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—¿Chloé, ya sabes que harás para la iglesia mañana? — dijo mi madre con la mano tapando el micrófono del teléfono.

Para ser sincera, no me gusta pasar todos mis fines de semana metida en la iglesia haciendo obras caritativas. No es algo malo, me divierto mucho a veces pero, también me gustaría hacer otro tipo de cosas.

—No lo se aún, tal vez ayude con la venta de garaje. —Dije mientras hojeaba mi libro de física intentando estudiar para un examen importante.

—El padre está preguntando, necesito una respuesta definitiva.

—Dile eso, que la venta de garaje.

Mi madre seguía hablando con el padre por teléfono hasta que colgó, definitivamente pasaría todo el día sábado en una venta de garaje.
Es realmente agotador pero es algo que debo hacer por mi madre, tome mi libro y me fui a mi habitación— Busqué con la mirada algo que podría donar para la venta pero ya hemos estado en tantas que no tengo nada para dar en donaciones.

Al despertar mi madre ya tenía el desayuno hecho y había organizado cajas y cajas toda la noche — No tengo ánimos, no me siento con ganas de salir de mi casa y me gustaría sentarme a ver televisión pero mi madre es demasiado estricta con las cosas de la iglesia.
Me senté a la mesa y unté mantequilla en mi tostada, tome algo de jugo de naranja mientras mi mamá leía el diario y tomaba notas de algunas cosas.

—Mira, una bolsa de ropa a solo dos dólares — tomó nota en su libreta del número que salía impreso en el diario — esto iría muy bien para la caridad... Más zapatos... Y aquí están regalando más ropa.

—Exelente mamá... —Dije de forma sarcástica pero mi madre no lo notó, solo seguía tomando notas del diario.
Al terminar de desayunar me bañé, vestí y peine para ir a la actividad de hoy. Mi madre subió las cajas mientras yo terminaba de arreglarme y me subí al auto.

Ella había conducido desde la casa hasta
llegar a la casa de la Señora Mary, ella se ofreció para realizar venta en su casa y tanto yo como otras chicas de la iglesia nos encontrábamos ordenando las largas mesas llenas de cajas de manera organizada.

Son las tres de la tarde y la venta está siendo un éxito, muchas personas están aquí especialmente abuelitas y niños para comprar juguetes baratos. El padre de la iglesia supervisaba que todo estuviera llendo exelente y mi compañera de mesa contaba los billetes para poder anotarlo en su libreta.

—Vamos bien hasta el momento —golpeaba su lápiz con el dedo— logramos unos treinta dólares, no es mucho pero imagino que las otras mesas deben tener más.

—Yo estoy muerta de hambre y me gustaría un sándwich ahora mismo, ¿Que te parece si gastamos esos treinta dólares en un sándwich?

Dije sarcásticamente pero mi compañera no se lo tomó bien.

—¡Que simpática, Chloé,! Pero este dinero es para la iglesia.

Giro los ojos de manera bastante antipática y se volteo para reponer la mesa. Tomé una botella de agua y puse la abertura en mi boca tomando algo de agua y así engañar a mi estómago. Cuando veo hacia el frente, veo la figura de mi compañero de banco acercarse hacia mi.

—Carajo —susurré y me agache para que el mantel de la mesa tapara mi figur.

—¿Chloé, que haces ahí abajo? —Mi compañera me ve intentando esconderme y se ríe un poco de mi.

—¡Shh...! Cierra la boca —dije aún susurrando y bastante nerviosa— hay un chico delante tuyo que no debe saber que estoy aquí.

—¿El tipo de cabello largo? No creo que te guste ese tipo de hombre.

Bad Idea, Eddie Munson✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora