Capítulo 42

451K 34.4K 12.3K
                                    



Will ondea su mano en dirección al lugar donde Kim y yo nos encontramos.

La jornada del día de hoy ha sido una completa locura y lo único que quiero hacer es descansar, pero sé que eso no va a ser posible, ya que quedé con Jeremiah para ir al centro comercial a conseguir una camisa.

Al parecer, el día de mañana tendrá una cena en casa de Amber, la chica con la que está saliendo, y está nervioso hasta la mierda.

Los padres de la chica, finalmente, aceptaron conocerlo y ha estado al borde del colapso debido a eso. No lo culpo. La chica realmente le gusta y quiere que las cosas funcionen con ella.

—¿Estás segura de que dijo que vendría a recogerte? —Kim pregunta. Suena preocupada.

Le ha hecho una seña a Will para que la espere un segundo mientras habla conmigo. Se siente como si estuviese hablando con la mujer que fue mi madre alguna vez y tengo que reprimir el impulso de rodar los ojos.

—Sí —digo—, no te preocupes. No va a ocurrirme nada.

Ella entorna la mirada, pero hay una sonrisa en las comisuras de sus labios.

—Te odio —masculla—, me haces sentir como una madre sobreprotectora cuando andas sola por ahí.

—Sí, bueno —hago una mueca de fingido horror—, no quiero siquiera imaginar cómo serás con tus hijos.

—¡Vete a la mierda! —chilla con indignación, pero su sonrisa es ancha.

—Ve a casa tranquila—le regalo un guiño e ignoro su gesto cargado de fingido enojo—. Will te está esperando.

Ella fija su atención en su prometido un par de segundos antes de volverse hacia mí una vez más.

—Vamos a follar en tu ausencia —anuncia y un escalofrío de pura repulsión me recorre—. Procura tardarte, por favor.

¡Jesús! —exclamo—, ¿era necesario poner esa imagen en mi cabeza?

Ella muerde su labio inferior y me guiña un ojo.

—Por supuesto que era necesario —dice, con descaro, y me envuelve en un abrazo rápido—. Nos vemos más tarde.

Entonces, se echa a andar en dirección al auto de su novio.

Cinco minutos después de que Kim y Will se marchan, el auto de Jeremiah aparca frente a mí. Ni siquiera se molesta en bajar de él, pero no necesito que lo haga.

Abro la puerta del copiloto e introduzco la mitad de mi cuerpo cuando, de pronto, hace sonar la bocina. Un chillido aterrorizado brota de mis labios y salto del susto en mi lugar.

Las carcajadas de su parte no se hacen esperar y siento la irritación apoderándose de mis entrañas.

—Eres un idiota —mascullo mientras me acomodo en el asiento del copiloto y doy un portazo.

—¡Dios!, ¡debiste ver tu cara!, ¡fue épica! —dice, entre risas.

Mi vista se clava en él y me aseguro de imprimir todo el veneno que puedo cuando sus ojos encuentran los míos.

Jeremiah está a punto de decir algo, pero subo el volumen del estéreo para no escucharlo. Él se queja y trata de llegar al mando del sonido, pero lo detengo con un golpe en el dorso de la mano.

—¡No te atrevas, Jeremiah! —lo amenazo, pero apenas puedo reprimir la sonrisa que amenaza por abandonarme.

—¡Es mi auto! —exclama, medio indignado.

BESTIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora