6 | Lejanía.

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"Teníamos demasiados secretos"


Ángel.

Alex me deja en la cama con cuidado. Nuestros ojos se encuentran y finalmente él acaricia su nariz con la mía. Desde que demostré mi debilidad frente a él, ha estado tratándome como una mujer que puede romperse, pero hace mucho tiempo que mis pedazos descansan en el suelo. En realidad es momento de componer mis piezas rotas.

— ¿Me puedes hacer el amor? — demando.

Alex me mira, su ceño se frunce y acaba suspirando.

— No me supliques así — me ruega.

Intento no llorar cuando él se mete a la cama y se pone encima de mí, Alex lame mi mejilla con suavidad y toma mi cuello entre sus manos.

— Abre las piernas — me ordena.

Lento... suave, me entrego a él. Alex se toma su tiempo, dejándome saborear primero la suavidad de sus dedos, cuando siento la humedad de mi sexo, él recién introduce un par de dedos en mi interior. No está masturbándome, es más como si estuviera comprobando que estoy bien, que puedo hacerlo.

— Estoy bien — le aseguro.

— Lo sé, mi amor — susurra, uniendo su frente a la mía.

Aunque son más palabras para él, se está convenciendo a él mismo.

— Ya lo hemos hecho antes — le recuerdo.

— Lo sé — repite.

Pero no se atreve a penetrarme, prácticamente tiene su pene restregándose entre mis labios pero no lo hace.

— Alex...

— Necesito un condón — susurra.

Por un momento, me quedo en silencio mientras Alex se inclina sobre mí y busca algo en el cajón de su mesita. No comprendo lo que sucede hasta que él finalmente me mira tras abrir un paquete. Una vez parece estar listo besa mis labios y, sin soltarme se introduce en mi interior.

Es la primera vez que lo hacemos con un condón y la sensación es realmente vacía, no me gusta.

No quiero.

Alex...

Mis manos se aferran a sus brazos y él no deja de besarme y penetrarme al mismo tiempo pero mi corazón está inundándose con una extraña sensación. ¿Por qué se protege de mí?

Dijimos que tendríamos más bebés.

Finalmente, Alex acaba. Pero es una sensación vacía. Cuando sale de mi interior, se levanta y se sienta en el borde de la cama. Veo cómo ata el latex y camina, desnudo, en dirección al baño. Cuando vuelve, sigo tirada en la cama, desnuda. Intento no mirarle y cuando quiero darme cuenta lo veo vestido.

— ¿Dónde... vas? — apenas puedo alzar la voz.

— Voy a buscar a Ámber, ¿porqué no te das una ducha?

EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora