XXI - Tesoro (Original Luo bingHe x Shen Jiu)

110 15 0
                                    

Luo BingHe era un coleccionista. 

Amaba las cosas finas, extrañas, míticas, hermosas ...mágicas.

Durante su vida había estado en busca de seres con nombres que la gente común como él solo escuchaba a la hora de dormir. Pero gracias a eso él se había convertido en temible y feroz pirata. ¿Quién se negaba a darle la contra a Luo BingHe el demonio del mar?

Su navío era punzante, severo y veloz. Todo el mundo lo conocía, y con tan solo escuchar su nombre los vellos de su pieles se erizaban completamente temiendo por su vida mientras contenían la respiración. 

Ahora, el capitán Luo bingHe, se encontraba admirando uno de sus más grandes tesoros. 

En su camarote, entre la fina y costosa seda que se encontraba empapada contra el torso delgado fino y blanco como porcelana china. Shen Jiu, una sirena que había capturado, se estaba bañando en la tina que se encontraba dentro de su íntimo espacio. 

Tragó grueso, la saliva se resbaló en su garganta en un sonoro paso lubricando su garganta y saciando la sed que le provoca el ver aquella criatura disfrutando el agua pura. Sin embargo, Shen Jiu no se inmutó.

Se encontraba disfrutando de las burbujas y el aroma. 

Sus pezones erectos y rosados eran visibles deleitando por completa el antojo del infame pirata. Tanta piel expuesta deseando ser atrapada por la lengua y dientes del pirata.

Repasó su lengua por sus labios mientras se saboreaba mentalmente a aquél ser. 

La cola cuál esmeralda chapoteaba satisfactoriamente fuera de la tina, mientras el cabello largo y húmedo caía sobre su cuerpo y fuera de la tina. Eventualmente, posó sus esmeraldas contra los rubís que no dejaban de mirarlo con ferviente deseo. 

Eso lo divirtió por dentro. 

—Ah, eres tú —  Dijo en un tono desinteresado mientras dejaba asomar sus clavículas meciendo su cabello pesado y empapado. 

A pasos densos pero rápidos, Luo BingHe llegó hasta estar cara a cara contra el tritón. 

 No dijeron nada, solo dejaron que la fricción entre las miradas lo dijera todo. 

Extraño. 

Inaudito. 

Adictivo. 

Shen Jiu era su mayor tesoro. 

Salvaje, empezó a retirarse la ropa sin tacto. 

Shen Jiu sonrió con burla. 

Ah...esa bestia humana. 

Al desanudarse dejó libre su cuerpo. Shen Jiu paseó su mano por aquél torso, lo contorneó con sus dígitos, paseándose como si navegara por rutas y riscos peligrosos. Maravilloso. Al levantar su mirada se encontró con la de un animal hambriento. 

Ambos sonreían. 

Shen Jiu se había convertido en un tesoro inusual, uno en el que Luo BingHe jamás pensó encontrar. 

Tal vez en el fondo se odiaban un poco, pero no más de lo que se amaban.

Y eso para BingHe,  lo era todo. 

No solo todo, sino lo más valioso. 

El tener alguien a quién amar. 

Leyendas del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora