Capítulo 40

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Mientras conversaban entre tragos de café, salió el tema de Leticia.




-- ¿Alguien sabe cómo está? -- preguntó Luana.



-- Está bien. Tiene lastimada la nariz y perdió algo de cabello, pero se repondrá. -- respondió Caio entres risas.




-- Ella se lo buscó. -- afirmó Priscila.




-- Recordará lo que hizo durante mucho tiempo cuando se mire al espejo. -- bromeó Lara.




-- Estuvo buena su fiesta de madrugada eh. -- comentó Diego.




-- ¿Nos oíste?





-- ¿Te queda alguna duda?




-- Le dije a Lara que se callara. -- afirmó Caio.





-- ¡Qué vergüenza! -- dijo la chica.





-- Cómo si Diego fuera un santo. -- agregó Isabela.





-- Estuve durmiendo, ustedes se estaban besando con unos locos.





-- Sí, seguro. -- dijo Marcos.




-- ¿Qué opinan de ir a la playa? -- propuso Emma para cambiar de tema.





-- ¡Sí! -- chilló Lara.




-- Yo también quiero ir. -- coincidió Isabela.






-- Vamos a cambiarnos, entonces. -- indicó Lucas.





-- Vamos a tomar unos tragos, Diego. -- dijo Caio.





-- Está bien.





Ellos se fueron por los tragos, las chicas que estaban listas se quedaron en la mesa y las que faltaban fueron a prepararse. Después partieron hacia la playa. Tras encontrar un buen lugar con mesas para quedarse, las chicas decidieron ir al agua. Emma y Lara se quitaron los pantalones y quedaron sólo con los bikinis; antes de que los chicos pudieran decir algo, corrieron al agua. Ellos se miraron el uno al otro y después fulminaron a los demás con la mirada. Emma llevaba un bikini con estampado de corazones; Lara llevaba un bikini estampado azul, que tampoco era muy revelador, pero, como tenía los pechos grandes, la parte inferior parecía más pequeña, aunque estaba bien.





-- ¿Viste las caras de los chicos? -- preguntó Lara.





-- No me importa. -- afirmó Emma.




-- Mierda, ¿de verdad? Yo confieso que me gusta ver a Caio celoso.




-- Pero no debe exagerar.




-- Exagerado es su segundo nombre. Ja, ja. -- bromeó la chica.




-- Vamos a nadar.





Nadaron y conversaron un rato y, cuando volvieron con los chicos, ellos estaban muy serios. Los ignoraron, tomaron dos alfombras de playa y se acostaron en la arena boca abajo. Tomaron sol como si nada, aunque, por dentro, se morían al verlos enojados. Ellos las miraron incrédulos y, al ver que sonreían a escondidas, decidieron provocarlas también. Caio comenzó a sacarse la ropa y Diego también; sólo se quedaron en bañador y fueron al mar. Ellas se miraron incrédulas al ver que se fueron sin discutir.





-- No puedo creer que Caio se haya quitado los pantalones. -- le dijo Lara.







-- No pelearon con nosotras, ¿por qué? -- preguntó Emma.





Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora