♋ Histórico♓

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China: era de la dinastía Zhou.
Años 260 a. C - 220 a. C.

El emperador Albafica era un hombre exigente, no le gustaba ninguna mujer que le era llevada al palacio para ser su esposa, no cumplían con sus estándares.

Además, todas parecían estar interesadas en su belleza física, y no en lo que él pueda sentir, lo que quitaba puntos a su favor.

— Señor, le recuerdo que debe encontrar a su prometida pronto, o si no... — su consorte le hablaba de forma apresurada, estaba preocupado. Pero Albafica no quería casarse con quien sea.

— Afrodita, ya hemos hablado de eso, tomaré el tiempo que yo considere necesario para escoger mi pareja. — sonaba tan frívolo, como siempre.

Aunque la verdad era un tanto diferente. Nuestro joven emperador si estaba comprometido, y entregado totalmente a alguien, aunque con esa persona no podía casarse.

Pudo contemplar como sus soldados llegaban de alguna misión, y él no tenía que decirles nada, al menos, no a quien sea.

— Su alteza. — la sola voz de ese hombre era única para él, y su varonil silueta era proyectada por las velas en el pasillo, atravesando las paredes de papel y fina madera de su habitación. — La conquista ha salido fructífera, todo marcha como usted lo ordeno.

— Eso me alegra, Manigoldo, sabía que podías hacerlo. — sonrió para sí mismo, esperando el movimiento que haría su general ahora.

Manigoldo siempre era el primero en moverse.

La puerta deslizable se movió a paso lento, dejando paso al general para entrar a los aposentos de su emperador, quien le esperaba ansioso.

Ya ni siquiera recordaban cuánto tiempo llevaban siendo amantes, pero ninguno quería que eso se detuviera. Albafica era el emperador, podía impedir que aquello se rompiera, y volver a Manigoldo uno de sus cortesanos, pero no sería lo mismo, la guerra y las batallas lo mantenían en esa forma que él tanto deseaba para su propio orgullo, así que no cambiaría nada.

La mañana los recibía nuevamente en ese imperio. Albafica abría con algo de pesadez los ojos, había tenido un noche bastante agitada el día de ayer, debido a cierta persona. Hablando de él; Manigoldo yacía durmiendo a su lado. Dormía con tanta tranquilidad que no parecía ser el general homicida que él conocía. Su sensual hombre de cabellos azules dormía recargado en su brazo, disfrutando de la suave tela de su vestimenta. Pero su alteza tenía cosas por hacer, y debía ser responsable ante ellas a cualquier costo.

Realmente deseaba dejarlo dormir, se veía tan vulnerable detrás de ese tosco rostro que siempre lo estremecía por lo varonil que es, así que tomó una decisión. Descociendo la manga de su vestimenta logró liberarse del cálido cuerpo ajeno, para disponerse a tomar la rutina de siempre. Manigoldo despertó poco después, sorprendido por ese gesto tan tierno por parte de su amante.

ꟷ Su majestad. – la voz del general llenó la sala del trono, captando al acto la atención de la realeza del lugar. – Supongo que usted dejó esto conmigo. – extendió la manga del caro vestido que el emperador se había cambiado.

ꟷ Así fue, Manigoldo, aunque no veo incomodidad en ti. – sonreía, satisfecho.

ꟷ Para nada, señor, me siento halagado. – la sonrisa le fue devuelta por su amante.

Base histórica: 

En China existe algo llamado "la pasión de la manga cortada", en la dinastia y año que usé, el emperador Ai y su general, Dong Xian, mantenían una relación en una época donde China no era estricto con las preferencias diferentes. La historia del término es la misma; Dong Xian se durmió sobre la túnica de Ai, y él, para no despertarlo, cortó la manga. Desde entonces, los jóvenes chinos utilizan el regalar la manga cortada de una prenda de valor que tengan para demostrar su amor ante alguien del mismo sexo, todo para no ser juzgados.

♋ Ocean Love ♓| ManiAlba Shitpost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora