Todo a $500

11 1 2
                                    

Hace unos días entré a Facebook que ya es como un acto reflejo de cuando enciendo el pc, algo completamente mecánico, me puse a leer lo que piensan mis "amigos" y hubo un pensamiento que, valiendo todas las redundancias del mundo, me dejó pensando y tuve una discusión interna. ¿Cuánto pesa en mi bolsillo el pensamiento del otro? El pensamiento de ese individuo que no conozco, que probablemente sólo me lo encontraré una vez en la vida, o quizás todos los días, pero nunca me daré cuenta que se encuentra en el mismo lugar que yo, compartiendo el mismo aire. De qué forma llega a molestarle mis actitudes o condición humana si aquel personaje no me conoce, y qué le da poder para tomar su teléfono móvil y escribir cosas sobre mí intentando ridiculizarme, sin que yo nunca sepa nada de lo ocurrido.

Qué poder tengo yo para decir que detesto el olor a cierto desodorante en un ente ajeno a mí, y publicar dicho comentario como si fuese algo de suma importancia. Cómo puedo yo meterme en el bolsillo del otro, cuando con suerte gano un poco más del mínimo y tengo deudas a final de mes que deben sí o sí pagarse, y además debo perfumar mi cuerpo con olores que sean de extravagancia y valores extensos para que el resto sienta cuánto vale mi bolsillo cuando tengo aspiraciones más altas que comprar un Paco Rabanne o un Armani. Qué se cree ese individuo que nunca he visto en mi vida, y que difícilmente podré observar, para comentar situaciones, dónde espera tener el apoyo de la multitud, que vive revestida del consumismo idiota, presentando enormes carencias y experiencias reales de vida, pero no, para ellos es más importante usar una marca carísima que otra que cumple la misma función, lo que debería pasar en estas situaciones es agradecer que el hombre aquel se preocupa, y su olor es mucho más agradable que el no usar ningún tipo de desodorante.

Me cuestiono la estupidez humana, dónde muchas veces me veo inmerso dónde las imágenes y marcas conocidas me llevan por una vía donde mi bolsillo, que es el de un común mortal sudamericano, de esos que para el primero de cada mes a medio día ya se queda sin sueldo, y aún así caigo en el materialismos y en esa ridiculez de encasillar al resto por no usar una marca conocida, mi teléfono es mi propia culpa, de cómo me dejo llevar por los números del mundo y permito que me conviertan en uno más, ¿cómo detener la idiotez?.

Sin BotónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora