A oscuras

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El gentío se acomoda según mejor les parece, colores y olores se van ordenando de uno en uno, su luz los atrae y los ruidos van cohesionando entre ellos, se conectan, se transforman en los diálogos que mantendrán las velas despiertas, entre el tumulto intento asimilarme a algunos de los colores para hacerme un espacio y ser uno más del ruido que hacen, con el cemento frío y el humo esparciéndose, siento el frio de las telas que rozan conmigo, el miedo, la vergüenza y la osadía se trenzan para poder cruzar hacia al otro lado, tomo la valentía que otorga la oscuridad para dar un paso más allá y llego, siento el frío y al mismo tiempo el calor que puede dar sentirse recibido y aceptado, me calmo y sigo intentando mezclarme sin querer ser el aceite de este charco de agua.

El silencio no llega, el ruido está por todos lados y las miradas conocidas se han desvanecido, la escasez de colores hacen que mis ojos se sientan cansados, quiero y no quiero un espacio al lado del calor, nuevamente la cobardía pareciera ganar, pero el relajo en este momento me dice por todos lados que va a ganar, y lo hago, descanso para poder encontrar las alas que me lleven a un lugar donde el ruido no se me haga desconocido, y me haga creer sentir que pertenezco a algo, hasta que de la nada y del todo aparece un calor frío, que de a poco intenta cubrirme pero a escondidas de todo, con el ruido alrededor los ojos ajenos igualmente ven que somos un tumulto más, pero el calor empieza a invadirme, la avalancha quiere apoderarse del frío, lo deseo, pero los ojos me intimidan, intento ocultarme una vez más, pero es imposible porque no quiero hacerlo, quiero ser arrastrado, ya no me importa nada, me empiezo a mezclar sin importar las otras lenguas que aunque hablan nuestro idioma probablemente sus faroles dirán y dirán lo que sea, pero este minuto es único no me importa ser prisionero de sus lamentos.

Me invitas a dar un paso más, y el camino está fríamente abrazador y la indiferencia se apodera del lugar, las sombras se mezclan y quieren volverse una, una que espera ser parte de la humedad que da los colores de la oscuridad, las risas abundan, pero no importa cuánto haya pasado y cómo ha pasado, porque aquello se sintió real, me quedo con el dulzor del fruto y de la humedad, de aquello que se persiguió con cristales que nos dieron el reflejo que buscamos, nos separamos porque las voces lo pidieron, pero por dentro quedamos con las ansias de volver a buscar aquello que sin querer logramos encontrar.


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