Capítulo 36

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«Llamada inesperada»

Álvaro.

—Claudia —susurro haciéndola a un lado, pero me ignora y se abraza más a mi cintura—. Claudia, necesito moverme, el móvil está timbrando.

Gruñe dándome la espalda, molesta.

Cojo el móvil con pereza, y el número de Nicolás brilla en la pantalla. Ruedo los ojos y contesto.

—¿Pasa algo?

Hola, yo estoy bien, gracias por preguntar, mi amigo siempre tan considerado —bufa—. ¿Donde diablos estás?

Estoy descansando —sonrío, acariciando la espalda de Claudia.

Hoy tenemos una conferencia, Judith se ha encargado de todo, debes estar aquí lo antes posible.

Ya, vale —me siento—. Estaré ahí en menos de una hora, debo terminar este trabajito.

Álvaro, no me digas que estás follando de nuevo con Claudia —espeta molesto—. ¿Que pasará con...?

Cuelgo sin dejarle hablar. Ángela se puede ir al diablo, ella tuvo su elección, decidió irse con el doctorcito, ahora que no me jodan. No quiero saber nada de ella, estos días me he convencido de no buscarla, aunque muchas veces rodeaba su casa, hasta su universidad con la esperanza de verla, pero me arrepentía y cogía de nuevo mi camino.

Ángela no solo lastimó mi ego, si no que también los sentimientos que estaba empezando a tener hacia ella, la quería a mi lado, estaba dispuesto a dejar mi orgullo de lado para quedarme con ella, pero me golpeó de una manera cruel. Se dejó llevar por el doctor de mierda, piensa que él no le hará daño, solo desconfió de mí. Y sí, admito que tengo un pasado que hasta ahora me persigue, porque no puedo mantener mi verga guardada, aún así estuve dispuesto a dejar eso, pasé semanas sin tener algún contacto íntimo con otra mujer que no fuera ella, pero no sirvió de nada.

Es por eso que he decidido no tener el más mínimo contacto con ella, ni siquiera de lejos. No quiero caer de nuevo en la tentación. Ángela es una mujer hermosa, increíble y sensual, pero no me dejaré llevar por ello, que se jodan todos.

Me acerco con cautela a Claudia, quien estos días se ha estado aprovechando de mí, y no me molesta para nada. Le abro las piernas para meterme en ellas y abre los ojos de inmediato, con una sonrisa seductora. Mueve las caderas para que me acerque por completo y así lo hago, muevo mi pelvis cuando ella rodea mi cintura. Mis manos viajan a sus pechos hinchados y los pellizco con fuerza haciéndola chillar. Mi verga pide a gritos que la invada, pero solo me sigo rozando con el coño resbaladizo que ha sido embestido toda la noche. Paso el glande por los labios vaginales, mojados e hinchados y ella jadea en respuesta.

—Álvaro, métela toda, por favor.

—No seas llorona, voy a follarte hasta hacerte sangrar.

—Sí —susurra llevándome a sus labios.

***

Mi humor sigue tal cual esta mañana, no han parado de llamar, ha sido un fastidio atender llamadas todo el día. La rueda de prensa fue caótica, ya que Nicolás se perdió y no se sabe su paradero. La periodista lo único que hizo fue balbucear estupideces, las preguntas que hacía no tenían sentido e incluso le temblaban las manos. Me pareció poco profesional de su parte, pero aclararon que era nueva y por eso estaba nerviosa.

Mi día ha transcurrido en llamadas, firmar estupideces, atender personas de las cuales se supone, debía ser Nicolás quien las atendería. Él se encarga de las finanzas, es por eso que no me correspondía hacer este trabajo. No coge el móvil por mas que lo he llamado cientos de veces, mi paciencia se agota con cada segundo que respiro.

Más allá de mi orgullo// EDITANDO.Where stories live. Discover now