Cafe

1 0 0
                                    

Son las 5 de la mañana.Si, lo sé muy temprano para levantarme, pero descanse demás y en compañía de la mejor persona. Sí, pase la noche con el y no es lo que ustedes piensan mal pensados. Solo charlamos un rato, nos miramos, besamos, tocamos un poco, y después ir a dormir.5:30 y no me quiero levantar de la cama. Tenerlo conmigo me hace sentir muy cómoda y cálida. Nos quedamos charlando hasta tarde y aunque el quería irse yo no quería que se fuera. Miro a Ronald quién está durmiendo a mi lado. Observó su rostro perfecto, sus pestañas largas, sus cejas gruesas, su nariz afilada y delgada, sus labios gruesos. Parece un niño así durmiendo. Quién diría que este maldito hombre tierno y hermoso me traería loca.Aún recuerdo que durante un tiempo desee despertar junto a él, pero aquel sueño se esfumó por todo lo que habíamos pasado. Cuando ocurrió aquel accidente mi mente trabajo de una manera tan curiosa que hizo que perdiera la memoria o más bien, que me olvidará de él y todo lo relacionado con lo nuestro. Extrañaba tenerlo así de cerca, acariciarlo y disfrutar del tiempo que había perdido sin él a mí lado.Acarició su cabello un poco, quitando de su frente unos mechones rebeldes y rizados.Debo de levantarme, que sea ahora antes de que me arrepienta de no hacerlo. Estoy por darle un beso en la mejilla pero decido no hacerlo, me alejo un poco de él para levantarme e irme a bañar. Justo cuando lo hago siento como algo me rodea la cintura y me acerca con brusquedad de nuevo a la cama. Caigo en su pecho, sintiendo de nuevo su respiración cerca de mí y nuestros labios y nariz rosando. Sus ojos se abren un poco, y al verme solo sonríe y toma mi rostro con sus manos para besarme. Un dulce beso de buenos días, quiero quedarme más tiempo así con él pero no puedo, le separo de él un poco y puedo escuchar muy bien el como gruñe molesto porque lo que hice.— No puedo. Tengo que ir a trabajar -digo cerca de su rostro.— No vayas -se queja acercándome a su pecho para abrazarme— Di que te moriste -añade. Su voz sale ronca, pero se ve tan tierno que me da gracia.— Si, claro. llamaré y diré que estoy muerta -ironizó a su lado. Ronald bufa y luego ríe.— Ok, no fue buena idea. Pero, quédate aquí un rato más -se queja abrazándome con más fuerza. Contengo las ganas de soltar una carcajada y lo vuelvo a besar. Ronald no tarda en responderme, aferrándome más a su cuerpo. Siento mi corazón palpitar con fuerza a gran velocidad, casi podría decir que siento como si me quisiera dar una taquicardia. Ronald me toma por la cintura de nuevo y luego me carga un poco para ponerme sobre él. Pongo mis piernas alrededor de su cadera, sentándome en medio de esta, y ¡oh, por Dios! ¿que es esto que siento aquí abajo?Las manos de Ron van acariciando mi cuerpo, bajando hasta mis glúteos, yo solo pongo mis manos en su pecho desnudo, sintiendo como este sube y baja con algo de velocidad. Está agitado, igual que yo.Debo de detener esto, no quiero hacer algo de lo que le arrepienta luego. Sí, lo amo, pero no es el momento para hacer esto, no puedo, no quiero. No ahora.Mi cuerpo reacciona sin que yo se lo pida, mi cadera se comienza a mover encima de él, sintiendo cada vez más grande aquel bulto que siento entre mis piernas.Debo parar, debo parar, debo...— Voy a tomar una ducha -digo separandome de él. Mi respiración está agitada al igual que la de él. Ronald me mira dudoso por unos segundos, que aunque son cortos, logro ver su ceño fruncido, pero deja de estarlo al observar nuestra situacion, nuestra posición.Me siento avergonzada y no sé porqué. Ronald solo asiente y mira a otro lado.Me levanto de la cama con cuidado y me dirijo al baño, cerrando la puerta con seguro y apoyándome de espalda en la puerta de este.— Carajo, Julieta. -susurro para mí— ¿Qué diablos ibas hacer?Me deslizó un poco por la puerta, observando todo el baño. Si no quiero levantar sospechas debo de apurarme en bañarme. Me acerco a la regadera para abrirla extendiendo una de mis manos para saber si el agua está lista para meterme. Aún sigue fría, había olvidado que tardaba un rato en calentarse.Saco la mano del agua y me alejo un poco para comenzar a quitarme la ropa y meterme a la regadera, sintiendo el agua un poco tibia y poco a poco irse calentando.Siento mi cuerpo relajarse ante la sensación de calidez que me emite el agua al tocar mi piel. Un recuerdo fugaz del momento que ocurrió hace unos minutos aparece en mi mente. ¿Que habría pasado si no me detenía? ¿Me arrepentiría de que algo más ocurriera o no?. Imaginarme una escena en donde Ronald y yo estemos, los dos solos en la cama, besándonos...Ok, para Julieta. Es muy temprano para imaginar eso. Maldición. Necesito agua helada.


(*****)

Me encuentro en la cocina, haciendo un desayuno improvisado con los pocos ingredientes que tengo a la mano. Ronald está tomando una ducha y eso me tranquiliza un poco y a la vez me preocupa, o más bien me pone nerviosa.Nunca llegue a creer que tendría aquí a aquel hombre que me volvió loca desde el primer día que lo vi.Terminó de servir los huevos revueltos con un poco de tocino, poniéndolos en la mesa y regresando a tomar unos vasos para servir un poco de jugo de naranja que compre hace días, pero justo cuando lo hago no sé si lo que a él le gusta por las mañanas sea o un jugo o una taza de café o té.Decido acercarme a la habitación y entró sin tocar antes. Maldición, ¿porqué hice eso? Está de espaldas sentado en la cama, poniéndose su ropa interior.— Ron -me quedó callada al verlo ahí. Sintiendo caliente el rostro. Carajo Julieta, mira a otro lado. Argh, no puedo.— Yo... ahm... Solo -no puedo hablar. Ronald me mira asustado, avergonzado quizás. Finalmente mi cuerpo reacciona a las llamadas perdidas que mi cerebro le da a los extremidades y me giro para no verlo, dándole la espalda.— Solo quería decirte que el desayuno está listo. -digo con rapidez y puedo jurar que el se está acercando a mí. Salgo disparada del lugar, acercándome a paso rápido a la cocina.Apoyo mis manos en el fregadero, sintiendo mi respiración alterada y mi temperatura corporal alta.Carajo, Julieta. ¿Quién te manda a hacer eso?— Julieta -me llama a mis espaldas, logrando que pegue un brinco. Me giro para verle el rostro, el cual está bajo y mirando hacia otro lado, ya está vestido con la misma ropa que ayer. Yo uso hoy un pantalón de mezclilla negro y una blusa suelta azul con manga larga.— Hey -digo sin ánimos.— Yo, Uhm, lo siento. Debi tocar antes de entrar -añadi con un tono bromista. Ronald sigue con la mirada baja, pero en su rostro se le llega a dibujar una ligera sonrisa.— Si, está bien. No te preocupes -dice con una sonrisa en línea y levantando un poco la mirada para enfocarla en la mía. Asiento un poco al escucharlo decir aquello y relajo los músculos de mi rostro y cuerpo.— Ehmm... Hice el desayuno -digo señalando los platos que están en la mesa— No es la gran cosa, pero es algo. Creo -añado volviendo a mirarlo. Ronald observa la mesa y luego a mí. Dejo de sostener el lavamanos y me comienzo a acercar a una de las sillas de la mesa.Ronald solo asiente y un silencio incomodo se crea en el lugar. Vaya tensión se ha formado.— Ah, no sabía que querías para tomar, si un café o jugó -comienzo hablar, dándole una ojeada a los vasos que están en la mesa. La sonrisa que había en su rostro se vuelve más grande, casi tan amplia que me da escalofríos.— Era por eso que entraste a la habitación -dice y vuelvo a sentir ese calor en mi rostro. Me lleva, olvidaba que él era rápido en captar las indirectas.Me quedo callada, quieta en mi lugar y algo incómoda.— Café está bien -añade rápido. Levantó mi vista a él, quién me mira con una sonrisa de lado.— Me gusta el café -agrega con timidez. Como una tonta sonrió al verlo actuar así, pero en seguida borro un poco mi sonrisa.— Oh, entonces ... calentare agua -digo con timidez y me volteo para tomar la tetera y llenarla. Casi puedo sentir como él le observa, su mirada siguiendo cada acción que haga y parecerá extraño, pero me gusta si atención en mí. Vuelvo a sonreír como una tonta. Carajo, parezco una niña a su lado.Cupido, ¿que diablos hiciste conmigo?

Di ¡No! al clichéWhere stories live. Discover now