Capítulo 28

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Han pasado 84 años. Si, ha sido mucho el tiempo. Muchas cosas han cambiado en mi vida y andaba con un bloqueo horrible, no imaginan lo que me costó este capítulo. Sé que es un poco corto, pero era necesario para poder salir del bloqueo y avanzar, les prometo que los próximos capítulos serán más largo y seguidos. Déjenme saber su opinión sobre el mismo, sus comentarios me ayudan mucho.

Raven quería contagiarse del ánimo de sus acompañantes, sonreír como lo hacían ellos mientras entraban y salían de un establecimiento a otro, aunque en el fondo sabía que solo trataban de animarla, se mostraba agradecida por eso, en su mundo, encontrar personas que se preocuparan por su bienestar era una utopía, por lo que reunió todo el entusiasmo del que fue capaz intentando involucrarse en la dinámica de ambos.

Un rato después su mente se adaptó al ambiente, olvidándose de Leonard y de lo acontecido en la mañana.

Entraron a una pequeña peluquería donde fue atendida por una señora de la misma edad de su madre si esta estuviera viva. El trato que recibió fue cortes, más de lo que imaginó, la señora tenía un particular sentido del humor muy contagioso, y parecía conocer muy bien a Jazmín y toda su familia.

El tiempo pasó sin que se diera cuenta, tomó café y charló con las demás mujeres que se encontraban en el salón en ese momento—que no eran muchas—, pero la conversación se extendió hasta que se hizo tarde para volver a la casa, por lo que al percatarse se apresuraron a regresar. Durante toda su travesía, Aníbal acompañó sin rechistar, permaneció con ellas disfrutando de todo el recorrido, incluso, las horas que estuvieron en el salón, donde las mujeres allí presentes quedaron encantadas con su compañía.

Mientras se dirigían hacia la casa, aprovechó para revisar su teléfono encontrando más de cinco llamadas perdidas de Leonard y varios mensajes que no se molestó en leer, y antes de que sus pensamientos se volcaran una vez más hacia él provocándole tristeza, aprovechó para escribirle a su hermana y a su amiga contándole parte de lo acontecido durante aquel primer día, omitiendo lo acontecido con su novio falso.

El auto se detuvo al llegar a la casa, por lo que bloqueó el teléfono y se dispuso a bajar del mismo, preparándose mentalmente para enfrentarse a las personas que habían arruinado su mañana, eso incluía a Leonard, no obstante, con lo que no contó fue con que lo encontraría en los escalones de la entrada con sus manos sosteniendo su cabeza luciendo preocupado.

Por un momento deseó correr hasta él y abrazarlo, haciéndole saber que estaba ahí, de su lado, pero se contuvo, respiró profundo y caminó con la cabeza en alto con su cuñada falsa y Aníbal a la par de ella.

Leonard se percató de su presencia sin la necesidad de tener que levantar la cabeza, tenía su perfume grabado en la memoria, y al percibir el olor se puso de pies encontrándose con su mirada. Se observaron sin emitir palabra alguna, pero con cientos que querían decirse. Leonard lamentando el no haberla defendido de su madre y pidiéndole perdón una vez más en silencio, creyéndose no merecedor del mismo. Y ella, que ya lo había perdonado desde antes de bajarse del auto y reafirmando el hecho al mirarlo a los ojos, deseó que él acortara la distancia y la abrazara. Y así lo hizo, como si fuese capaz de leer sus pensamientos.

La pegó a su cuerpo sin que quedara ni un centímetro de distancia, envolviéndola entre sus brazos y prometiéndole en silencio no volver a repetir los mismos errores. Se enfrentaría a quien fuera con tal de protegerla, no permitiría que nadie más volviera a dañarla, no cuando él estuviera presente.

Aníbal quiso acercarse, pero Jazmín no se lo permitió, lo tomó del brazo y lo arrastró lejos de ellos dándole la oportunidad a su hermano de arreglar lo que había hecho. Media hora más tarde ingresaron a la casa, directo a su habitación ignorando a todo aquel que se atravesaba en su camino.

Necesitaban tiempo a solas, volver a conectar alejados de todos, sus emociones se desbordaban como volcán a punto de hacer erupción. Hablaron de lo sucedido, de cómo las palabras de la madre de Leonard la tomaron por sorpresa, más no la afectó. Estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios, creció escuchándolos, en la industria donde trabajaba también eran habituales, había sido rechazada de algunos papeles solo por su color de piel, en el medio existía un racismo interiorizado que siempre salía a la luz por más que intentaran disfrazarlo con consejos de cómo cuidar su piel, o consejos de salud sobre no tomar mucho la luz del sol porque eso podría afectarla. Y eso era nada comparado con las redes sociales donde se hacían memes para burlarse de ella, sobre todo en aquel momento donde estaba a punto de estrenarse su más reciente trabajo.

Raven sabía cómo enfrentarse a ellos, tenía cada respuesta grabada en su memoria cuando esos comentarios salían a la luz, le hizo saber a Leonard que lo único que la afectó fue su actitud ante los acontecimientos. Ella no podía pedirle que la defienda, no cuando no tenían una relación formal, porque de ser lo contrario es lo que esperaría de su pareja. No obstante, siendo él un hombre adulto y dado el carácter de su profesión, había esperado alguna reacción de su parte, todo, menos quedarse petrificado en el lugar.

Leonard lo entendió, un poco tarde, pero lo hizo. Sabía que Raven estaba en su derecho de sentirse decepcionada, y que, si decidía no perdonarlo, tal vez insistiría, sin embargo, aceptaría su decisión.

Se excusó siendo consciente de que no merecía el perdón, pero agradecido y sintiéndose afortunado de haberlo recibido.

Raven entró a la ducha para tomar un baño, sintiéndose relajada al salir unos minutos después. Llevaba una toalla cubriendo su cuerpo y con sus rizos sueltos luciendo mojados y enmarañados, Leonard la observó moverse por la habitación en busca de algo que desconocía. Él estaba absorto, prendado de su belleza, creyéndola una ninfa de los bosques, una sirena cuyo canto lo tenía hipnotizado y a su merced, podría hacer con él lo que quisiera, estaba seguro de que no podría poner objeción alguna, aunque se lo propusiera.

Raven sintió su mirada recorriéndola, se detuvo frente a él olvidando por completo aquello que antes buscaba. Sintió sus ojos como si de un escáner se tratara, observándola de arriba a abajo para luego detenerse en su rostro. Sonrió complacida, sonrojándose ante el escrutinio descarado al que era sometida.

Sus sentimientos revoloteaban haciéndola sentir única, poderosa. Con toda la confianza que se apoderó de ella caminó con pasos lentos y decididos hasta la cama donde él se encontraba recostado mirándola, se subió sobre ella y gateo hasta quedar a horcajadas sobre él.

Le bastó un suave y sexy movimiento para notar lo excitado que se encontraba, acercó su cara a la de él hasta que sus respiraciones se entremezclaron. Cuando se trataba de Raven mantener el control absoluto de su cuerpo constituía una de las más grandes batallas que libraba con su mente, por esa razón, desde que sus bocas se rozaron, no lo resistió más y se apoderó de la ella casi con violencia, como si tratara de fusionarse para formar un solo ser.

Aquel arrebato la tomó por sorpresa, sin embargo, les bastó un par de segundos para seguir el ritmo, estaban compenetrados, en una danza sensual donde lo único que importaba eran ellos, la cumbre de su placer.

Las caricias eran cada vez más exigentes, se perdonaban, y lo demostraban en cada roce, en cada beso, en los ''te amo'' que aún no se permitían admitir, pero que sus cuerpos gritaban extasiados.

Raven: detrás de las cámarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora