Epílogo

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Sostenía su guitarra con una mano mientras con la otra anotaba las palabras que pasaban por su cabeza para completar la canción en la que había trabajado por unas semanas.

Suspiró y dejó la guitarra recostada en el sillón donde estaba sentado y al levantarse de este, pasó una mano por sus largos rizos castaños que caían a los costados de su rostro. Era medio día y había quedado con sus amigos para almorzar.

Antes de salir se miró al espejo y notó cómo su piel bronceada y sus rizos le habían dado un aspecto ya no de niño, sino de un hombre adulto. Dio una rápida mirada a su camiseta floreada con sus shorts de playa y sus sandalias favoritas. Terminó su look al ponerse sus gafas. Era verano y el clima cálido con un sol de medio día era su momento favorito del día.

Al salir acarició a su pequeño perro que había adoptado algunos meses atrás. Era su única compañía en su hogar y se aseguraba siempre de dejarle agua y comida antes de dejar su departamento.

Cuando llegó al restaurante frente a la playa, reconoció a su par de amigos sentados en la mesa más cercana a la puerta.

—¡Harry! — gritaron al unisolo ambos al ver al rizado ingresar.

—¿Será que podrías traernos un vaso de agua a cada uno?—cuestionó Douglas y recibió un golpe de Angélica en su brazo. Ambos rieron y el rizado se les unió mientras se sentaba junto a ellos.

—¡Hoy no!— dijo el rizado quitándose las gafas—. Disfrutaré de cada segundo libre de hoy. Sólo tengo uno por semana. ¿En serio teníamos que venir aquí?

—¡Pero claro! Sólo aquí nos dan postre gratis sólo porque venimos con el mejor empleado del mes.

Los tres comenzaron a reír y una de las meseros se acercó a ellos. Al tomar los pedidos, Douglas y Angélica se lanzaban miradas cómplices al ver cómo las mejillas del mesero se teñían de rojo mientras el rizado le dictaba lo que quería.

—¿Qué?— preguntó el rizado al notarlos murmurar.

—Nicolás— ambos dijeron.

Harry lanzó una mirada al aludido, quien ahora tomaba el pedido de otra mesa y le lanzaba miradas rápidas. El rizado frunció el ceño al no entender a qué se referían. Él había conocido a Nicolás desde que comenzó a trabajar en el restaurante. Era mesero igual que él y lo consideraba un amigo, aunque nunca hablaban fuera del lugar de trabajo.

—Hemos notado que siempre que le hablas, él se pone nervioso— dijo Angélica sonriendo a su amigo que ahora tenía los ojos abiertos como platos.

—¡Oh, no te hagas al sorprendido! —dijo Douglas.

Luego de eso la charla tomó el rumbo de que era tiempo de que el rizado comenzara a salir en citas. Sus amigos le decían que era tiempo de olvidar sus amores en Europa y aprovechar que estaba en el mejor momento de su juventud para explorar.

Harry escuchaba atento y soltaba algún comentario o respondía a sus preguntas con cortos monosílabos, pero ese siempre había sido un tema delicado para el rizado.

Desde que dejó Irlanda esa noche helada, no había contado a nadie sobre su pasado. Ni si quiera sus amigos, Angélica y Douglas, lo sabían. A ellos los había conocido una semana después de su llegada a Nueva Zelanda cuando intentaba comprar mudadas de ropa y ambos trabajaban en la tienda. Se hicieron amigos rápidamente ya que fueron ellos quienes asesoraron al rizado en su cambio de look.

Harry les había contado que su llegada a este nuevo país era para comenzar una nueva etapa de su vida. Les contó que venía de Holmes Chapel y cuando le pedían que le mostrara fotos, les decía que no contaba con celular hasta ese momento, algo que sus nuevos amigos les costó creer y decidieron obsequiarle su primer celular.

Un Rosa Adictivo (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now