8.-Viggo: Esta es la realidad

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La noche lleva adentrada varias horas, en las que huyo como un desgraciado. Es tarde para retractarme sobre lo sucedido, porque no solo sería poco honorable por mi parte, sino que sería insultar su inteligencia. No hay que ser un lince para verlo, pero creo que ella es la única que no lo sabe. Tampoco es que tengamos público como para que opine, pero creo que es evidente.

Las cosas cambiaron hace unos años, aunque no sé determinar hace cuantos. Los años humanos se han vuelto algo confusos en mi mente y usar mi propia cabeza es algo extraño a lo que volver a adaptarme.

Hera sale de la habitación, como si nos hubiéramos intercambiado los sitios y se planta en el marco de la puerta, mirándome de reojo, fingiendo que mira la televisión. No debería esperarlo, pero lo cierto es que espero fervientemente su respuesta, porque es la primera vez que al soltarle algo así, logro enmudecerla y tener el gusto de ver como sus mejillas se enrojecen y sus ojos se apartan buscando intimidad. Por cuestión de lógica, debería hablar yo, no solo porque es mi culpa que la situación sea rara, sino porque soy el más maduro, mayor y experimentado.

—¿Tienes hambre, chiquilla?—Le pregunto sin mirarla a la cara, para no empeorar su vergüenza, o quizás la mía. No sé. Cambia el peso de pierna y se encoge de hombros, aun sin mirarme, solo mirando la televisión.—Si quieres podemos ir a ver si hay algo abierto.

—¿Abierto o habitado?—Pregunta ella inteligentemente.

—Pues no lo sé. Quizás el sitio de las pizzas está abierto y con gente dentro.

—¿De verdad lo crees?—Ahora soy yo quien se encoge de hombros porque la verdad es que he pasado de estar encerrado en una mente a una casa. A mi el cambio me favorece pero a ella...—¿Sabes lo raro que es no tener que explicarte la existencia de ese sitio de pizzas?

—No tan raro como saber que siempre dices que te da igual cuál escoger pero prefieres la de atún.—Cambio el canal porque sé que no le gusta ver las noticias, aunque bueno, me preocupa. Me preocupa no saber qué pasa y tener la sensación de que estamos atrapados en un bucle temporal. Me mira, finalmente me mira, pero yo no lo hago. Sé que sigue incómoda, porque la conozco, la conozco mejor de lo que me conozco a mi mismo, por desgracia.

—Sigue siendo raro.

—Ya, dímelo a mi.—Suspiro y finalmente se acerca unos pasos, pero no lo suficiente como para tocarnos. Tengo claro que después de lo ocurrido, Hera tardará en volver a acercarse a mi.

—Vamos a cotillear el pueblo, será divertido explorarlo juntos. Bueno, ya sabes, estando tu vivo.—Esa palabra, vivo. Estoy vivo. Vivo en el sentido literal, al menos mientras dure este limbo o bucle, vivo como para poder comer, beber y sentir. Vivo como para oler y ver. Asiento y apago la tele, tirando el mando luego en el sofá que rebota hasta quedarse quieto. —No tengo zapatos para ti, así que tendremos que colarnos en la casa del vecino.

—Ladrona.—Murmuro cuando me acerco a ella, dispuesto a seguirla. Levanta la cabeza y me fulmina con la mirada, poniendo la cara que me imaginé un millón de veces cuando vivía dentro de su cabeza. Me saca una sonrisita que se me escapa y ella me mira la boca fijamente, como si no entendiera porque me rio.

—¿Quieres salir descalzo? Porque seas lo que seas, entiendo qué pasas frio igual y que la hipotermia agradable no te será.—Burla en sus ojos, aunque no sé si ella misma lo sabe. Asiento una sola vez y se da la vuelta, dándome la espalda para dirigirse a la puerta. No me preocupo en hacer nada dentro de la casa, porque ella tampoco lo hace. Las luces se quedan encendidas, y la calefacción funcionando. Cierro la puerta por pura costumbre, porque de donde vengo, dejar la puerta del hogar abierta, invita a seres malvados para entrar dentro. No creo que esto suceda, porque en este caso, los seres malvados, son los mismos que habitan las casas, humanos que destruyen a su paso la tierra y se las dan de conquistadores.

PROYECTO Y-13: ResurrecciónWhere stories live. Discover now