Desastre.

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— ¿Segura que estarás bien? -me pregunta preocupada Alice cuando llegamos a la puerta. Aaron está a su lado y ambos me miran como si lo que les estoy pidiendo fuera mi condena de muerte.Asiento con una sonrisa y abriendo la puerta para que puedan salir.— Estaré bien -añado sosteniendo la puerta y viendo como ellos dos salen.— Por favor, Julieta. Cualquier cosa puedes marcarme -dice un Aarón preocupado.— Nunca pensé decir esto, pero lo mismo digo -añade Alice encogiéndose de hombros— Tienes mi teléfono para cualquier cosa -dice con un intento de sonreír.Aprieto mis labios en una ligera línea recta, tratando de mostrar una sonrisa que refleje el "todo estará bien", para después despedirme de ellos.Cierro la puerta al verlos bajando las escaleras y cuando lo hago me encuentro a Ronald apoyado en el marco de la puerta de su habitación, teniendo la mirada baja y pérdida en no sé dónde.Quiero acercarme a él, pero algo en mi interior me lo impide. Es como si una voz dentro de mí me gritara "Detente, no lo hagas. Déjalo solo, es lo que necesita"Me acerco al comedor para levantar las sillas que están tiradas, al igual que recoger los fragmentos grandes y gruesos de vidrio que hay en el suelo.— No tienes que hacer esto -escucho la voz de Ronald detrás de mí.— Lo se -digo hechando los vidrios al bote de basura— Pero quiero hacerlo -añado mirándolo sobre mi hombro.No sé si sonreír, no se si fruncí el ceño, solo se que le dije eso. Me siento inútil a su lado, pero a la vez me siento en ansiedad. Muchas dudas, interrogantes grandes me abarcan gran parte de la cabeza.¿Porque actúa así?¿En serio se enfado tanto que hizo todo esto?¿Lo que veo es un fantasma o un chico asustado?¿Estoy segura a su lado?— No soy un monstruo -dice entre todo el silencio que se ha formado en el lugar. Estoy aún recogiendo los vidrios que faltaban en el suelo cuando me detengo en seco al escucharlo decir aquello. Escucho como se acerca y se inclina para quedar a la misma altura que yo y comenzar a recoger pedazos de la ventana y el florero que estoy recogiendo.Siento un escalofrío recorrer mi columna al sentir su esencia cerca, su perfume combinado con alcohol y su respiración cerca de mí.— No pensaba eso -digo sería, frunciendo el entrecejo.Ronald lanza una ligera carcajada y es cuando sus ojos se encuentran con los míos.— ¿Estás segura? -pregunta con una sonrisa chueca. Quiero decirle que si, pero un nudo en mi garganta se crea que hace que de mi boca no salga ningún sonido.Ron bufa y sigue en lo suyo.— Yo lo hago -digo tomándolo del brazo. Él vuelve a levantar la mirada, pero ahora ninguna sonrisa de su rostro.— Yo lo provoque - me contesta.— Pero ...— Pero nada -me interrumpe. Quiero decirle algo más, pero siento como algo en la palma de la mano me comienza a arder y una picazón me llena la mano. Unas gotas de un color rojo vino comienzan a caer en al suelo, manchando unos pequeños vidrios y el azulejo que está abajo de mí.— Diablos -maldigo mordiendome la lengua. Me levanto con rapidez y Ronald se da cuenta de mi reacción. Mi mano derecha comienza a llenarse de sangre y aunque la tengo cerrada una gruesa línea roja no tarda en salir de mi mano, logrando se escurra mi sangre.Me acerco a la llave de la cocina para abrirla y meter mi mano en esta para limpiar la herida.— Julieta -escucho como Ron me llama.— Estoy bien, no es nada -digo concentrada en mi mano. Una línea delgada de unos 6 cm más o menos me abarca la palma.Ron no tarda en llegar a donde estoy y cuando lo hace lo primero que hace es hacerme a un lado para verme la mano.Sus ojos observan mi mano como si lo que tocará fuera un diamante o alguna joya preciosa, no me siento nerviosa al verlo tan concentrado en mi pero si siento ese hormigueo en mi vientre de nuevo.— No es profunda -dice— Deja que se seque un rato y con esto presiona la herida -añade entregándome un trapo de cocina negro. Le hago caso a lo que me dice y aprieto la tela gruesa en mi herida. Ronald corre al baño y no se tarda ni dos minutos en traer una caja de metal blanca mediana y de ella comienza a sacar un frasco de plástico blanco con azul y unas gasas con algodón, pero me asusto al ver que saca un frasco azul marino con unas letras blancas enormes que dicen Agua oxigenada.Abro los ojos como platos al notar que el comienza a abrir ese frasco primero.— No -digo sin querer y Ronald se detiene el poner ese líquido en una gasa.— ¿No qué? -pregunta levantando sus manos un poco. No digo nada, pero mi mirada dice más que mil palabras. Ron observa el frasco, luego el algodón, después mi mano y luego a mí.Noto como aprieta los labios y se mueve un poco en su lugar.— ¿Es broma? -pregunta con ironía y tratando de notarse serio.— Quisieras -añado con miedo. Él levanta una ceja y con una sonrisa traviesa moja la gasa sin ver.— Estás bromendo -digo ofendida y enojada.— Nop -añade con una sonrisa traviesa en su rostro.Levantando el mentón con seguridad, como si estuviera me estuviera retando.— Ni sé te ocurra ponerme eso en la herida, que si lo haces te meto el alcohol por el... ¡AH! -grito sentir como Ronald me quita la tela negra del mano y pone la gasa en esta, justo en medio de la herida.Chillo de dolor al sentir el ardor en mi mano y que comienza a subirme hasta la muñeca. Muevo mis pies con brusquedad, dándole pisotones al suelo, cerrando lo ojos e inclinando el cuerpo hacia delante y luego atrás.— ¡Hijo de pu...! -digo entre dientes mirando hacia arriba. Escucho como se ríe y continua limpiando el la mano.— Pareces una niña -dice entre risas.— Duele, Ronald -me quejo.— ¡Es solo agua! -añade con una sonrisa.— Haber, pontela tu en una herida, verás como gritas como una niña -añado enojada.— Porque siento que te desearía verme hacer algo como eso -se burla dejando a un lado la gasa.— Uhh, no sabes cómo me encantaría -añado con una sonrisa y justo entonces noto que mano ha dejado de sangrar. Me siento tranquila con solo saber que ya no sale más sangre de mí pero vuelvo a ponerme pálida cuando veo que ahora abre el frasco blanco.— No te va a doler -dice mientras moja un pequeño de algodón.— ¿Y tú cómo sabes? -pregunto asustada y con la voz temblorosa.— Porque yo te lo voy a hacer -Añade acercando el algodón a mi mano.— Eso me da más miedo -añado en un susurro.Ronald solo sonríe y esta vez decido no ver cuándo me pone el algodón en la mano, solo cierro los ojos y bajo la un poco la cabeza.Espero un ardor fuerte en mis manos, pero solo siento unas ligeras consquillas y un leve ardor en medio de esta.Abro los ojos al sentir aquella sensación y levantó mi cabeza con brusquedad.— ¿Duele? -pregunta, pero presiento que lo hace para molestarme.— No -digo, pero parece más una pregunta. Miro mi mano de nuevo y luego paso la mirada a Ronald que me está curando la herida.— Brujo -le digo y es entonces cuando Ronald lanza una carcajada.Ronald termina de curarme la herida, ninguno dice nada ante esta situación. Miro a mi alrededor, encontrando aún la sala destruida, las cortinas tiradas y aún hay vidrio en el suelo.Me siento mal al ver un lugar como esté todo hecho un desastre. No fue un buen momento el que él tuvo que pasar, pero al vez pienso que él debe de aprender a controlar su ira.— ¿En que piensas? -escucho como Ronald me llama. Ha terminado de guardar las cosas de nuevo en la caja y lo deja a un lado.— En que me hubiera gustado conocer tu departamento de otra manera que no fuera algo similar a esta. -digo cabizbaja. Ronald aprieta levemente sus labios mientras toma asiento en una de las sillas que había levantado antes.— A mí también -dice serio, pero llegó a notar una pizca de picardía en su tono de voz. Bajo la mirada un poco, guardando silencio, un silencio incomodo.— ¿Te puedo preguntar algo? -digo sin más. ¡Genial! aquí viene la Julieta idiota que llevo adentro. No hagas nada absurdo cabeza hueca.Ronald asiente serio. Trago un poco de aire y escupo sin más la pregunta que me rodeaba la cabeza, la misma que le quería hacer a Alice.— ¿Porqué? ¿Porqué actuar así? -digo apoyando mi antebrazo derecho en la mesa. Logro escuchar como respira profundo y sus hombros los aprieta y los eleva con fuerza.— No lo sé, simplemente me deje llevar -dice mirando al techo y hechando su cuerpo hacia atrás.— ¿A golpees? -pregunto. Ronald se acomoda con brusquedad en su asiento y me mira con una ceja levantada.— ¿En serio quieres hablar de eso? -pregunta.— Quiero saber quien eres, que es lo que tengo delante de mí -comienzo a decir y él se levanta de su lugar, caminando a mi lado para apoyarse en la barra de la cocina.