Capítulo 38

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Todos se sorprendieron al escuchar a Emma decir que estaba saliendo con Diego. Las chicas sabían que estaba con él, pero no que fuera algo serio, así que se los quedaron mirando mientras bebían tranquilamente. Lara estaba aletargada por el alcohol y solo sonreía. Por su parte, Pedro no volvió  a la mesa, se quedó solo en la sala, y los demás siguieron disfrutando de la noche. Los chicos se burlaron de Diego por la noticia, las chicas felicitaron a Emma y también comentaron sobre su coraje porque Diego era un gallina. Cuando llegó el amanecer, por fin se fueron a dormir.

Emma y Diego fueron juntos a la habitación y se cambiaron antes de acostarse. Ella se puso un camisón de encaje negro y él, un short sin camisa. En cuanto la chica salió del baño camino a la cama, él se quedó mirándola con los ojos brillantes. Cuando se acostó, se le lanzó encima al instante y la besó en los labios.

-- Será casi imposible dormir contigo usando esto. -- dijo.

-- Vas a estar bien.

-- Tú estarás bien, que estás tan tranquila.

-- ¿Quién dijo que lo estoy?

-- Entonces, ¿por qué no te rindes? No te dejaré después de que esto pase. -- aseguró él.

-- No puedo, no puedo. -- se lamentó la joven.

-- Pero dijiste que no eras virgen. -- dijo Diego, confundido.

-- No puedo hacer eso con otro hombre irónico, ¿no? No sé por qué seguí viviendo después de lo que pasó.

-- ¿De qué estás hablando?

- Me siento la peor persona del mundo. Creo que estás bromeando y luego te burlarás de mí. Si fuera un hombre no me preocuparía.

-- Emma, ¿de qué hablas? No estoy bromeando, me gustas de verdad. -- afirmó él hombre.

-- ¿Por qué esto no sale de mí? ¿Por qué no puedo olvidar, Diego?

-- Mi amor, ¿qué te pasó?

-- ¿Por qué me hicieron esto? Prométeme que lo olvidaré, por favor, prométemelo.

-- Te ayudaré en todo lo que necesites. No sé qué te pasó, pero sanaré todas tus heridas, mi amor, puedes confiar en mí.

-- Eres mi ángel.

-- Duerme, princesa, mañana todo estará bien.

-- Quédate conmigo abrazándome. -- suplicó.

-- Estoy aquí, no te voy a dejar.

Ella cerró los ojos, que tenía llenos de lágrimas, y enseguida se quedó dormida. Mientras él la abrazaba, las palabras que había dicho le daban vueltas por la cabeza. No sabía si había sido el alcohol lo que la había hecho delirar o si realmente le había pasado algo. Estuvo pensativo durante mucho tiempo hasta que la escuchó hablar en sueños.

-- No me lo merecía, Elsa. Te odio. -- dijo la chica. -- ¿Por qué me hiciste eso?

Diego se confundió aún más al recordar que Elsa era su hermana, pero, ¿por qué la odiaba? ¿Qué había pasado? Lamentó no haber leído todo el informe, pero se prometió que lo iba a descubrir. Si ella no le decía la verdad, él mismo la iba a encontrar.














Hasta aquí el capítulo 38.

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Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora