-Medallón-

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3.

—Medallón—

—No es porque el viejo lo haya decidido —respondió Ranma. Alzó la mirada hacia su madre que se sentaba frente a él—. Realmente quiero volver al dojo. Quiero volver... a ver a Akane.

Estaban los dos sentados juntos en el comedor.

Hacía ya un par de días que Ranma había dejado el patético campamento del descampado, abandonando a su padre a las inclemencias de un otoño que se presentaba muy frío para volver a casa de su madre. A su casa.

Nodoka sonrió exultante cuando tuvo a su hijo de vuelta y entre los dos volvieron a acondicionar su vieja habitación para él. Arreglar su relación llevaría algo más de tiempo pero Ranma se sentía esperanzado con respecto a eso.

Sin embargo, una tarde mientras tomaban té y charlaban como habían empezado a hacer, Ranma vio que su madre vacilaba al hablar y adivinó que había alguna cosa que quería preguntarle y no se atrevía, así que él, desenfadado, la animó a hacerlo.

—¿Realmente deseas volver al dojo Tendo, hijo? ¿O es solo por la imposición de tu padre?

Genma no estaba dispuesto a esperar más. Lo había declarado, furioso, esa misma mañana. Al parecer, que Ranma hubiese perdonado a su madre fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del patriarca que debió sentirse más dejado de lado que nunca.

Se presentó en el apartamento, aporreó la puerta hasta que su hijo el abrió y le advirtió con una seria mirada que no intentara ninguna burrada. Nodoka se colocó tras Ranma con su katana, como siempre, desenfundada y aterradora.

Genma ni siquiera quiso entrar, en realidad se sentía demasiado humillado, vencido por esa condenada mujer. Sabía que no encontraría de nuevo la paz hasta que no estuvieran de vuelta en el dojo de su amigo donde podría volver a hacer lo que quisiera y aparentar que aún era el cabeza de familia.

Así que, desde el umbral de la puerta del apartamento, se lo dejó muy claro a su hijo y a su esposa.

O partían dentro de dos días hacia Nerima los tres juntos o lo haría él solo y hablaría con Tendo directamente.

Tanto Nodoka como su hijo supieron nada más verle que hablaba muy en serio, y como no podían permitir que se presentara solo en la casa de su amigo para decirle cualquier barbaridad que se le pudiera ocurrir, no les quedó más remedio que aceptar acompañarle.

Los peores temores de Nodoka se cumplirían. Iban a presentarse en el dojo sin avisar, sin ser invitados y abusarían de la hospitalidad de los Tendo de la forma más egoísta e irrespetuosa posible. Ella seguía sin tener noticias, algo que le daba muy mala espina. Tenía tantas preocupaciones sobre sus hombros que no pudo resistirse y preguntó a su hijo, pues también temía que el chico estuviera siendo coaccionado por su padre para aceptar ese acuerdo.

Por suerte, la respuesta de Ranma le pareció tan firme y sincera que pudo relajarse un poco.

—Así que, ¿tienes ganas de volver a ver a Akane-chan? —preguntó Nodoka. Su hijo puso cara de circunstancia y desvió la mirada, nervioso—. Estoy segura de que se habrá convertido en una joven preciosa.

Ranma no hizo ningún comentario al respecto, pero su rostro se puso rojo.

—Yo... he pensado mucho en ella... —admitió con dificultad y de forma entrecortada—; espero que ella también se acuerde de mí.

Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora