Capítulo 11

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Evie.

El único ruido que hay entre nosotros es el de la tormenta. Ninguno dice nada, y yo tampoco pretendo presionar a Rafe a que me cuente algo que no desea. Por muchas ganas que tenga, porque el chisme me puede, a veces.

Ambos fumamos en el patio bajo la zona techada para que el agua no nos caiga, aunque inevitablemente debido al viento algo llega a nosotros.

—¿Discutieron muy fuerte? —Le pregunto curiosa.

—Ajá. —Dice dándole una calada al cigarro. —Y de hecho... —Alza su mirada hacia mi y después niega con la cabeza, sea lo que sea que fuese a decir, ya no lo haría. —No importa.

—Claro que si. Puedes desahogarte.

—¿Y por qué iba a hacerlo contigo?

Su pregunta me pilla desprevenida. Pero sobretodo por el tono frío en el que la dice. De nuevo su lado arisco.

—Bueno... una vez oí que es más fácil contar las cosas a un desconocido. —Le miro. —No te juzgan. Y yo no lo haría.

El se queda en silencio durante unos segundos. Su mirada me examina de arriba a abajo, como si estuviera tratando de descifrar quién soy. Apago mi cigarro y lo tiro en una papelera que había a un lado y el hace lo mismo tras una calada.

—Yo no cuento mi vida fácilmente a desconocidos. —Dice el.

—Ah si, pues, encantada. —Le extiendo mi mano. —Soy Evie Sanders.

El mira mi mano y no aguanta la risa. Al menos he logrado que su lado de pitbull se relaje y tiende mi mano.

—Rafe Cameron.

—Oh, me hablaron de ti. ¿Eres al que llaman el rey de los kooks? —Pregunto en modo vacilón y río.

—El mismo. —Dice imitando mi tono.

—Pues que sepas que me han dicho que eres un niño de papá que ni si quiera sabe surfear.

—¿Perdona? —Dice haciéndose el ofendido? —¿Quién dijo eso de mi?

—Un tal Asher Hale.

Ambos estallamos en carcajadas durante varios minutos. La tensión se ha relajado por completo y me doy cuenta de que no es tan capullo como quiere aparentar.

—Dile a ese Asher que además soy el rey del surf.

—¿Tú? Lo dudo. —Río.

—Por su puesto. Cuando pase la tormenta nos vemos un día en la playa.

—Trato hecho. —Digo sonriendo.

Un sonido hace que nos alertemos y cerramos la puerta del jardín. Nos agachamos al lado de la ventana y miramos a traves de ella disimuladamente.

—Es Amelia. —Murmuro. —Seguro que se ha levantado a beber agua.

—Oh, mierda.

Nos sentamos debajo de la ventana para que no nos vea. El lado bueno es que seguimos cubiertos por el techo que cubre parte del jardín.

—Oh, ¡mierda! —Repite Rafe.

—Shh, ya te oí. Calla o nos escuchará Amelia.

—Me mojé el pantalón con un charco.

Me acerco y veo como esta sentado prácticamente sobre el charco y no evito reír. El me mira enfadado durante unos segundos pero mi risa le contagia y rápidamente se relaja su expresión.

Increíblemente nos quedamos charlando durante un largo rato ahí sentados. A unos metros del charco, mas bien. Pero me sorprende absolutamente haber podido tener una larga conversación con él. Me habló de su hermana, de sus amigos, de mi primo, incluso de su vida y como llegó a dejar la universidad. También hablamos de mi, el arrabal y como había cambiado todo.

—Creo que nos hemos pasado charlando. —Dice mientras estira sus brazos. —Y ya es muy tarde.

—Si, incluso la tormenta casi ha parado.

—Wow, es cierto.

Sin hacer ruido entramos de nuevo en la casa y subimos a la planta de arriba, a las habitaciones. El se va a la de invitados y antes de entrar se para.

—Hasta mañana, Evie.

—Adiós, odioso Rafe. —Le digo riendo y entro en mi habitación.

(...)

Despierto muerta de hambre, miro el reloj y es más de mediodía. Me sorprendo porque nunca suelo dormir tanto, pero recuerdo que la noche anterior la había pasado hablando por mas de una hora con Rafe.

Bajo hacia la cocina y a medida que me acerco puedo oler la comida recién hecha y el estómago me ruge. Cuando llego los chicos están en pleno desayuno.

—Hola chicos.

—Hola. —Dicen ambos al unísono.

—¿Dormiste mal? —Dice Ash. —Ambos tenéis unas ojeras enormes.

Noto como el rubor se sube a mis mejillas y miro a Rafe. Es cierto, el tiene una cara de sueño increíble, y supongo que la mía será muy similar.

—Los truenos, no me dejaron dormir.

Veo como Rafe me mira de manera divertida mientras lleva un trozo de tostada a su boca. Me pongo algo nerviosa y camino para sentarme a un lado de la mesa.

—Pues yo me dormí y no me enteré de nada. —Dice Asher riendo. —Siempre fui de sueño profundo.

—¿Y a ti que te pasó, Rafe? —Le pregunto inocentemente, como si no supiera nada.

—Yo... si me desvelo luego me cuesta dormir. Y los truenos lo lograron.

—¿Enserio sonaban tan fuertes? —Pregunta Asher incrédulo.

Rafe y yo nos miramos durante un segundo y soltamos una risa cómplice. Asher no se entera de absolutamente nada y es lo más gracioso, por lo que nos pasamos gran parte del desayuno riéndonos.

Ellos terminan de desayunar antes que yo y se marchan, minutos después termino y de camino a mi habitación escucho como ellos están hablando dentro de la habitación de Asher, y como cotilla que siempre admito ser, me quedo escuchando tras la puerta.

—Iré a mi casa a ver si todo está mas relajado... y si no, ¿podría quedarme aquí unos días? —Le dice Rafe.

—Claro que si, tio. Además, mi madre se va a ir unos días de viaje por trabajo.

—¿Seguro que no molestaré?

—No... —Suspira Asher. —No te sientas mal, todo se arreglará.

—Es que siento como mi padre...

De repente la puerta se cierra en mi cara. Mierda. Seguro que era algo interesante porque lo que se trata de Ward Cameron... no me da buena vibra. Rafe siempre evita hablar de el o le causa problemas, por algo será y seguro que no algo bueno...

Let me go || Rafe CameronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora