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Mis cosas estaban regadas por toda la casa. El espacio era un poco más grande a la de mi antigua habitación en la casa de mi madre, está tenía una gran ventana y varias repisas dónde podía dejar mis libros de la escuela. Mi padre me ayudaba a desempacar y ordenar mi ropa dentro del closet.

—¿Ya quieres hablarme sobre lo que pasaba con tu madre? —su voz era suave, el no quería agobiarme y lo sentía en su mirada.

—No tengo mucho que decir, la policía ya te lo dijo todo— No podía verlo a la cara, estaba avergonzada. no veía a mi padre en cinco años.

—¿Sabes que pudiste haberme llamado, verdad? —se acercó a mi y me abrazo sobre los hombros— Aquí siempre serías bienvenida, Rosario ya se acostumbrara y para mí eres muy importante, Chloé.

—No llamaste, no enviaste una carta en cinco años papá. no sabía si podía confiar en tí — lo miré y sus ojos se cristalizaron.

—Te llamé Chloé, varias veces te llamé y tu madre no quería que tuviéramos contactó—se alejó un poco de mi y volvió a ordenar la ropa— pregunté por ti, te envié dinero y regalos para tus cumpleaños y navidad y ahora me vengo a enterar que ella jamás te había hablado de mi.

Mis padres después de separarse terminaron muy mal apesar de tener una hija juntos. Ella no quería divorciaser de él y jamás se quitó el apellido de casada porque decía que no quería ser una mujer vulgar. Mi madre no volvió a tener pareja y siempre decía que ella y "su esposo" tenían la mejor vida del mundo, que eran felices juntos pero en realidad ella no tenía un esposo, no tenía un marido, simplemente fingía que si.

El había vuelto a hacer una vida, con una mujer nueva llamada Rosario Diaz que había llegado de Chile a Hawkins, Indiana hace unos años. Los había visto juntos en el centro comercial pero jamás me acerque a saludarlos y no había hablado con Rosario hasta ayer.

—Ese chico... ¿Por qué no me buscaste y preferiste esconderte con el? No quiero que pienses que te estoy regañando o algo por el estilo, solo busco respuestas porque eres mi hija.

—Ya te dije que no sabía si podría llamarte y... No tengo a nadie más, es un amigo de la escuela y es la única persona a quien podía acudir.

Mi padre me abrazo y me prometió que las cosas iban a mejorar, que podía seguir llendo a la iglesia y respetarían mi religión pero en realidad quiero alejarme un poco de la vida como sumisa católica aún siendo creyente en Dios. Cuando te obligan a ser parte de una religión ya no lo haces por amor si no por deber y no quería ver así las cosas.

Aún tenía mi cabeza perdida y confundida y necesito un tiempo para pensar mejor las cosas. Le soy fiel a Billy, Billy se llevó gran parte de mi con el y que me guste otro chico es estarle fallando. Mis impulsos estúpido de querer besar a Eddie cada vez que está cerca de mi, cada vez que me habla, me molesta, me hace reír, esto es ridículo.

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Estaba petrificada delante de el. Estaba en parado frente a su auto apoyando sus manos en el capó mientras me miraba fijamente a los ojos que se apreciaban helados y furiosos. Tragué saliva y seguí caminando alejándome tanto de el como de la escuela. Billy por lo general venía a buscar a Max pero está vez ella se quedó en su casa porque no había llegado a la escuela.

Camine con la cabeza agachada evitando cualquier tipo de contacto visual con el mientras escuchaba a unas chicas decir "mírale, es tan ardiente, escuché que tiene un trasero redondo, me derrito por el". Cuando pase cerca de el, simplemente no hizo nada pero si escuché su voz lo que me paralizó por un momento.

Bad Idea, Eddie Munson✧Where stories live. Discover now