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Y como lo prometido es deuda, al día siguiente salieron a eso de las doce del día para comenzar con su misión. Esta vez, ambos se encontraron con sus bicicletas en el parque más cercano a la iglesia católica que queda por sus casas. Los dos están nerviosos, pero se rehúsan a decir algo al respecto para no aumentar la histeria.

Saben perfectamente dónde viven sus compañeros de escuela, no es un secreto que casi todos se conozcan en esta ciudad. Así que anduvieron con pies de plomo, haciendo el menor ruido posible mientras avanzaron en sus bicicletas. Primero está la casa de Pablo, ese niño del demonio tiene un perro Husky en el jardín.

⸺ Será difícil llevarnos a esa preciosura⸺ confiesa Aitana sin despegar los ojos del hermoso perro gris con blanco, un ojo azul y el otro café.

⸺ No, verás que será pan comido porque podemos traerlo con un juguete llamativo⸺ Sam se escucha muy confiado, y es que tiene mucha sensibilidad a los animales. Le encanta estar rodeado de estos, y es muy bueno para cuidarlos en todos los aspectos.

La segunda casa, que no se encuentra a más de tres bloques de distancia de la de Pablo, es la de Darío, el mequetrefe que empujó a Aitana afuera de la heladería. En la pequeña casa sin jardín se encuentra justo al pie de la puerta un bello gato naranja con franjas en todo su cuerpo unos tonos más claros que su pelaje. No se acercan mucho, pues los pueden ver merodeando y van a levantar sospechas. Sin embargo, toman nota de los detalles de la casita, pues la reja no es alta y el gatito en cuestión podría saltar sin problemas.

El lugar en donde vive Manuel es un departamento, pero lo identifican de inmediato como el de la planta baja gracias a que su bicicleta se encuentra ahí, fue el único que la pudo regresar a casa.

⸺ Me dan ganas de también perderle su maldita bicicleta...⸺ habla en apenas un susurro Aitana.

⸺ No vale la pena, ven vamos a ver si tiene alguna mascota.

Se bajaron de las bicicletas y las resguardaron a la sombra dentro de un callejón a un lado de la carnicería. Caminaron de manera casual y se acercaron al departamento, la ventana que da a la parte trasera del edificio parece ser la habitación del niño, y al paso de unos segundos lo confirman, pues encuentran un libro con una etiqueta que tiene el nombre completo. Cerca de la ventana hay una jaula, y dentro de la misma se asoman un par de cuyos con ojos redondos, uno es café con manchas blancas y el otro es color caramelo. Los barrotes de la ventana no tienen una distancia tan diminuta entre sí, así que fácilmente pueden meter los brazos para alcanzar la jaula y así sacar a los cuyos. Intentan abrir la ventana y les funciona por completo, así que esto los lleva a dar su misión del día por cumplida.

Se alejan del edificio y van hasta donde están sus bicicletas. Cuando salen a la calle y a la luz del sol, la suerte no juega de su lado, pues se encuentran con Marla.

⸺ Aitana, Sam, ¿qué hacen aquí?⸺ pregunta con sorpresa y después le dedica una mirada fuerte a su hija⸺. Me dijiste que pasarían todo el día en casa de Sam, no que saldrían al otro lado de la ciudad.

La niña abre la boca para responder, pero Sam es más rápido.

⸺ Fue mi culpa, señora Marla. Es que quería unos dulces en particular que venden aquí en la carncería, y Aitana quiso acompañarme, pero nos dijeron que se acabaron, así que ahora vamos de regreso a mi casa⸺ a veces Sam es buen mentiroso, todo juega a su favor, y más cuando usa sus ojitos brillantes.

⸺ Bien, tengan cuidado de regreso⸺ dice la adulta para después soltar un suspiro y mirar a su hija una vez más⸺. No quiero que llegues a la casa tarde, te quiero ahí a las siete, Aitana.

⸺ Sí, mamá.

⸺ De acuerdo, diviértanse, niñas⸺ y sin más, Marla sigue su camino a la carnicería, dejando a Sam con los ojos puestos en el pavimento y a Aitana con los ojos entornados.

Vendaval [TERMINADA]Where stories live. Discover now