Capítulo 39

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Luego de un tiempo, se empezaron a escuchar los gemidos provenientes de las otras habitación, Emma estaba profundamente dormida,  pero Diego escuchó todo y sonrió al pensar en sus amigos. Al día siguiente, Emma despertó aturdida y con muchas náuseas, así que corrió al baño a vomitar. El alboroto despertó al chico, que corrió tras ella al verla. Le acarició la espalda y le sujetó el cabello mientras vomitaba. Emma se avergonzó mucho, por lo que no pudo mirarlo al pasar para lavarse la cara. Él vio que estaba sonrojada, se acercó, la abrazó por detrás y le besó el cuello.



-- Buenos días, mi princesa. -- dijo.



-- Buenos días.




-- ¿Ya estás mejor?



-- Sí.



-- ¿Por qué agachas la cabeza? No tienes de qué avergonzarte.




-- Fue repugnante, se suponía que no debías entrar. -- explicó ella.



-- Quería ayudarte, no me pareció repugnante.



-- Voy a tomar una ducha, ¿de acuerdo?




-- Está bien, te dejo tranquila. -- él salió del baño y se sentó en la cama a pensar en todo lo que había pasado y en lo que había dicho Emma cuando deliraba. Tenía la cabeza llena de dudas y no sabía si hablar con ella o no. La chica salió del baño envuelta en la toalla y fue a buscar ropa al bolso. Él estaba sentado en la cama mirando su móvil, pero en realidad estaba tratando de encontrar las palabras adecuadas. Ella volvió al baño y salió con una bikini y pantalones cortos; al ver a Diego callado, se acercó a él y se sentó en su regazo.



-- ¿Por qué estás así? ¿Sucedió algo? -- preguntó.



-- ¿Te acuerdas de ayer?



-- Por supuesto, no estaba tan borracha. -- afirmó ella.




-- ¿Y de lo que dijiste en la cama cuando nos fuimos a dormir?



-- ¿Por qué preguntas eso? -- dijo e intentó irse, pero él la abrazó para retenerla.



-- Quiero saber qué te dolió tanto, mi amor. -- dijo él.



-- No quiero hablar de eso, cuando sea el momento adecuado, hablaremos.




-- Confía en mí, solo quiero ayudarte. Sé que algo pasó porque es evidente. Dijiste cosas en sueños, Emma, y no dejan de darme vueltas por la cabeza. -- explicó Diego.



-- Diego...



-- Créeme, dijiste que quería jugar contigo, pero no es así. Solo quiero que seas completamente mía y que me dejes cuidar de ti. -- interrumpió él.



-- Es un tema muy difícil para mí. Sí, me pasó algo, pero este no es el lugar adecuado para que hablemos de eso.




-- Este es el momento. Ya empezamos a hablar, ábrete conmigo, por favor. -- rogó el hombre.




-- No es tan simple. Me duele mucho y me da miedo que me dejes cuando lo sepas. -- reveló Emma.




-- Nunca te dejaré.




-- No digas eso porque no sabes qué pasó.



-- Nada hará que renuncie a ti. Sé quién eres y eso es lo que importa.




-- ¿Estás seguro?




-- Claro que sí. Lo único que quiero es  estar contigo, que estemos bien.




-- Yo también, te estás volviendo muy especial para mí y tengo muchas ganas de estar contigo.



-- Eso es bueno, solo confía en mí, ¿de acuerdo?



-- Está bien, pero intenta olvidarte de eso, ¿sí? -- le pidió Emma.



-- ¿Cómo puedo estar tranquilo sabiendo que algo te pasó?




-- Se acabó, ahora estoy bien. Creo que el alcohol me trajo malos recuerdos.




-- Hablemos de eso, así podrás relajar tu mente. -- insistió.




-- No te vas a rendir, ¿verdad?




-- No, mi amor, quiero saber qué te está atormentando.




-- Yo... -- cuando estaba a punto de empezar, alguien llamó a la puerta. Lara comenzó a llamarla, así que ella se levantó del regazo de Diego, pero él la tomó de la mano y la miró.



-- ¿Me prometes que me lo dirás? -- suplicó.



-- Sí, te lo prometo.



-- Muy bien, me voy a duchar. -- él se fue al baño y ella salió.



-- Me salvaste. -- dijo abrazando a su amiga.



-- ¿Qué pasó?



-- Mierda. Ayer bebí demasiado y le dije lo que no debía.



-- ¿Hablaste de...? -- sugirió.



-- Casi. Dije algunas cosas y ahora Diego quiere saber qué me pasó y me está presionando.



-- ¿Le vas a decir? Amiga, si estás intentando tener algo con él, no le tienes que esconder algo tan serio. Sino te sientes segura con él, entonces no hables. -- aconsejó Lara.



-- Lo sé, pero es difícil. -- Cómo voy a acercarme a él y hablar con naturalidad? ¿Le diré lo qué me pasó, que mi familia no murió y que le mentí? Él mismo me dijo que no admite mientras ni traiciones, estoy perdida.



-- ¿Le dijiste que murieron? -- preguntó Lara, sorprendida.




-- A su familia también.



-- Amiga, lo hiciste por un buen motivo, no tiene por qué enfadarse. Quítate eso de la cabeza y disfrutemos el día, no dejes que esos recuerdos te atormenten, ¿de acuerdo?



-- Está bien, espero que tengas razón.




Se fueron hacia la sala y Diego, que había escuchado todo, se quedó muy enojado. De todas formas, fue a bañarse y se esforzó por controlarse hasta saber qué había pasado. Después bajó a desayunar con los demás.





















Hasta aquí el capítulo 39.

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Él días lunes entró a clases, y será complicado para subir capítulos diario o pasando dos días.

Si subiré. Pero tendrán que esperar...

Una madre por contrato para mi hija [ PAUSADA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora