VII.

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Había pasado varios días en los que Harry había disfrutado totalmente de la compañía del rubio, pero esto solo causo que Louis se sienta cada vez más frustrado.


No podían exponerse mucho, por eso se habían quedado en la cabaña de Niall. Aunque Louis odiara escucharlos cantar, tocar la guitarra e incluso reír, debía soportarlo. De lo contrario ahora mismo estarían en la calle o en manos de los Malik, quienes seguramente ahora los buscaban desesperadamente.


—¡Harry! —exclamó Louis, buscando al rizado con la mirada—. ¡Ven!


El rizado dejó la guitarra a un costado, apoyándola en la pared, se levantó del asiento y salió de la habitación de Niall, encontrándose con Louis.


—¿Qué pasa?


—Partiremos esta noche—habló—. Debes estar listo antes de media noche.


—¿Qué? —preguntó el rizado, incrédulo—. ¿A dónde iremos?


—De eso no te preocupes—habló Louis—. Será mejor que te vayas despidiendo de todas esas ridiculeces que Niall te ha regalado. No podrás llevar mucho.


—¡Pero no puedo! ¡Estamos bien aquí! —reclamó Harry—. ¡Podemos quedarnos aquí el tiempo que queramos! ¡Niall me lo dijo!


—¡No! Maldita sea, Harry—dijo el de ojos azules, perdiendo su poca paciencia—. Tal vez te guste el jueguito de él, pero a mí no. Estés listo o no esta noche nos vamos.

La puerta de la casa de Niall fue azotada, dejando a Harry dentro del lugar completamente confundido. Era algo raro que Louis quiera marcharse, aunque nunca había estado de acuerdo en quedarse en la casa del rubio, pero no les faltaba nada y corrían un gran peligro estando fuera de esa casa.

Así fue. Esa noche Louis estaba listo para marcharse y esperaba al rizado fuera de esa cabaña, mientras fumaba un cigarrillo.


—¿Estas seguro, Harry? —preguntó Niall, mirando con preocupación al rizado—. Puedes quedarte tú si quieres.


—Gracias, pero no puedo—el rizado miró por la ventana a Louis—. Estaremos bien.


Con un abrazo se despidieron y el rizado parecía querer llorar. Pues estaba abandonando algo que lo hacía sentir bien. Niall le había enseñado muchas cosas y era un gran amigo. Además ahora tenía una guitarra, pero no podía llevarla pues seguramente perjudicaría en el escape.


—Estoy listo—dijo Harry, casi en un susurro.


—Bien—Louis sonrió—. Vámonos.

Caminaron por el borde de la carretera. Louis estaba que Liam llegase, puesto que así habían acordado. Exactamente en la media noche, el coche de Liam debía estar ahí.


Así sucedió. Cuando el reloj marcó la medianoche, el coche de Liam estaba estacionado a una corta distancia de donde ellos estaban.


—Louis—saludó Liam—, ¿y él es?


Un Rosa Adictivo (Larry Stylinson)Where stories live. Discover now