1

5.4K 784 164
                                    

Susan se despidió de su pareja de baile con una falsa sonrisa. Le dolía el pie luego de haber recibido dos pisotones, pero su madre insistía desde su primera temporada en hacerla bailar con la mayor cantidad de caballeros.

—Creo que es mi turno, milady.—una voz masculina la trajo devuelta a la realidad.

Ella revisó su cartilla de baile y asintió.

—En efecto Lord Glamorgan...¿O debería decir prometido?—aún no se acostumbraba a esa palabra.

—Su madre no hace el anuncio todavía, así que por ahora solo somos dos jóvenes que disfrutan de un buen baile.

—Eso suena bien.—le extendió su mano para que la condujera a la pista y él así lo hizo.

Susan tenía que admitir que el caballero le agradaba, aunque no estaba segura si eso sería suficiente para mantener un matrimonio.

Esperaba que sí porque en estos cuatro años lo más cercano a enamorarse que estuvo fue la ligera atracción que sintió por el vizconde de Ross hasta qué, de manera infortunada, descubrió que él quería a alguien más.

Luego de eso nada.

—Baila muy bien, milady.

—Usted tampoco lo hace nada mal, milord.—respondió mientras giraba sobre su propio eje para luego regresar a sus brazos.

No estaba segura si llegaría a amar al conde de Glamorgan, pero por lo menos se contentaba con saber que no terminaría con los pies morados cada vez que bailarán.

Sí, eso era un avance.

—Sus padres nos están viendo, milady.—comentó el caballero con un gesto divertido que le arrancó una pequeña risa.

—¡¿En serio?!—fingió sorpresa y se apegó más a él en el siguiente giro. Esa era su forma sutil de decirle a sus padres que se ocuparán de sus asuntos.

El conde entendió su plan y siguió sus pasos uno por uno hasta que a los ojos de cualquier curioso serían la viva imagen de la pareja perfecta. Un amor floreciente que es incapaz de ignorar. Y qué para sorpresa de nadie, consiguió que los duques de York volvieran a sus conversaciones con un gran sonrisa pegada al rostro.

—¿Logramos engañarlos?

—Sí, lo hicimos.

Susan estuvo satisfecha. Tal vez su boda no fuera en principio por amor, pero algo le decía que a la larga no le resultaría tan difícil enamorarse del conde. Tal vez lo único que necesitaba era abrirse un poco más a él y confiar en que sería recíproco. Lord Glamorgan no era un caballero demasiado franco con su pasado, pero siempre la trataba con amabilidad y se daba el tiempo de escucharla.

Algo que en el fondo agradecía. Susan no quería ni pensar lo difícil que sería llevar una relación dónde la comunicación no fuese lo más importante.

***
Cambridge House
Londres

Benedicth Blackstone observaba a la mujer ir y venir de un lugar a otro por su despacho. Su prometida podía ser muy dramática y realmente no entendía ahora qué hizo.

—Liseth.—la detuvo por los hombros para que se calmara. Había empezado a marearlo.—¿Qué ocurre?

La dama tomó una profunda respiración y luego buscó algo en su ridículo.

—Ten.—le entregó el anillo de compromiso que le había dado hace una semana.

—¿Acaso tú...

—No puedo casarme contigo, Benedicth.—zanjo el tema tronándose los dedos. Un gesto que solo hacía cuando estaba muy nerviosa.

Un Amor AmargoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora