que todas las empapadas bajo la lluvia apenas estaban haciendo efecto. Como si mi cuerpo hubiese acumulado todo para soltarlo cuando sintiese el mínimo de tranquilidad. Bueno, gracias.

   Para mi suerte, me consintieron con caldos de pollo, limonadas calientes, y muchas películas nocturnas. Quise convencer a mi amado novio que me permitiera dormir en otra habitación, porque lo último que quería, era contagiarlo, pero por supuesto, él se negó rotundamente, alegando que debía cuidarme por si me daba fiebre en la noche, como si yo no fuese una adulta responsable que podía resolverlo de ser el caso. Sin embargo, los besos se limitaron hasta que volví a la normalidad, como era debido. Raph nada más era afortunado de tener un sistema inmunológico del carajo, porque no enfermó nunca.

   Eso no pudo evitar que tuviésemos que suspender nuestra invitación al programa de Jack Collins. Fue solo cuestión de suerte que no nos habían anunciado todavía al público, así que, después de un engorroso ajuste en nuestras agendas, pudimos reprogramar nuestra aparición para la fecha exacta de mi cumpleaños. Había la suficiente cantidad de tiempo hasta el tres de septiembre para recuperarme por completo del resfriado.

   Ahora, ¿las siguientes dos semanas? 

   Un completo estrés.

   A pesar de que todavía no había noticias de Holden -cosa que no nos tranquilizaba en lo absoluto-, teníamos algo más importantes en lo que preocuparnos. Y ese algo tenía nombre y apellido: Hudson Harris.

   Rhea Williams también. Nunca está demás agregarla a la lista.

   Eventualmente, Raph se reunió con Hudson para mantenerlo al tanto de nuestra situación y participación dentro de la desaparición de Holden. Como ya habíamos planeado, él no dijo absolutamente nada, mucho menos después de que hicimos nuestra propia investigación aquella noche cuando apenas y fuimos capaces de conciliar el sueño después de tanta información dando vueltas dentro de nuestras cabezas. Eso nos persiguió por otro par de noches más.

   Él todavía desconocía mi as bajo la manga. Escondí el USB donde sabía que no podría encontrarlo, e hice una copia en mi portátil bastante disimulada. Claro estaba, Ryatt me enseñó cómo hacerlo, o yo hubiese dejado la carpeta a simple vista en el escritorio del ordenador.

   Mantuve mi palabra de no usarlo a menos que fuese estrictamente necesario. Sabía que, si Raph se enteraba, causaría un problema importante entre ambos, y las cosas estaban demasiado bien como para arruinarlas con una pelea que podría no tener solución.

   No obstante, cuando recibimos una llamada de Rodrick donde su primera frase después de contestar fue un preocupado:

   —Tenemos que hablar.

   Sabíamos que nuestros problemas estaban por dispararse al cielo.

   Esa tarde del domingo, nos reunimos todos en nuestro departamento. Por todos, me refiero a los tres hermanos Williams, Roxanne, y yo. Becca seguía brillando por su ausencia. No estaba segura de que fuese mejor así.

   Después de saludarnos, compartir un par de bebidas, y sentarnos cómodamente en el salón principal, me tomé la libertad de preguntar, ansiosa:

   —Entonces, ¿qué es eso que tenías que decirnos?

   Rod exhaló, tomando un sorbo de whiskey. Estiró un brazo detrás de los hombros de Rox antes de hablar. Los veía más juntos que nunca desde que ella volvió de Estados Unidos. Eso me contentó un poco dentro de tanta presión.

El ContratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora