Viaje a Creta

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Albafica apreciaba a su compañero de lejos, ese alto hombre italiano que parece ser el personaje principal de su propia obra dramática. Siempre tiene algo que decir, siempre tiene algo que hacer, siempre tiene algo de lo que quejarse, siempre tenía una excusa, ese era Manigoldo de Cáncer.

Pero es extraño.

Algunas veces ese hombre lucía como un torbellino azul, como su cabello, yendo de un lado a otro sin dar explicaciones a nadie; algunas veces era una esencia, era solo humo denso que contagiaría de pesimismo a todo aquel que lo inhale, como si un misionero de la muerte hubiera entrado al Santuario.

Es un hombre misterioso, sin duda, y si el plan con toda esa actitud tan temperamental era evitar que puedan leer sus emociones, definitivamente lo estaba logrando. Había oído de Sísifo en una queja que ese santo era la mano derecha del patriarca Sage, el más cercano a su santidad, así que los puntos se unen, claro que la persona más importante del Santuario no le daría misiones tan confidenciales a cualquiera.

ꟷ Albafica, voy a pasar por Piscis. – escucha esa estruendosa voz, aunque no parece tener ese cinismo de siempre, ¿está de mal humor o algo así? Abre sus ojos, puede entender por qué apenas lo ve.

Manigoldo tenía demasiados golpes encima, algunos todavía frescos, bastantes moretones se asoman bajo su gabardina, los vendajes estaban sucios con sangre, ¿se había movido con todas esas heridas...? Que imprudencia... además, ¿habían herido de esa forma al verdugo personal del patriarca...? ¿Qué clase de misión fue esa?

ꟷ ¿Te encuentras bien, Manigoldo? – puede ver al moreno alzar una ceja confundido, él deslizó sus ojos por todo el cuerpo ajeno, gracias a Athena entendió su mensaje.

ꟷ Ah, lo dices por esto, ¿no? – se mira a sí mismo, sabe que está en una situación penosa, no deben decírselo. – Es difícil colocarse uno mismo los vendajes, es todo, Albafica, no necesitas preocuparte. – agita sus manos, claro que quiere desviar la atención del tema. – Aunque me halaga demasiado que tenga tu atención por estas heridas, quizá deba dejar que me golpeen más seguido. – otra vez esa pícara voz, a veces no soporta ese tono... pero, suspira, no puede hacer más, y su orgullo quedaría aplastado si intentara dañar a un hombre herido.

Después de insistirle en que vaya a dar su reporte al patriarca cuanto antes, Albafica seguía pensando en ese hombre y su extraña forma de actuar. Podría simplemente llamarlo "la sombra del Santuario", pero la oscuridad que cubre a Manigoldo es mucho más profunda y desalmada que una simple sombra, puede estar seguro de eso.

Pese a su personalidad tan temperamental y desvergonzada, el Santo de Cáncer no luce como alguien que se rodea de amigos siempre. Lo ha visto hablar con Asmita muchas veces y con Shion otras tantas, quizá fuera de ellos lo escuchó maldecir en su lengua madre a El Cid y Dégel, quienes parecían entender perfectamente lo que decía. Sin embargo, siempre está solo.

Solo con la esencia de la muerte que lo rodea, igual que él está solo con sus rosas.

Abre las puertas de la gran sala, Manigoldo estaba frente al patriarca, eso lo sorprendió. La suprema autoridad se pone de pie al ver a Piscis ingresar a la sala, unos cuantos pasos avanza, parece murmurarle algo a Manigoldo, quien suspira derrotado, como si le hubieran prohibido divertirse a su manera.

ꟷ Llegas a tiempo, Albafica, necesito que me hagas un favor. – el chico de celestes cabellos avanza hasta quedar frente a su santidad, para ponerse de rodillas como señal de respeto hacia él.

ꟷ ¿De que se trata, señor? – alza la mirada, encontrándose con un suave gesto por parte del patriarca.

ꟷ Esta vez es una misión sencilla, necesito que recuperen una reliquia divina, un collar con una mariposa como adorno. – Piscis no pareció entender, así que Cáncer se cruzó de brazos, mirando a su compañero.

♋ Ocean Love ♓| ManiAlba Shitpost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora