Capítulo 54

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—¿Podrías repetirme, Maya Bassi, qué fue lo que ocurrió en esa bodega? —dice el detective delante de mí mientras se inclina sobre la mesa de la sala de interrogatorio donde nos encontramos.

Mis manos se cierran en puños sobre mi regazo y reprimo el grito frustrado que amenaza por abandonarme. La sensación de hundimiento que se ha asentado en mi cuerpo desde el momento en el que pisé la delegación, apenas me permite estar en mi propia piel.

Es la cuarta vez que repito la historia que ensayé con Jeremiah, y aún no estoy segura de que el hombre que está delante de mí haya creído algo de lo que le dije. Su expresión en blanco me ha hecho imposible encontrar algún vestigio de credulidad en él.

Nunca he sido una buena mentirosa. Jamás he podido contar a alguien una mentira sin delatarme de alguna u otra manera y eso está volviéndome loca. No puedo dejar de pensar en que, si lo arruino todo, Harry pasará el resto de su vida en la cárcel.

Si la policía llega a creer que fue una lucha de poder, Harry será condenado por homicidio, relación con el narcotráfico, complicidad delictiva, lesiones a terceros y portación ilegal de armas de fuego. El abogado que le fue asignado nos dijo que las penas por estos delitos son muy altas y que no se podrá hacer mucho por él si no creen en mi declaración.

Mi mirada se clava en la del hombre y la sostengo mientras trato de recomponerme. La ansiedad, el miedo y el horror forman un nudo en mi pecho y me envuelven en oleadas de pánico. Estoy a punto de perder la compostura. Estoy a punto de gritar de la frustración...

—Alexis Rodríguez iba a matarme —digo una vez más, y trato de eliminar la desesperación del tono de mi voz—. Me disparó y segundos después Harry le disparó a él. Lo hizo por defenderme.

—¿Cómo sabes eso? —la cabeza del hombre se inclina, con curiosidad.

—¿Cómo sé, qué?

—Que lo hizo por defenderte.

—Harry no tenía motivo alguno para matarlo. Él y Rodríguez no se conocían.

Él hombre asiente, pero no luce muy convencido de mis palabras.

—Háblame de nuevo de tu novio, Tyler Lawson —se cruza de brazos y alza una ceja con escepticismo—. ¿El tipo realmente estaba enamorado de ti?

Me permito desviar la mirada solo porque el recuerdo de Tyler me asquea de formas que ni siquiera yo misma soy capaz de comprender. Mis manos se cierran en puños y reprimo la retahíla de maldiciones que amenaza con salir de mi boca. Odio decir que ese hijo de puta fue mi novio. Odio tener que negar cuán enamorada estoy de Harry. Odio no ser capaz de mentir con realismo para que toda esta pesadilla termine.

Mis ojos se llenan de lágrimas enojadas y, esta vez, permito que él sea capaz de mirarlas. Quizás así crea algo acerca de esta historia. Quizás mis lágrimas furiosas sean capaces de convencerlo de que digo la verdad.

—¿Usted abandonaría a la mujer de la que está enamorado tirada en el suelo, muriéndose debido a un disparo? —mi voz sale en un susurro enojado y desesperado.

El detective no responde, así que me obligo a mirarlo con todo el coraje que puedo imprimir.

—Tyler me abandonó ahí. Huyó. Se largó a pesar de que sabía que podía morir si no recibía atención médica —el nudo en mi garganta me impide continuar, así que trago duro un par de veces y me obligo a seguir—: No es justo que Harry tenga que pagar por esto. El único error que él cometió fue enamorarse de mí —mis propias palabras duelen y calan porque, en cierto modo, son reales. Si yo no hubiese llegado a la vida de Harry, él nunca habría tenido que pasar por esto. Si no lo hubiera conocido aquella noche afuera del apartamento donde vivía con Leandro, nunca habría matado a nadie y esto no estaría sucediendo.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora