𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 ❾

3.9K 329 135
                                    

Despertó lentamente, observando aquel entorno desconocido para él.

Estaba algo desorientado.

Le resultaba extraño no haber tenido sueños relacionados con su pasado, pero se sentía más descansado de lo normal, algo que agradecía.

Antes de cualquiera de sus otros sentidos se activara, observó aquella habitación la cuál no había observado a detalle el día anterior. Había una estantería llena de mangas, algunas figuras realmente lindas, pósters de animes...

Sus ojos vagaron por aquel dormitorio hasta que se posaron en un pequeño estante. Ahí estaba el peluche del loro que le regaló hacía unos días, lo mantenía impecable. Notó algunos objetos más: una pulsera muy desgastada que se había terminado por romper por tantísimo uso; un collar de cadenas con unas chapitas identificativas al estilo militar, pero desde ahí no veía en nombre; una concha de color rosa; y por último un par de fotografías colocadas dentro de unos pequeños marcos. En la primera foto se podían ver a los dos hermanos cuando eran más pequeños junto con Masaway, los tres con unas sonrisas de felicidad en sus rostros; por contra, en la otra fotografía se encontraban dos chicos junto con la fémina, unos chicos que él nunca había visto. El chico más alto tenía el cabello corto de un color azabache, al igual que sus ojos; y el otro muchacho tenía la tez algo morena, cabello blanco y ojos violetas. ¿Quiénes eran aquellos chicos y por qué ella estaba tan feliz a su lado?

Ya preguntaría más adelante sobre aquello.

Sentía algo un poco pesado encima suya, así que deslizó sus ojos hasta aquel bultito que se apegaba a él, como si buscara su calor corporal de una forma un tanto insistente.

Sonrió suavemente al verla dormidita.

Con una de sus grandes manos acarició con delicadeza su suave y sedoso cabello largo. Tenía miedo a romperla, como todo lo que tocaba.

No podía evitar pensar la suerte que tenía de estar a su lado.

Observó detenidamente cada detalle de su pequeño rostro, analizando lentamente cada rasgo y facción, aunque algo le llamó la atención.

Su respiración era pesada y sus mejillas tenían un tono rojizo. Su pequeño cuerpo temblaba a pesar de estar arropada con un edredón, por ello se apegaba más al alto, en un vano intento de buscar el calor que su débil cuerpo necesitaba.

Todas las alarmas se activaron en South cuando tocó su frente y notó una fiebre bastante elevada.

¿Qué debía hacer?

Comenzó a pensar, debía levantarse primero de la cama para buscar algún medicamento o lo que fuera para bajar aunque sea un poco la dichosa fiebre, pero no quería que la pequeña sintiera frío en lo absoluto o dejarla sola. Tenía que cuidarla.

—... Mi...—. La escuchó murmurar, sacándole de sus pensamientos. —Minami...

¿Le estaba llamando en sueños?

La vocecita de la chica parecía adolorida.

—Estoy aquí, contigo—. La rodeó con sus fuertes brazos. —Vais ficar bem, eu prometo—. Era la primera vez que hablaba en portugués después de mucho tiempo, le salió solo, pero eso ahora no era importante.

Se sentía impotente, debería haberla protegido mejor de la lluvia el día anterior.

—Minami...—. La chica se removió un poco, con dolor, pues su cuerpo dolía horrores.

—Tranquila...—. Por suerte recordó que había dejado su móvil en la mesita de noche. Con algo de cuidado lo tomó, todo con tal de ser cuidadoso con ella. Una vez lo alcanzó, lo encendió y miró en sus pocos contactos, llamando a Draken al instante. Un tono, dos tonos... —Vamos... Cógelo...—. Al tercer tono respondió como si le hubiera escuchado. —Draken-...

𝓛𝓪 𝓑𝓮𝓵𝓵𝓪 𝔂 𝓵𝓪 𝓑𝓮𝓼𝓽𝓲𝓪 | 𝑺𝒐𝒖𝒕𝒉 𝑻𝒆𝒓𝒂𝒏𝒐Where stories live. Discover now