Capítulo 22

175 24 6
                                    

Leonard no había podido apartar los ojos de ella, lo intentó, o al menos quiso hacerlo, no obstante, se sentía atraído como abeja a la miel.

Sus ojos recorrieron el cuerpo de Raven con pausa, deteniéndose en cada curva, acariciándola con la mirada. La ola de deseo que sintió al verla deshacerse de la toalla y pasarla por su cuerpo con lentitud, secando cada gota de agua, lo dejó inerte. La razón le gritaba que se diese la vuelta y volviera una vez ella estuviera vestida, más sus pies se negaban a recibir dicha orden.

Raven levantó la cabeza percatándose de su presencia y al igual que él, no pudo reaccionar, se quedó paralizada en el lugar, con la toalla a la altura de su pecho, sin lograr cubrir nada. Se observaron en silencio, ardiendo por dentro, sus corazones latiendo a prisa y sus miradas fijas el uno en el otro.

Leonard tragó saliva, quiso decir algo, disculparse por el atrevimiento, talvez, pero el resto de su cuerpo le indicó lo contrario, se movió a pasos lentos, firmes, hasta quedar frente a Raven. Ella pasmada no dejó de observarlo, él levantó una de sus manos depositándola sobre la de ella con la que sujetaba la toalla, se la arrebató y la lanzó en alguna parte de la habitación.

La mirada que Leonard le dedicaba era de admiración, como si de una obra de arte se tratara, volvió a alzar la mano, está vez para acariciar su mejilla, comenzó a deslizar sus dedos por todo el contorno de la misma y fue descendiendo hasta su cuello, luego hasta su clavícula y siguió hasta detenerse en su cintura desnuda.

Abrió la palma derecha y la sujetó con firmeza, mientras que la izquierda la colocó detrás de su cuello para luego atraerla hacía a él. Raven no se resistió, no podía, aunque quisiera, no cuando Leonard la miraba como si fuese lo más hermoso que hubiese visto jamás.

Su boca se encontró con la suya, devorándola, buscando saciar aquella necesidad primitiva que se había apoderado de sus cuerpos. Un estremecimiento la recorrió por dentro al sentir la dureza de su miembro chocar contra su piel desnuda.

Raven no había sentido nada igual, en ocasiones experimentó atracción sexual hacia el sexo opuesto, pero aquella excitación que controlaba su raciocinio buscando ser consumada no era normal, y ella lo único que quería era que aquel ardor que la abrazaba desapareciera.

Por eso correspondió al beso con la misma intensidad con el que Leonard la besaba. Saboreándolo, deleitada con cada roce, dándole rienda suelta al deseo que estuvo presente desde el primer momento en el que se conocieron.

Las manos de Leonard empezaron a moverse por toda su anatomía, acariciándola, reconociéndola, la sujeto con ambas palmas sobre su espalda, apretándola más contra sí, para luego bajar hasta sus nalgas y darle un ligero apretón, esto sin dejar de besarla.

Un gemido se escapó de su boca cuando las manos de Leonard se deslizaron hacia delante, cubriendo su vagina, para luego con un dedo empezar a explorarla. Ella comenzó a jadear cuando él introdujo el índice en el orificio de su vulva, él había abandonado su boca por unos segundos, buscando recuperar el aliento, y escucharla jadear, estremecerse alrededor de sus brazos lo hizo sentir el hombre más afortunado de la faz de la tierra.

Su dedo empezó a deslizarse a fuera y adentro con más velocidad, mientras que con el pulgar tocaba con suavidad su clítoris.

Leonard sabía que estaba a punto de alcanzar el orgasmo, por eso aceleró sus movimientos y levantó la cabeza para mirarla a los ojos cuando llegara. No tardó mucho en hacerlo, deshaciéndose entre sus brazos.

Cuando logró recuperarse, y aun jadeando con ligereza, su boca buscó la de él para volver a besarlo. Esta vez fue ella quien tomó la iniciativa y empezó a acariciarlo por encima de la ropa, pero esta, no tardo en estorbarle, por lo que con manos ansiosas le hizo levantar los brazos para sacarle el t-shirt que traía puesto.

Al lograrlo, movió sus manos por todo su pecho, explorándolo, hasta llegar a la cinturita de sus pantalones, se deshizo de la correa y mientras lo hacía le acarició por encima del Jeans, logrando que él también jadeara ante el roce, lo que hizo que ella sonriera con coquetería al verlo tan vulnerable entre sus manos.

¿Cómo pude resistirme por tanto tiempo? Se preguntó Raven al sentir la lengua de Leonard deslizándose por su cuello en lo que ella desprendía el botón de sus pantalones.

Logró quitarlo, lo que le facilitó introducir una de sus manos y tocarle piel con piel. Escucharlo gemir la excitó más de lo que ya estaba, si es que eso era posible.

Ya no aguantaban más, él quería penetrarla y ella deseaba que fuese así. Leonard quiso ayudarla a deshacerse de los pantalones cuando ella intentó bajárselo, pero la puerta de la habitación se abrió de improviso, interrumpiéndolos.

—Hermano, ¿Por qué te tardas tanto? Te estamos esperando abajo— Mateo entró al lugar sin anunciarse—. ¡Mierda! — Exclamó al percatarse de lo que sucedía.

Después del sobresalto que le provocó tal invasión a su privacidad, Leonard fue lo suficientemente rápido para cubrir el cuerpo de Raven con el de él, envolviéndola con sus brazos.

—Quieres dejar de mirar hacia acá, maldita sea —gritó este al percatarse de que su amigo no apartaba la mirada de la escena —. No volveré a repetírtelo, Mateo —amenazó cuando vio que no había reaccionado.

—Yo... yo lo siento —expresó sintiéndose avergonzado y saliendo del sitio con las mejillas sonrojadas.

Raven sonrió cuando, Mateo se marchó de la habitación y, al escuchar maldecir a Leonard por segunda vez.

Aunque la situación resultaba incómoda, no pudo evitar reírse, por lo que se apartó con cuidado de Leonard y buscó con la mirada la toalla con la que salió del baño hasta dar con ella y cubrirse.

Él hizo una mueca al verla cubierta, se sentía frustrado y con una erección que empezaba a tornarse dolorosa.

—Creo que lo mejor es que bajes —sugirió Raven al ver que él no decía nada.

—Y si lo que deseo es quedarme contigo? —indagó.

—Entonces Mateo volverá hasta aquí y te sacará de ser necesario.

Le sorprendió escucharla hablar con tanta soltura y despreocupación, en sus ojos aún se refleja el deseo que sentía.

—Esto empieza a doler —señaló su entrepierna dónde se notaba la erección que cargaba.

Raven se mordió los labios al dirigir la mirada hacia aquel lugar y su miembro saltó con alegría al sentirse apreciado.

—Creo que una ducha con agua fría podría ayudar.

—O una mamada —comentó pensando que aquella respuesta podría hacerla sentir avergonzada, pero lo único que logró fue, que una enorme sonrisa se dibujara en su rostro.

—Quizás, pero no será en esta ocasión —aquella repuesta lo desconcertó, no esperaba ese atrevimiento de su parte. Desconocía esa faceta de Raven y empezaba a gustarle, aunque la realidad era que no sabía nada de ella, excepto que su hermana era su alumna. Se prometió que ese fin de semana intentaría conocerla un poco más.

No siguió insistiendo a pesar de lo excitado y divertido que se encontraba con la situación, lo mejor era serenarse, tomar esa ducha fría y salir de aquel cuarto en busca de su padre para ver cuáles eran los planes para ese fin de semana, y que tanto lo involucraban a él, pero antes, tendría un encuentro con Mateo, porque no se quedaría de brazos cruzados después de aquella interrupción, lo haría pagar, se lo prometió.


Estoy tratando de traerles un capitulo de esta historia semanal, de preferencia los domingos ya tarde. Sus comentarios me inspiran así que déjenme saber que les parece el capítulo, leerlos me motiva a de escribir.



Raven: detrás de las cámarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora