-Heredero-

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7.

—Heredero—

Cuando Ranma despertó a la mañana siguiente... estaba destrozado.

Fueron unas pocas horas de sueño agitado y convulso, probablemente repleto de pesadillas angustiosas que por suerte, no llegó a recordar. Lo único que sabía era que, al abrir los ojos lo hizo con el rostro de Akane de nuevo flotando en su mente. Era la Akane niña; la que él conoció y aunque no podía acordarse bien le dio la ligera sospecha de que había revivido la conversación que tuvieron de pequeños aquel día, ocultos en el pasillo de columnas de madera que conducía hacia el dojo. Cuando Akane mencionó por primera y única vez a su hermana Nabiki.

Recordó esa expresión de inquietud agarrotando el dulce rostro de su amiga y también el modo en que le agarró de la camiseta con su manita temblorosa.

Ranma se incorporó en el suelo de la habitación de invitados. Todo estaba en silencio por lo que dedujo que estaba solo. Se rascó la cabeza entrecerrando los ojos y quiso arañar algo más al recuerdo de ese sueño pero fue inútil; cuanto más intentaba aferrarse a él, más deprisa se desvanecía de su consciencia.

Puede que no signifique nada, pensó para sí.

La noche anterior había tenido la desgracia de conocer a Nabiki y hablar con ella, ciertamente no le habría importado dejar Nerima sin toparse con ella ni una sola vez. Al recordar el encuentro, volvió a sentir el dolor que las palabras de esa chica le habían provocado horas atrás; en realidad, no era tan extraño haber soñado con aquella conversación.

Y sin embargo...

Es como si Akane tratara de prevenirme se dijo, adormilado. Un poco tarde, la verdad. Sacudió la cabeza estirando los brazos y se dijo que debía dejar de pensar en su prometida como si siguiera viva, por más que le costara.

Pronto se marcharían de ese lugar y tendría que seguir adelante con su vida.

Miró a su alrededor soltando un resoplido y comprobó que sus padres ya habían recogido sus futones. Quizás pretendían marcharse tras el desayuno y eso le alivió. No había sacado nada bueno de esa vista al dojo, salvo quizás...

—Mmm... —Ranma apartó su almohada y encontró la fotografía de Akane que había cogido de su cuarto. A la débil luz que entraba por la ventana observó una vez más sus rasgos de adolescente, deteniéndose en esa bonita sonrisa.

No quería creer que en nada de lo que Nabiki le había dicho, y quizás no debía hacerlo.

Era evidente que esa chica había intentado hacerle daño premeditadamente. Se había mostrado fría y casi cínica al hablar de su hermana, como si no le importara en absoluto su muerte. ¿Por qué debía creerla? Y pensó, además, que aunque todo lo que le dijo sobre Akane fuera cierto... ¿qué le importaba a él?

No cambiaba lo que Ranma había sentido durante esos diez años, ni lo que había significado ese compromiso para él. El único hecho verdadero era que el recuerdo de Akane le había ayudado a sobrevivir y que, al final, él había amado a la Akane de su mente. Quizás no tenía nada que ver con la Akane real o sí; pero si aceptaba que eran chicas distintas, Ranma podía conservar y proteger su recuerdo de modo que las hirientes palabras de Nabiki no le afectasen.

Por suerte, no tendré que volver a verla se dijo tranquilo, por ese lado.

Tras vestirse y regresar del baño, guardó su futon en el armario junto a los de sus padres y se escondió la fotografía entre la ropa. Justo cuando iba a dejar la habitación se dio cuenta de que le faltaba algo.

Vivir Sin TiWhere stories live. Discover now