♋ Elección del público ♓

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Realmente el silencio era incómodo, tanto para él como para su compañero, quienes se veían el uno al otro a tiempos.

Les habían mandado a una misión, los dos estaban acostumbrados a estar juntos en misiones, pero aquello era inesperado para ellos, pues el Patriarca Sage les había mentido; no había misión alguna que cumplir.

Después de su encuentro contra los Santos Negros, Cáncer y Piscis se habían vuelto muy unidos, demasiado, a decir verdad, pero en misiones no eran el mejor dúo del mundo, así que era lo mejor hacerlos convivir más para fortalecer esos lazos de confianza mutua.

— Ese viejo es inteligente... — murmuró Manigoldo, observando la carta de su maestro, mientras suspiraba con tedio.

Ni siquiera reconocía la ciudad donde estaban, solo sabían que era una playa enorme, y muy linda, por cierto.

— ¿Realmente el Patriarca ha hecho tal cosa como mandarnos solo a una playa? — preguntó Albafica, algo desconcertado. Nunca creyó a Sage capaz de tal cosa.

— Así parece, Albafica. — soltó un largo suspiro, rascando su nuca y azules cabellos.

Estaban en alguna calle de la ciudad, Albafica estaba parado frente a él, mientras Manigoldo estaba sentado  en una maceta pegada al suelo, con la nota de su maestro entre las manos.

Vio de reojo a su colega, quien veía sin alguna expresión el horizonte, donde la marea besaba la costa con sutileza, era una linda vista para Cáncer, quien sonrió, arrugando el mandato de su padre adoptivo.

— ¡Pues nada, Albafica! — exclamó, feliz. — Si no hay misión, podemos tomarnos nuestro tiempo para ir a pasear, ¿No?

— Manigoldo, sabes que no me gusta estar demasiado cerca de la gente. — exclamó, entre molesto y preocupado, pues el lugar si era concurrido, para sorpresa de ambos.

— Oh, vamos. — le replicó, pero solo consiguió que Piscis se cruzara de brazos. — Bien, hagamos esto; si encuentro un lugar donde no haya gente, nos divertimos en la playa, ¿Qué dices? — sonrió, viendo dudar a Albafica.

El peliceleste miraba desconfiado a su compañero, pero suspiró derrotado, para verle.

— Como quieras, pero no quiero que me obligues a estar de aquí para allá. — colocó sus manos a los costados de su cintura, totalmente escéptico a que Manigoldo pudiera con esa condición.

La vida da giros, y pocas veces, esos giros eran a favor de Manigoldo, quien, gritaba de emoción mientras llegaban a una linda playa, sin gente, y con agua cristalina, casi como los celestes cabellos de Albafica, quien, por el contrario, estaba anonadado.

— ¿Qué tanto eres capaz de hacer con tal de estar conmigo? — preguntó, confundido.

— ¡No tienes ni idea! — exclamó, con una gran sonrisa. Pero repasando esas palabras, agitó las manos, algo apenado. — ¡No vayas a pensarlo mal, eh!

Albafica suspiró con una sonrisa, calmando el ambiente.

Ambos hombres tuvieron un gran día juntos, entre las tonterías de Manigoldo en la arena y la timidez de Albafica para entrar al agua, estaban persiguiendose mutuamente para no alejarse.

— ¡Manigoldo, sueltame! — gritaba Albafica, golpeando la espalda de su colega.

Cáncer le cargaba cual costal en hombro, bastante sonriente.

— ¡Ni loco! Vamos, no debe ser tan malo nadar un poco, Albita. — caminó al mar, bastante tranquilo.

— ¡Serás idio— ...! — no pudo terminar, pues Manigoldo se lanzó con él a una zona lo suficientemente profundo para mojarse por completo de sentón.

Antes de poder reclamar, quitó los cabellos de su cara, para ver con desprecio al italiano, quien reía a carcajadas por lo sucedido.

— Diablos, debemos dejar que la ropa se seque o nos enfermaremos. — dijo Manigoldo, entre risas.

— ¿Eres un niño, o qué? — gruñó, para levantarse del agua, exprimiendo su cabello.

— ¡Es real, Albafica! ¡Debemos secarnos! — exclamó, desconcertado.

Ambos Santos salieron del agua, con diferentes humores. Manigoldo había dejado su camisa blanca, su gabardina y bufanda sobre una roca, aprovechando el sol de ese lugar, quedando solo en pantalones y descalzo sobre la arena, mirando las nubes. Albafica exprimida su camisa, sentado junto a su compañero, igual, solo en pantalones, aunque él estaba irritado.

— Eres un idiota, Manigoldo. — gruñó, sacudiendo sus manos en la cara del contrario.

— Hey. — abrió un ojo ante las salpicaduras de agua. — Solo quería divertirme contigo, Albita, usualmente eres muy reservado, y quiero sacarte de eso. — se incorporó, con un gesto serio.

Piscis se quedó en silencio, paseando entre sus dedos esa prenda suya, para suspirar.

— Odio que hagas eso. — murmuró, para levantarse.

Colocó su camisa sobre la misma roca, pero antes de volver a donde antes, un apretón a su brazo, y lo último que vio fueron los párpados cerrados de su compañero, pues le estaba besando. Solo era un contacto gentil, así que espero unos segundos, y pudo ver una gran sonrisa en el rostro de Manigoldo.

— Son las mejores vacaciones de mi vida. — habló Manigoldo, sosteniendo las dos mejillas de su compañero.

— Eres todo un caso. — alzó las cejas, entre reproche y ternura.

— No soy "un" caso, soy ¡"Tu"! Caso. — le guiñó un ojo, para soltarlo.

Las mejores "vacaciones" de ambos Santos, en definitiva.

Nota:
Voy a cambiar el siguiente, es "Gore", pero ese género no se me da, y realmente no quiero escribirlo, así que usaré de mis habilidades para cagarla y haré algo diferente uwu hasta luego.

♋ Ocean Love ♓| ManiAlba Shitpost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora