Capítulo 19

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-- Gracias. Iré a acostarme. -- dijo Emma, levantándose con cuidado.




-- De acuerdo. Buenas noches.




-- Buenas noches.




Mientras subía las escarelas, escuchó un trueno tan fuerte que se quedó quieta, con la respiración agitada. Sin embargo, no regresó a la sala, sino que terminó de subir Y corrió a la cama, dónde se quitó la ropa ensangrentada y se acostó en lencería, cubierta por completo con la frazada. Diego, por su parte, se quedó abajo pensando y un poco molestó porque no entendía lo difícil que era para Emma quedarse con él. A raíz de eso, comenzó a preguntarse qué le pasaba, pues ese tipo de cosas nunca le habían importado. Al escuchar que reanudaron los truenos, sé preocupó por ella, pero optó por ir a su propio cuarto para dormir. Como había prometido, no iba a volver a tocarla e iba a tratar de olvidarse de ella. Mientras tanto, la joven seguía intentando dormir, pero no podía a causa de los estruendos, que no cesaban. Se sentía sofocada por el ruido y estaba sudando frío. Cuando un relámpago iluminó la habitación, Emma se levantó de un salto y salió corriendo hacia la habitación de Diego. Allí, saltó a la cama sin pensarlo, y él se despertó a causa del susto.





-- ¿Qué pasó?. -- preguntó, alarmado.





-- Tengo miedo. -- susurró ella.





-- ¿Pero no tenías que saltar encima de mí? Estaba durmiendo.



-- Lo siento.



-- ¿Quieres dormir aquí?



-- Sí. Si no es mucha molestia.



-- Está bien. -- suspiró. -- Acuéstate.



Él hombre encendió una lámpara y ella se movió para acomodarse en la cama. En consecuencia, él vio que la chica estaba en lencería, pero ella no se percata a tiempo e igual se acuesta abrazándolo. El corazón de Diego dio un vuelco de inmediato; estaba petrificado.



-- ¿Qué pasó?. -- preguntó ella al notar que él estaba tenso.



-- Dime que estás bromeando.



-- No entiendo. ¿Qué pasó?



-- ¿Todo era un plan para provocarme?



-- ¿De qué estás hablando?



-- ¿Viste cómo eres, Emma?. -- inquirió con indignación.



En cuanto Emma entendió de qué estaba hablando y recordó que solo estaba usando su ropa interior, se apartó de inmediato y se levantó de la cama, nerviosa.



-- Lo siento, lo siento. No me di cuenta. Me escapé y no me acordé.



-- Bueno. Ponte esto. -- dijo mientras se quitaba la camiseta que llevaba puesta para arrojársela. La chica se puso la prenda a las apuradas y volvió a acostarse en la cama, pero esa vez no lo abrazó. Él empezó a acariciarle el cabello y ella se durmió a los pocos minutos.



Al día siguiente, Diego se despertó sintiendo un peso encima de él. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Emma lo estaba abrazando y tenía la pierna sobre la suya. El joven intentó moverse, pero la chica ni se inmutó. Ante la imposibilidad de escapar, él cerró los ojos Y empezó a acariciarle el cabello, mientras miles de pensamientos confusos le rondaban por la cabeza. Hasta hace unos días. Emma era una completa extraña para él, una don nadie, pero hoy se despertaba en los brazos de la chica en su propia cama. Todo eso le generaba un lío tan grande en la mente que lo dejaba atónito.



Al cabo de unos minutos, la joven se despertó y miró a su alrededor. En cuanto vio quién era su acompañante, se sentó rápido con los ojos gran grandes como platós, como sí no supiera dónde estaba. Apenas recordó la noche anterior, se sonrojó de vergüenza y bajó la cabeza. Diego se incorporó en la cama y le echó el pelo hacia atrás para verle el rostro.



-- Buenos días a ti también. -- la saludó.



-- Buenos días. -- respondió ella sin mirarlo.



-- No hay necesidad de estar asustada ni avergonzada.



-- Lo siento, rompí una regla de la casa.



-- Relájate, lo dejaré pasar.



-- Me voy a mi cuarto.



-- Puedes quedarte aquí si quieres, aún es temprano e Isadora está durmiendo.



-- ¿Entonces por qué ya estás despierto?



-- Tengo que viajar. -- explicó él. -- Es por negocios. Vuelvo en dos días. ¿Me vas a extrañar?. -- dijo mientras se levantaba.



-- No. -- respondió ella sin más. -- Cuídate.



-- Eso haré. Dale un beso a Isadora de mi parte.



-- Por supuesto.



-- Cuídala mucho. Cualquier cosa, me llamas. -- le recordó.



-- De acuerdo.



Ella se acostó de nuevo y él fue al baño a darse una ducha y vestirse. Como su maleta ya estaba lista, solo le quedaba prepararse para salir. Cuando regresó a la habitación, la chica estaba durmiendo, así que aprovechó para acercarse y mirarla por un momento. Pensó en acariciarle la mejilla, pero se arrepintió de inmediato, por lo que tomó su equipaje y entró al cuarto de su hija. Luego de darle un beso en la frente, sé dirigió al coche y se fue.
















































Hasta aquí el capítulo 19.

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Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora