-Dojo Tendo-

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3.

—Dojo Tendo—

—¡Ya llegamos!

Su tío Soun lo anunció con gran alborozo cuando el coche enfiló una pequeña calle cuesta arriba. Nodoka sonrió y señaló la ventanilla a su hijo.

—Mira, Ranma. ¡Es el dojo!

Lo cierto era que el gran interés que el pequeño Ranma había albergado por conocer el dojo de su tío se había ido diluyendo tras los últimos descubrimientos que había hecho sobre lo que se esperaba de él. Y la presencia de Kasumi, por amable y simpática que fuera con él, había hecho que su humor empeorara considerablemente así que estuvo tentado de ignorar a su madre y a su tío y agachar la cabeza como si nada pudiera darle más igual.

Pero no fue capaz.

Asomó los ojillos por el cristal justo cuando el coche se detenía a un lado de la calle. Al otro lado de la carretera se alzaba una imponente casa de aspecto antiguo y poderoso. Ranma espatarró sus ojos, pegó las manitas al cristal y leyó, anonadado, los caracteres del espectacular tablero que se alzaba sobre el umbral del portón.

Dojo Tendo. Expertos en artes marciales. Estilo libre.

Entonces, no había duda. Esa era la casa de su tío.

—Adelante, Saotome —Soun apagó el motor y se sacó el cinturón al tiempo que los animaba a seguirle con una afable sonrisa—. Mi casa es vuestra casa.

Los cinco salieron del coche y se acercaron al portón de madera oscura, recubierto por un curioso tejadillo de pizarra. El muro se extendía en ambas direcciones hasta alcanzar la esquina de la calle. Era la propiedad más grande del barrio y la más magnífica que Ranma nunca hubiera visto acostumbrado como estaba a los edificios de apartamentos donde vivían.

Soun alargó las manos y empujó la puerta de madera. Las bisagras chirriaron y Ranma oyó que su padre resoplaba por lo bajo. Su tío y Kasumi entraron en primer lugar al jardín, Nodoka hizo un gracioso gesto con la cabeza como si pidiera permiso y los siguió, todavía agarrando la mano de su hijo.

El niño quedó extasiado tras cruzar el umbral. Observó aquel bello jardín y la enorme casa que se ocultaba detrás. De varias plantas, con su propio sendero de adoquines incrustados en la hierba. Le llamó la atención el curioso pasillo que partía de la casa, por el exterior, construido con columnas y una baranda de madera y que conducía hasta un edificio más pequeño.

Soun siguió la dirección de su mirada y sonrió al tiempo que le ponía la mano en el hombro.

—Ese es nuestro dojo, Ranma-kun —Le explicó. El niño le miró con el rostro encendido—. Ahí es donde doy clase a mis alumnos y yo mismo práctico el arte. ¿Te gustaría verlo?

El niño asintió sin pararse a pensarlo y el hombre soltó una risotada complacida.

—Tal vez te gustaría practicar un poco más tarde —Le propuso.

El niño parpadeó. Sintió el imprevisto deseo de aceptar la invitación.

—Pero yo... no sé...

—¿Cómo? —preguntó Soun, confuso.

—Verás Soun... —Nodoka carraspeó llamando su atención—. Ranma aún no sabe...

—¡¿Cómo?! —Soun se giró tan deprisa hacia su amigo que su cabello le borró la cara—. ¡Genma! ¡¿Aún no has iniciado a tu hijo en las artes marciales?! —El susodicho se cruzó de brazos sin más—. ¿Cómo es posible? Yo hace años que inicié a mi Akane...

—No he considerado que fuera el momento adecuado —repuso Genma. Parecía que diera por terminada la discusión, sin embargo todos se le quedaron mirando y se vio obligado a añadir—. Ranma es un niño demasiado débil y torpe, por eso decidí esperar.

—¡Genma! —Le riñó Nodoka, pero el hombre ni se inmutó. El niño miró a su padre con furia y el rostro más colorado que un tomate. Incluso a esa edad no soportaba que nadie lo humillara.

Soun decidió calmar los ánimos.

—Bueno, bueno... nunca es tarde para empezar —comentó al resto, especialmente a Ranma—. Sea cuando sea, te convertirás es un gran artista marcial, pequeño, como tu padre —Le sonrió con una convicción arrebatadora—. No esperaré menos de mi heredero.

Y Ranma volvió a sentir un escalofrío.

—Papá, deberíamos entrar ya —propuso Kasumi—. Seguro que los tíos están agotados del viaje.

>>. ¿Les apetece comer algo?

—¡Cierto, cierto! ¡Entremos! —convino Soun y todos se dirigieron a la puerta.

Penetraron en el vestíbulo donde los Tendo les ofrecieron unas zapatillas compradas especialmente para ellos.

—¡Oh, Akane ya está en casa! —murmuró Soun, señalando unos diminutos zapatitos que había en la entrada—. ¡Estupendo! —Y volvió a reír. Después se giró hacia Kasumi—. Hija, ¿por qué no preparas un poco de té para todos? Pero ten cuidado de no quemarte, ¿eh?

—Claro, papá.

Mientras que la joven Kasumi marchaba por un lado del pasillo, Ranma y sus padres fueron conducidos hasta el comedor. Era una estancia amplia, con todo tipo de comodidades y unas enormes puertas abiertas a otro jardín aún más impresionante que el de la entrada. Ranma salió corriendo para asomarse fuera y quedó nuevamente impresionado. Árboles, plantas... incluso un precioso estanque de aguas cristalinas.

La casa era increíble, tan distinta a lo que el niño conocía... Eso le hizo preguntarse cómo era posible que si Tendo y su padre habían recibido el mismo entrenamiento de jóvenes ahora tuvieran vidas tan distintas.

A él le habría encantado vivir en una casa así... Pero con sus padres, claro. No tenía ninguna gana de vivir allí si para eso tenía que casarse con Kasumi.

—Tienes una casa maravillosa, Soun —Comentó Nodoka.

—Gracias, me alegro que os guste —Soun, sentado a la mesa, parecía más dichoso que nunca—. ¿Qué tal si os quedáis a pasar unos días? —Ranma se giró hacia esa pregunta—. Así nuestros hijos podrían conocerse mejor...

—Oh, pero no hemos traído ropa de recambio ni...

—¡Por supuesto, Tendo! ¡Será un placer! ¡Amigo, siempre tan generoso! —Genma interrumpió a su mujer y se arrimó al otro para darle unas palmaditas en la espalda.

—¡No hay de qué, Saotome! ¡Al fin y al cabo, falta cada vez menos para que seamos familia!

Los dos hombres estallaron en carcajadas como si de pronto fueran los más felices del mundo, mientras que Nodoka se rozaba la cara un tanto incómoda.

Aquello hizo que Ranma volviera en sí.

De algún modo era capaz de darse cuenta de que su tío intentaba impresionarles con su bonita casa y sus atenciones y eso le daba muy mala espina. Al mirar las expresiones de gozo de sus padres tuvo la terrible sospecha de que, aunque lo intentara con todas sus fuerzas, ahora le resultaría imposible convencerlos para que se marcharan de allí. Y cuanto más tiempo se quedaran, peor sería para él.

¿Y si Soun no se conformaba con que se casara con su hija en el futuro? ¿Y si pretendía convencer a sus padres para que le dejaran allí para siempre?

¡No! ¡Debían salir de allí de inmediato!

—¡Kasumi, hija! ¡En lugar de té, tráenos un poco de sake!

—Sí, papá.

—Creo que iré a ayudar a Kasumi-chan —decidió Nodoka. Parecía deseosa de huir de las voces y carcajadas de los hombres, así que se levantó sin que nadie pareciera haberla oído y desapareció por el pasillo en la misma dirección que la joven había tomado unos minutos antes.

Entonces, Ranma vio su oportunidad.

Tengo que huir de esta casa antes de que sea tarde.


Vivir Sin TiWhere stories live. Discover now