— Soy yo, Julieta. No soy un extraño -dice mirándome.Siento un nudo en el estómago, unas infinitas ganas de gritarle, de golpearlo para que reaccione si es necesario, pero sé que si lo hago no servirá de nada y solo empeorará las cosas.— No quiero pelear, Ron -digo levantandome de donde estoy.— No se nota -añade con ironía mientras se sirve un vaso de agua y le da un trago.— Ron, yo... -comienzo a hacer movimientos con las manos sin razón. No sé cómo hablar con él en momentos como estos, pero aún así lo hago— Solamente quiero conocerte, después de lo que pasó hace años ya no supe nada de ti y verte ahora, cambiado y con una actitud diferente me crea dudas en la cabeza.— Lo sé, pero tampoco te hagas la importante Julieta. No fuiste la única que sufrió con eso -dice dándole otro trago al agua. Vuelve a pasar a un lado de mí, ahora camino a lo que queda de la sala.— ¿Que no sufrí? -pregunto con ironía mirándolo dejar el vaso en la mesa de centro que hay entre los sillones.— ¿Tu qué sabes de sufrir, Ronald? -pregunto enojada. Él no me contesta, solo se queda callado mientras acomoda los sillones y levanta una cortina del suelo.— ¿Tu qué sabes de vivir una vida hecha una mentira? -comienzo a decir, acercándome más a donde él está— Pase un tiempo internada, nunca llegaste. Mi familia no te quería y aún así yo los enfrente para estar contigo no me importó lo que los demás decían, estuve contigo cuando tus demonios y fantasmas te consumian, nunca miraste a mí y me preguntaste el si todo estaba bien, ni siquiera ahora -chillo a su lado. El lanza una risilla entre un suspiro que me da señal de que lo que acabo de decir le ha enfadado.— No quieras meter el pasado en esto -añade señalándome mientras deja la tela a un lado.— Quieras o no, es lo único que nos conecta -añado enojada. Ronald camina hacia su habitación, tratando de evitarme como lo hace siempre que se enfada.— Realmente no se puede hablar contigo. Siempre te importo lo que los demás decían, nunca te importo lo que yo sentía -añade mientras recoge una almohada del suelo y me señala con ella.— ¿Que no me importó? -ironizó— ¿Quién estuvo contigo cuando tu padre se fue? ¿quién estuvo ahí cuando tu abuela enfermo? ¿quién te acompañaba siempre cuando te sentías solo? -comienzo a contar con los dedos.Ronald hace una mueca con la boca y termina tirandola almohada a la cama.— Era joven, así que no cuenta -añade mientras levanta una de las cobijas de la cama.— Entonces tampoco cuenta lo que hiciste en ese entonces y con ello se lleva lo nuestro -añado sintiendo mi voz temblar.Ronald se detiene de acomodar la cobija y me mira. Sus ojos reflejan un brillo que nunca había visto, uno que me refleja dolor y arrepentimiento.— Nunca dije eso --dice sosteniendo con fuerza la cobija que hay en sus manos.— Entonces, Ronald -comienzo a decir acercándome a él. Tomándolo de uno de sus brazos — ¿Quién eres? -pregunto mirándolo a los ojos, luchando en mi interior en no perderme en ellos.— ¿A quién tengo delante de mí? -vuelvo a preguntar. Espero con ansias su respuesta, aunque sea un gesto durante unos largos segundos, pero cuando quiero volver a hablar para repetirle la pregunta el me calla con un beso. Uno que hace que incluso la respiración me falte, uno que hace incluso el ritmo de mi corazón se acelere.Paso mi mano por su cuello, acariciando su piel hasta llegar a su cabello y sintiendo sus manos rodear mi cintura y acariciar mi espalda, sintiendo su calidez.Se despega de mí, dejándome con ganas de más, sintiendo mi respiración agitada y noto que la suya también.— No soy un monstruo, soy yo. -dice cerca de mí—;Sigo siendo el mismo,si actúe así fue por ser alguien infantil y no pensar dos veces -añade poniendo su manos a ambos lados de mi cabeza, acariciando mi mis mejillas.— Yo, yo solo ... -comienza a hablar. Carajo, Cállate y bésame— ahora me siento mal, y sé que con esto no bastará el pedir perdón -añade hablando más rápido.Carajo, cállate, solo cállate.— Julieta yo me ... -no lo deja terminar y lo besó. Por primera vez en mucho tiempo soy yo la que lo besa a él. Soy la que da la iniciativa y aunque se que él me preguntará el que hago, realmente me importa poco.— Julieta -dice entre mis labios.— Solo cállate -digo alejándome un poco de él, tentandolo rozando mis labios con los suyos y volviendo a besarlo.

Di ¡No! al clichéWhere stories live. Discover now