3.-Hera: Está aquí ahora

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Una voz hace que abra los ojos por completo, dándome cuenta de que estoy en mi habitación. En Svalbard. Miro a mi alrededor, pero estoy totalmente sola, en mi cama estirada, con mi pijama favorito puesto mientras fuera nieva. Acaricio el pelo corto del tejido que está caliente por el contacto con mi piel. Mi habitación sigue pareciendo mía, pero de una manera extraña. Está llena de libros que nunca había visto antes, algunos pesados y amarillentos, también de ropa acumulada en mi silla del escritorio y... Otro ruido, como un murmullo o algo por el estilo. Me siento en mi cama y busco el origen del sonido hasta asustarme. Pego un grito y me tapo la boca para no despertarle.

Es un chico, de aspecto joven, más o menos de mi edad, creo. Está totalmente dormido de lado, encogido en una posición fetal mientras se aferra a un trozo de la manta que cae de mi cama. Lleva manga larga pero parece tan fina que probablemente tenga frío. Duerme pacíficamente, con la boca entreabierta y el pelo despeinado. ¿Quién es? ¿Qué hace aquí y por que duerme en mi habitación? Me asomo un poco encima de mi cama, vigilando de no hacer ningún ruido, solo para poder observarlo mejor. Parece joven, desde luego, pero no sé si tiene mi edad o solo conserva una cara juvenil. Su piel es ligeramente más bronceada que la mía, dándole un toque dorado. Su pelo es negro y enmarañado, cayendo encima de sus ojos, algo ondulado y rebelde. Una cicatriz muy visible en la boca, cruzando desde el labio superior al inferior, una raya blanca y ya curada que debió ser causada por algo afilado hace años atrás.

Cojo la manta que tiene sujeta y la dejo caer un poco más, solo para que no pase frío y no se levante antes de tiempo. Necesito encontrar algo con lo que amenazarlo por si es violento. Evalúo mi habitación y lo único que se me ocurre coger es o la lámpara o una botella de perfume que nunca uso porque huele a anciana. Me levanto sigilosamente, apoyando únicamente la punta de los pies sobre la madera del suelo, encogiéndome para hacer el menor ruido posible. Cojo la lámpara pero está conectada a la corriente, por lo que me veo forzada a tirar del cable. Eso hará ruido, claro, pero atacar a alguien con un perfume no es muy eficaz... Tiro del cable una sola vez, pero no cede, como si quisiera fastidiarme el plan. Tiro de nuevo y me giro para comprobar que su cabeza no se asoma por la cama para mirarme. Pruebo de nuevo y esta vez si se suelta, emitiendo un ruido grotesco al tirar una de las velas al suelo. 

—¿Qué?—Pregunta él. Su voz es grave, mucho más de lo que podía haber supuesto. Levanto como puedo la lámpara y me preparo para tirarla con todas mis fuerzas.—¿Qué es este sitio?—Pregunta de nuevo. Primero veo una mano apoyándose en mi cama y luego su cabeza, levantándose por encima del nivel del colchón. Me ve y se queda quieto, como si estuviera esperando a que haga o diga algo.—¿Hola? ¿Quién eres?

—¿Tú lo preguntas? Estás en mi habitación.

—¿Hera?—Pregunta desconcertándome. La lámpara pesa, por lo que la apoyo en mi propia cadera y lo miro. Él me es familiar, creo, de una manera remota. ¿Quizás lo he visto antes?—¿No sabes quién soy?—Su voz me cosquillea detrás de las orejas y en la nuca, como si fuera un recuerdo intentando volver a toda velocidad, pero no es posible. Esa cara...Yo recordaría un rostro así de peculiar. Él levanta ambas manos y empieza a enderezarse, poniéndose de pie justo al lado de mi ventana. ¿Cómo de alto es? ¿Es tan alto como mi ventana? ¿Toca el techo? Levanto de nuevo la lámpara, aunque tengo los brazos temblorosos y pesados. —Hera, soy yo.—Su cabeza termina justo a ras de la ventana, por lo que sé que es más alto que yo y eso es complicado de ver hoy en día.

—No sé quién eres.—Le digo y él abre la boca un poco para finalmente cerrarla con una sonrisa enorme.

—Tiene sentido, es la primera vez que me ves.—Empieza a caminar, como si tuviera intención de rodear la cama y venir hacia mi. Pongo la lámpara delante de mi cuerpo y se la enseño.

PROYECTO Y-13: ResurrecciónWhere stories live. Discover now