10.-Hera: Es real, ahora lo es

22 4 1
                                    


Se está abriendo a mi y no puedo hacer nada que perturbe eso, por lo que cuando abre los ojos, no me aparto, continuo acariciándole la mejilla como yo hubiera querido que me hicieran cuando me sentía sola y rota por dentro. El dorado de su mirada se me hace tan cálido y familiar como debería sentirse estar en casa, estar con tu familia, protegido y a salvo. Deslizo la mano hacia su pelo y lo cojo por la nuca, poniéndome de puntillas, valorando su reacción. No se mueve ni un pelo y decirlo así es quedarme corta porque parece de repente, una de esas figuras talladas en mármol en los museos, representando a los dioses. Le acaricio el pelo y me embeleso en sus facciones. ¿Y si la humanidad pudiera verle? ¿Y si lo hubieran hecho y en algún museo, en algún punto del planeta, hubiera una estatua suya, enamorado a todo ojo humano que ose poner los ojos encima? Me acerco un último paso, todo lo que puedo y sin que me dé permiso, apoyo la cabeza en el punto donde me llega. Escucho el latido de su corazón, latiendo rápido, como si estuviera siguiendo al mío, porque la realidad es que tengo miedo. Ahora mismo, si lo quisiera, podría matarme, matarme de una manera brutal y digna de un dios. Levanto la cabeza al ver que no lo hace y paso el otro brazo alrededor de su cuello, sin llegar a tocarme las manos juntas. A su lado, me siento pequeña, totalmente humana, frágil y errática.

No dice nada, pero creo que entiende mi intención porque baja las manos con cuidado a mi alrededor, sin tocarme y finalmente se agacha un poco, inclinándose hacia delante, dejándome que lo abrace. Ahora mismo, parece más que nunca un lobo, enorme y peligroso, la clase de animal que siempre has admirado en fotos o en videos pero que de verlo de cerca, helaría tu sangre. Nada lo define mejor, salvo quizás, lo que esperarías de un dios, de un dios en plena capacidad de su divinidad, no algo torpe y a mitad, como yo. Junto las manos detrás de su cuello y justo cuando creo que se va a dejar abrazar, se pone derecho de nuevo, subiéndome con él, haciendo que mis pies dejen de tocar el suelo. Emito un sonido entrecortado entre sorpresa y miedo, pero entonces mi cuerpo, como si supiera qué hacer, reacciona, poniendo las piernas a su alrededor para quedarme totalmente encima de él, abrazada como si fuera un koala y él un tronco. Pasa ambos brazos a mi alrededor y me aprieta, en un abrazo tan profundo y cercano que logra hacer que mi pecho se descomprima. Es... Nadie me ha abrazado así antes, no así. Esta clase de abrazo me hace sentir a salvo. ¿Tuvo él unos padres que lo abrazaban así? ¿Alguien le enseñó a como cuidarme? Apoyo la barbilla en su hombro, descansando la cabeza, dejando que su pelo me caiga en los ojos y la punta de la nariz. Huele exactamente igual a antes, un olor que no logro conectar con nada pero que se me hace agradable en el olfato. No es incómodo, ni siquiera se siente fuera de lugar, porque a quien abrazo a es mi voz, a la única cosa que siempre ha estado conmigo, en lo bueno y sobre todo en lo malo.

—Quédate, Viggo.—Es la primera vez que uso su nombre y por fin lo siento real.

—Yo siempre he estado aquí, chiquilla, aunque nunca me habías...—No termina la frase pero sé lo que quiere decir, porque por primera vez desde hace días, volvemos a ser uno.

—Eres real para mi, Viggo.—Me aprieta un poco más en nuestro abrazo y mete la cabeza entre mi hombro y mi cuello, exactamente lo mismo que estoy haciendo yo. Pasan muchos segundos hasta que por fin me muevo y le miro tan de cerca que incluso puedo ver cada una de sus pestañas. No sé porque pero mis ojos caen hasta sus labios y él apoya su frente contra la mía, cálida pero suave. Nuestras narices se tocan un poco, pero un solo roce, un roce familiar. Suspiro fuerte y una de sus manos pasa de apretarme la espalda a cogerme por la nuca, mirándome fijamente, con las frentes aun pegadas. Entreabro la boca y le beso. No sé porque lo hago, pero lo hago. Le beso en los labios, apretándome todo lo que puedo contra su cara, sintiendo el tacto poderoso de nuestras bocas juntas. Se aparta casi al momento y me mira con los ojos muy abiertos.

PROYECTO Y-13: ResurrecciónWhere stories live. Discover now