"Efímero" Marcela x Armando

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El sol comenzaba a ocultarse entre los cerros Bogotanos, el cielo se pintaba de tonos
rojizos, naranjas y rosaceos, el viento mecía suavemente las hojas de los árboles, bajo la
sombra de estos dos personas reían sin parar de bromas absurdas, la alegría emanaba de ellos, sin duda un nuevo amor nacía.

En un momento dejaron de reír y sus miradas se conectaron, Armando acarició suavemente con su dedo pulgar la mejilla de Marcela, ella tan solo cerró por un momento los ojos
disfrutando del suave roce.

- Marce, te amo y solo necesito que me digas que tú también lo haces - dijo suavemente, este era el momento para definir qué era lo que sucedía entre los dos, a su lado se sentía
tranquilo, ella le daba la estabilidad que por mucho tiempo estuvo buscando.

- Yo también te amo, Armando - respondió dulcemente, no había dudas ella se enamoró de él, pues fue el único que no la abandonó cuando más lo necesitaba, que la cuido cuando sus padres murieron y sus hermanos se alejaron.

Él se acercó lentamente hacia ella, mientras tomaba su rostro entre sus manos, hasta que se unieron en un dulce beso, que se sentía como una danza lenta de dos amantes que bailan un suave bolero a la luz de luna.

La falta de aire los obligó a separarse lentamente, dejando sus frentes unidas, reduciendo el espacio solo a una burbuja donde no existía nada más que ellos y el sonido de sus respiraciones.

Hasta que Armando rompió aquel silencio - No te imaginas lo feliz que me
haces, y este día lo guardaré como lo más sagrado por el resto de mi existencia - susurró mientras la envolvía en un cálido abrazo.

- Yo también soy muy feliz, pero tengo miedo que dejes de quererme y me abandones- soltó Marela pues ese pensamiento muchas veces no la dejaba en paz por que no estaba muy segura si resistiria perder algo que amaba otra vez.

- No pienses eso mi amor, yo no te voy a abandonar, soy tuyo - respondió Armando
tranquilamente depositando un beso en su frente, a él no le gustaba verla así de vulnerable e insegura, prefería a la mujer encantadora, inteligente y sensual, que con una sonrisa era capaz de iluminar cualquier lugar pues era esa Marcela el que lo enloquecía.

Pero la vida no siempre es justa, los amores pueden ser tan efímeros pero tan dolorosos, pero en ese momento ellos solo vivían aquel dulce presente, uno donde dos corazones encontraban un pequeño consuelo a su soledad, donde dos almas encontraban un poco de luz en medio de la oscuridad, aunque esta no durase para siempre.

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