XVIII - Collar (BingYuan)

97 11 4
                                    

En el reino de las sirenas existe una tradición; a los diecisiete años de edad se le otorga un collar encantado que les permite ir al mundo de los humanos tomando esa apariencia. Sin embargo, deben cuidarse, pues la humanidad es también malvada y venden sirenas para saciar su ego y codicia.

Luo BingHe era cuidadoso cada vez que salía al mundo humano. Era un tritón fuerte y de gran habilidad. Un par de humanos ciertamente no podrían hacerle daño alguno.

Pretendiendo que nada podía dañarlo se dirigió a la villa dónde habitaban los humanos.

Al inicio no fue fácil caminar, pero con un poco de práctica todo era posible. Había tomado ropa que encontró por ahí aún así era un tanto ajustada y de talle pequeño para el cuerpo musculoso de BingHe. Dejando su pecho abierto y sus tobillos junto con sus pantorrillas al aire la mayoría de los aldeanos pensaban que era un carpintero.

Algo rudo tenía que hacer para tornear aquel místico y poco usual cuerpo. A parte, casi siempre parecía vivir en su propio mundo.

Luo BingHe tenía una rutina cuando visitaba el mundo humano. Había una señora que vendía artesanías talladas, le gustaba pasear por aquel mercado y verla trabajar, preguntarle la historia de aquella figura que tallaba y platicar con ella. Después iría a jugar con los canes que se encontraban al centro de la plaza del lugar, intentaría comer algo intercambiando algún servicio a cambio de comida.

Descubrió que los humanos hacían eso a menudo. Le llamaban: Trueque.

Pensando que ese día sería como cualquier otro como sus visitas se adentró a la villa. Sin embargo, al llegar a su primer destino algo andaba mal.

En el lugar de las artesanías no estaba la señora grande que tallaba figuras, en su lugar estaba un joven de cabello un poco largo despeinado, tenía unas gafas redondas que cubrían su rostro que se encontraba agachado por la concentración que otorgaba a la figura que se encontraba tallando en esos momentos.

Luo BingHe torció sus labios y se acercó lentamente al puesto.

—Disculpa— trató de llamar la atención de aquél joven, pero este no se inmutó.

—Ehem, ¿Disculpa?— Volvió a llamar con la frente arrugada. Qué mal servicio.

Notando una voz con tonos de molestia, el joven artesano levantó el rostro sin ganas.

Parpadeo sorprendido al encontrarse con un joven apuesto como el que se paraba frente suyo. Con el dorso de la mano empujó sus anteojos más cerca de rostro acomodándolos.

—¿Puedo ayudarte? —Apenas pudo decir. Aquél cliente emanaba luz como el sol en su punto más alto.

—Sí, ¿Y la señora? ¿Esta bien? — A Luo BingHe le agradaba aquella mujer, no le deseaba ningún mal puesto que siempre fue muy amable hacía él. Sin mencionar lo mucho que aprendía del mundo humano.

—Te refieres a mi abuela. — Afirmó— Ella está bien, solo me pidió tomar su lugar hoy, no te preocupes ella volverá en un par de días. —Concluyó tratando de sonar lo más tranquilo. — ¿O es que le querías hacer un pedido en específico?

Luo BingHe negó con la cabeza de inmediato decepcionado. —Solo me extrañó no verla...¿Puedo quedarme a observar tu trabajo? Ella siempre me lo permite.

El joven dejó en silencio el ambiente durante casi un minuto y después asintió. Era un poco incómodo, pero si abuela había mencionado un par de ves a «Un joven guapo que venía a hacerle compañía de ves en cuando» Era casi seguro que se trataba del joven misterioso al frente suyo.

Se levantó de su asiento dándole lugar a Luo BingHe. Este último lo miró nervioso, el nieto era sumamente vallado y poco conversativo. Decidió romper el hielo.

—Cual es tu nombre—preguntó sin hacer contacto visual concentrándose en las manos pequeñas y callosas del joven. Trabajaba con mucha elegancia, detalle y paciencia.

—Shen Yuan— Contestó sin desconcentrarse de su labor.

Luo BingHe repasó el nombre por su cabeza varias veces, después se presentó a sí mismo: —Yo soy Luo BingHe. — Incluso se auto señaló.

Shen Yuan no contestó provocando un par de pestañeos lamentables en el tritón.

Bufó, daba igual lo que hiciera, parecía que el joven solo podía hacer una cosa a la vez. Así que mejor decidió llevar su mirada a la pieza de madera que empezar a tallar y ver qué figura creaba.

Después de un largo rato donde el sonido de la navaja y la madera era el único que resonaba, la mirada se Luo BingHe se iluminó. —¿Una sirena?—preguntó emocionado.

Ese fue el primer instante donde Shen yuan se detuvo al notar emoción en la voz del otro. —¿Te gustan? — Inquirió con curiosidad sin dejar a un lado un tono serio en su tono.

Luo BingHe asintió.

Shen Yuan se quitó los lentes y se limpio el sudor. Por primera vez Luo BingHe pudo apreciar su rostro. Delgado, suave y precioso. Sus ojos estaban adornados de largas y espesas pestañas negras que parecían bailar al rededor de pozos esmeraldas. Tenía labios rosados, secos y rechonchos.

Le dedicó una sonrisa emocionada.— A mi también.— Confesó avergonzado. — Mi abuela siempre me contaba mucho acera de ellas.

El rostro de Luo BingHe se coloreó carmín, su corazón empezó a latir de prisa. Temió que se transformara en cualquier momento. Aferró su mano con fuerza contra el collar que reposaba en pecho.

Después, más relajado Shen Yuan volvió a dedicarle la palabra. —¿Quieres comer más al rato? Conozco algunas leyendas y teorías acerca de las sirenas. ¿Te interesa? —Esta vez, con emoción en su voz, habló más rápido. En el pueblo las historias de sirenas eran eso: Historias. Luo BingHe a los ojos de Shen Yuan lucía como un creyente nato. Estaba seguro que no se burlaría de él.

Luo BingHe no lo pensó mucho, simplemente el sí se resbaló de sus labios. Y no dijo lo contrario cuando Shen Yuan le sonrió de nuevo en una cálida sonrisa y volvió al trabajo.

Mientras tanto, en su hogar, la abuela de Shen Yuan solo esperaba que su nieto se encontrara con el apuesto joven que siempre la visitaba mientras sostenía entre el puño de sus manos un collar mágico del reino de las sirenas.


Leyendas del marWhere stories live. Discover now