Capítulo 33

687K 41.7K 34.3K
                                    



Las manos grandes y fuertes de Harry se anclan en mis caderas y me levantan sin esfuerzo para sentarme sobre uno de los muebles de cocina de su apartamento.

—Veamos... —musita mientras toma un trozo de algodón saturado de alcohol del pequeño traste que ha preparado. Entonces, quita el exceso de producto para poner el material suave y húmedo en mi mejilla.

El ardor no se hace esperar, así que hago una mueca de desagrado. Noto cómo reprime una sonrisa mientras continúa removiendo la sangre seca de mi piel. Sin embargo, no entiendo por qué lo hace. No es como si fueran algo más allá de unos simples rasguños.

—Ese hijo de puta me las va a pagar —dice, con el entrecejo fruncido en concentración.

—Estaba borracho, Harry —trato de justificarlo.

—Casi te golpea con un jodido bastón, Maya —la dureza en su tono me toma por sorpresa y es lo único que necesito para saber que está empezando a enojarse.

Ahueco su rostro entre mis manos.

Las suyas detienen su tarea y posa su mirada furiosa en la mía. La tormenta de tonalidades doradas y verdes, hace que mi corazón se detenga durante una fracción de segundo.

—Deja de pensar en eso —digo—. Estoy bien y eso es lo único que importa. Odio verte así de molesto.

Su ceño se suaviza un poco en ese momento. Un suspiro brota de sus labios y es todo lo que necesito para saber que va a dejarlo pasar.

—Su nombre es Richard —dice, antes de volver a mirarme. La tristeza invade toda su expresión, así que no me atrevo a confesar que ya sabía cómo se llamaba—. Su hermana, Caroline, falleció en el incendio. Era amiga de Jenna y estaban juntas ese día.

Aparto las ondas color caramelo lejos de su rostro y tiro de él para plantar un beso dulce en sus labios.

—Tienes que dejar de culparte por lo que sucedió —mi voz es apenas un susurro suave y dulce—. Tú no iniciaste ese incendio. No tienes por qué sentir como si le debieras algo a esas personas.

Él busca mis labios una vez más y, cuando nos separamos, une su frente a la mía.

—A veces me pregunto si realmente no tuve que ver con todo eso —musita—. Quiero decir, todo fue por perjudicarme a mí, ¿eso no me hace culpable?

—Por supuesto que no —me aparto y lo miro a los ojos con toda la determinación que puedo—. Debes dejar de torturarte con esas ideas. No son sanas para ti y tampoco son ciertas.

Una sonrisa torcida se apodera de sus labios y tira el algodón que tiene entre los dedos en el cesto de basura.

—Lamento todo lo que pasó esta noche —dice—. El plan no era que las cosas fueran de este modo.

Se acomoda en el hueco entre mis piernas y posa sus manos en mi cintura. Yo busco a tientas el algodón y el alcohol que dejó a mi lado, y los tomo para limpiar la sangre seca fuera de su rostro.

—Fue perfecto porque estuve contigo —resuelvo, con una sonrisa pintada en la boca.

—Boba —dice, pero no respondo nada. Me limito a continuar limpiando sus heridas.

El silencio se extiende entre nosotros mientras él hace comentarios burlones acerca de mi cara de concentración.

De pronto, sus manos se deslizan hasta mis caderas y todo mi cuerpo se tensa en respuesta a su cambio de postura. Harry parece notarlo, ya que una sonrisa perezosa se desliza por sus labios.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora