23 | Contacto

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"Nuestros enemigos se convirtieron en cómplices y no lo sabíamos"


Ángel.

Ámber y Alex están acostados en la cama, totalmente dormidos. Les escucho respirar con la misma parsimonia y siento que mi alma ha vuelto realmente a mis pies. Mi princesa se ve demasiado relajada en los brazos de ese Dragón. Tan feliz... tan confiada. El miedo me envuelve porque creo que en algún momento Alex acabará dándonos la espalda.

Una vez abandono la habitación, me siento en uno de los bancos de plástico del pasillo en silencio. Me gustaría poder tomar este tipo de decisiones con alguien, consultarlo con mi madre... tal vez.

Sin embargo, tampoco poseo mucho tiempo para hablarlo conmigo misma. Esos pasos acercándose por el pasillo una vez se abren las puertas del ascensor, me indican que mi tiempo ha acabado.

— Ángel Deberaux.

Massimo está frente a mí.

Se ha recuperado de las heridas de la última vez. Imagino que es más fácil para una bestia como él. Enfrentándonos la última vez comprendí que ha dejado de ser un niño. Su cuerpo, su forma de actuar e incluso sus ojos... Massimo se ha vuelto alguien de quien huir, se ha convertido en un hombre peligroso.

— Massimo Russo.

— ¿Cómo está el Dragón?

— Más bien de lo que querrías que estuviera.

Massimo sonríe — cierto — tras una corta pausa, nos miramos a los ojos — ¿No te habrás enfadado, verdad? Después de todo secuestró a mi hermano. ¿Qué hubieras hecho si ese hombre hubiera hecho daño a Matteo?

— Alex no es como tú — gruño.

— Auch... me tienes en muy poca estima, cara mía. Pero tienes razón, el Dragón Rojo no es como yo, él es peor. Ahora te sientes segura a su lado porque lo que quiere, eres tú. ¿Pero qué pasará cuando se aburra de ti? ¿Cuando dejes de ser lo que él ansía tener? ¿Has pensado en ello? El Dragón acabará dándote la espalda y dejándote sola.

— Cometí un error al venir a buscarte — maldigo.

— Te equivocas, lo mejor que pudiste hacer es venir a buscarme. Él te dejó ir, ¿no es así? La protegida esposa del mafioso ruso más peligroso y poderoso del mundo deja que su esposa bague sola por Italia y casi acaba muerta. ¿Qué clase de mensaje piensas que eso envía al resto del mundo allí afuera?

Alzo mi mano en dirección a su mejilla, pero él detiene mi mano antes del impacto. Nuestros ojos se cruzan, los míos están llenos de odio. Pero los suyos parecen estar disfrutando esto.

— Acabará echándote de su lado como si fueras una perra.

— La próxima vez que te atrevas a atacar a mi marido no pienso advertirte de nada, Massimo, vendré a por la cabeza de tu padre.

— Amenázame todo lo que quieras, cariño, pero en el fondo sabes el desenlace de tu relación con ese hombre. Mi consejo es que no te cierres puertas que luego podrían ayudarte a sobrevivir.

Arrebato mi mano de la suya y doy algunos pasos hacia atrás.

— Si tan convencido estás, ¿por qué no te sientas a esperar a que eso suceda? Tal vez después de que él me abandone decida escogerte finalmente, aunque deberías estar al tanto, quién sabe, a lo mejor Sebastian se te adelante esta vez.

Massimo sonríe — ¿qué crees que estoy haciendo? — se jacta, escondiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de tela negro.

Acaricio la muñeca que él tenía presionada e intento tragarme mis ganas de mandarlo a la mierda porque ahora mismo seguimos en territorio enemigo. No quiero librar una guerra con mi hija y mi marido en medio.

EsclavaWhere stories live. Discover now